01.

8 1 1
                                    

"Elios, mi primer y único amor de verdad, la persona más extraordinaria y única que pude haber tenido.

Fulgurante como él solo sabia serlo, cálido como una taza de chocolate caliente cuando nevaba. Un corazón sin limites que daba tanto que era imposible no derrochar alegría al presenciarlo.

La única persona que me enseño a ver realmente el significado de vivir y no esperar por hacerlo, disfrutar los pequeños momentos que cada uno tenia junto a las personas. 

Eliot era, simplemente maravilloso, era la unión entre las personas, hacia sentir a cualquiera bienvenido en este aburrido y tedioso mundo, compartía y escuchaba tus pensamientos, te apoyaba y te daba su mano cuando más lo necesitaras.

Un angel.

Yo no pude verlo en su momento, estaba tan absorta en mi mundo que al primer acercamiento lo aleje tanto como pude.

Pero Eliot nunca se fue, aprendió a comprenderme, observaba y veía la manera de hablar sobre algo de lo que pudiera gustarme, el quería hacerme sentir bienvenida. 

Y lo logró, más de lo que pudo haber imaginado, se incrusto tanto en mi pequeño corazón que sabia, se quedaría ahí por mucho. 

Me dio algo que nunca pude imaginar tener a mis 18 años. 

El amor.

Volverse completamente loco por una persona, aprender cada mínimo de su piel y grabarlo en tu mente como una canción, ser el uno para el otro, convertirse en el abrazo que al despertar te diera un buen motivo por el que sonreír y ser feliz. 

Hacer recuerdos y escribir sobre él.

Pasear y tomar su mano mientras veíamos los arboles y el atardecer.

Ayudar a las personas a hacer sus tareas que ya no podían por si mismas.

Pasear los perros de nuestros vecinos porque el simplemente echo de verlo jugando con ellos era adorable.

Bailar, cantar y brincar todo el día.

Hacernos cartas y darnoslas cada jueves en nuestra cena.

Y al terminar, ir a nuestro jardin, sentarnos entre las flores y observar las estrellas hasta que estuvieran en su máximo lustre, contarlas y darle un nombre, una historia.

Todo esto, sigue en mi memoria como si fuera un disco grabado, recordarlo en mi mente trae memorias llenas de dicha y bienestar. 

Elios Moreau vino a mi vida como rápidamente se fue un 22 de septiembre de 1993. 

Verlo consumado por la enfermedad a sus jóvenes 26 años, luchando por hacer que su corazón siguiera por otro periodo de tiempo y tratando de seguir dando esa afectuosidad a través de su sonrisa fue la mayor traición que la vida pudo haberme dado. 

Pidió perdón por no resistir, por no quedarse a mi lado, por no cumplir las promesas de vivir juntos y seguir.

Lloró, porque sabia que la vida también estaba siendo injusta con él.

Y esa misma noche dio su ultimo destello, porque sabia que era el ultimo.

Y dejo un regalo que me daría el soporte para afrontar el no tenerlo nunca más en vida. Nuestro pequeño Larry.

Verlo crecer, caminar y sonreir fue como si Eliot estuviera aquí, conmigo, diciéndome una vez más que tenia mucho porque el que seguir viviendo. 

Y cada persona que veía al pequeño corretear por la banqueta, sonreía y miraba al cielo susurrando un anhelo, un deseo, que el joven que se marchó hacia 5 años estuviera llevando una vida de paz y calma.

Ahora, que me encuentro aquí, sentada en una silla frente a mi bello jardin, escribiendo el ultimo capitulo de mi vida, viendo la noche en su punto y guardando en mi corazón lo que siempre fue mi hogar es que miro al cielo y rememoró lo que me dijo cuando no estuviera más aquí, que le gustaría vivir en una nube, donde todo era más suave y especioso.

Cuando lo perdí jure que un día llegaría a la nube en la que estuviera y cumpliríamos los deseos que añorábamos y contamos.

Creo que es momento de hacerlo, porque eh esperado 67 años para poder volver a rencontrarme con mi alma, abrazarla y decirle una vez más cuanto lo amaba.

Porque todo llega en el momento correcto".

Y siento que es lo necesariamente justo irme en este momento, cierro mi pequeño cuaderno, acomodo la pluma y lo abrazo entre mis brazos.

Entró para ver a toda mi familia reunida, la esposa y pequeñines de Larry, quien se encontraba al frente de la puerta de mi habitación esperando por mi. 

Me despedí de todos con una risa diciendo que solo volvería después de una pequeña siesta y que este siempre seria el hogar donde llegarian cuando más lo quisieran.

Camine hacia él y le entregué el cuaderno, le di un beso en la frente, sonriendo le di todo mi cariño y agradecimiento. El lo entendió, siempre supo hacerlo. 

Me recosté y mire una vez más hacia la ventana, era hora de partir, cerré los ojos con somnolencia y caí en un profundo sueño. 

No supe nada despues de eso, no escuche lamentos y lagrimas fuertes como toda la gente decia cuando un ser querido se iba, no pude sentir absolutamente nada, no hasta que los abri y observe mis manos, los ojos se me llenaron de nostalgia al ver que estas eran lisas y sin ninguna arruga de por medio. 

Levante la mirada y el verlo ahí, como siempre lo guarde en mi mente, sonriendo y extendiendo sus brazos para recibirme fue la mejor recompensa a tanto dolor que lleve. 

Después de todo, tuvimos una segunda oportunidad para darnos el amor que nos falto, sentir el calor del uno otra vez y besar nuestros labios miles de veces, esta vez, por siempre.

Al ver sus ojos lo primero que dije fue la frase que siempre me repetía todas las mañanas y noches cuando volviera a verlo.

- Sabia que escogerías esta nube mi Elios.

Solo se que los dias siguientes fueron los mejores, fueron increiblemente, felices.


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 02, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Te veré entre las nubes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora