𝐋𝐚 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐕𝐢𝐜𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚

𝟐𝟎 - 𝐋𝐚 𝐯𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐨𝐩𝐫𝐢𝐦𝐢𝐝𝐨

Le dolía la garganta, la cuerda que se suponía que le impedía huir no estaba exactamente floja. Ella estaba sola, la habitación estaba vacía y fría, probablemente algún tipo de almacén en uno de los edificios cercanos al palacio.

Yin-Yu se agachó junto a una viga de madera a la que había sido atada con fuertes cuerdas. Debido a la cuerda extra alrededor de su cuello, le era imposible mover la cabeza.

Su mirada vagó hasta el techo. Todo le dolía, por dentro o por fuera. Ella simplemente se sentía miserable, la consolaba que no le hubiera hecho nada todavía, pero temía que no esperaría mucho para hacerlo.

En el momento siguiente, se congeló cuando escuchó pasos que se escucharon detrás de la puerta. La pavaja contuvo el aliento cuando se abrió la puerta, la  luz cayó en la habitación oscura, Yin-Yu estaba atado de espaldas a la puerta. Presumiblemente, la había esposado a propósito en esta posición para que ella no pudiera mirarlo directamente a la cara. La conocía lo suficientemente bien como para poder usarlo para asustarla extremadamente bien.

Todo quedó en silencio por un rato, vio la sombra que cayó sobre la pared frente a ella. Ella sabía que él estaba allí.

Finalmente, entró. Su postura se encogió, desde su primer encuentro, le había hecho entender que la odiaba, o más bien, la maldecía. Su presencia siempre fue una sombra de desastre para ella, no  importa a qué hora del día. Siempre había sido frío con ella. Incluso en la noche de bodas, actuó como si fuera una rutina diaria. A diferencia de Shen, que la había adorado mucho.

Los pasos quedaron en silencio. Ahora estaba de pie junto a ella, pero de tal manera que solo podía verlo débilmente por el rabillo del ojo.

-Ha pasado bastante tiempo desde que estuvimos solos, ¿no es así? - El sonrió burlonamente, escuchó cómo él le tendía la mano y la bajaba sobre su hombro, ella se estremeció cuando él la frotó con sus dedos de plumas.

-Un año es corto, pero demasiado largo para mí - continuó con voz monótona - Pero supongo que te lo pasaste bien durante ese tiempo, ¿no es así?

Él apretó su agarre en su hombro, lo que la hizo jadear.

-Por favor, deje ir a los niños - pidio - Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero déjalos ir.

-Oh sí - Sus dedos se clavaron en ella - Escuché que tuviste éxito en tu orgía con él.

Continuó masajeando sus dedos en su hombro.

-Es una pena que haya tenido que terminar de manera tan trágica.

Yin-Yu jadeó con un gemido bajo. La herida de la pérdida estaba todavía demasiado fresca para hablar de ella, pero todo sonaba como una amenaza de muerte de la boca de Xiang.

Para su alivio, pero también para su sorpresa, él la soltó y se acercó a ella. No tuvo más remedio que mirarlo, ya que no podía bajar la cabeza debido a la cuerda alrededor de su cuello.

Xiang dobló las alas y la miró con expresión neutra - Supongo que eso duele, ¿no?

Ella tragó saliva - ¿Por qué estás hablando de eso?

El pavo real azul se encogió de hombros - Oh, probablemente porque ayudé un poco.

Ella lo miró sorprendida. Pero Xiang solo sonrió - He hecho que se destruya tu prole.

Por un momento, Yin-Yu se quedó paralizado. Ella estaba petrificada, cuando finalmente llegó a ella, solo pudo respirar un incrédulo "no".

Pero Xiang solo asintió y Yin-Yu no pudo evitar llorar, fue como si le hubieran cortado el corazón por la mitad, pero el pavo real azul no mostró ningún remordimiento.

-Ahora no te enojes tanto, ciertamente no sintieron mucho y tal vez fue un esfuerzo en vano, pero tenía que darte una lección.

Pero Yin-Yu dejó de escucharlo. A Xiang no parecía importarle en ese momento y no le importaba el lamento de su ex esposa, quien se sentó allí, perdida y atada y ya no sabía qué hacer con su dolor.

-Créame - dijo con voz indiferente - También me dolió la humillación que me trajiste.

Él la miró, pero ella acababa de cerrar los ojos y dejar que sus lágrimas corrieran libremente, pero al pavo real no le importaba.

-Oh, cómo maldije el día - continuó sin descanso - Y puedo decirles que no ha sido un momento agradable desde que nos separamos, todavía me duelen los pies por todo ese trabajo en el campo de trabajo. Trabajo que estaba muy por debajo de mi dignidad - Juntó las puntas de sus dedos como plumas - Pero siempre imaginé cómo podría castigarte por eso y tu descendencia ha sido perfecta para mí. Dolor por dolor, ya te he infligido el dolor interior, ahora tienes que sentirlo superficial.

Yin-Yu se recuperó un poco lentamente y logró formular algunas palabras nuevamente - ¿Por qué? ¿Por qué estás haciendo esto? ¡Nunca te hice nada!

Xiang se inclinó y apretó su rostro, mirándola con leve reproche. Luego dejó que su mano se deslizara detrás de su cabeza y la miró fríamente a los ojos hasta que una sonrisa cruzó su boca.

-Ustedes las mujeres actúan de manera tan inofensiva - De repente, sus dedos de plumas perforaron las plumas de su cabeza - ¡Pero no lo eres!

Antes de que Yin-Yu pudiera emitir un sonido, ella lanzó un grito ahogado cuando él movió su garra hacia adelante y apretó su laringe. Ella entró en pánico cuando él comenzó a estrangularla un poco. Tenía miedo de que la asfixiara, pero luego la soltó de nuevo, su mano todavía sostenía su cabeza, pero luego sus garras perforaron las plumas de su cuello.

-¡Detente, detente! - Ella suplicó.

Temía que pudiera arañarla con sangre, pero la soltó.

-Está bien, serás castigado lo suficiente más tarde de todos modos.

Con eso, sacó un cuchillo y cortó sus ataduras. Aterrizó en el suelo llorando, luego la rodeó como un depredador.

Sin considerarlo, la agarró por el cuello y la levantó. Mientras lo hacía, dejó que el cuchillo recorriera su cuello y su ropa.

-¡Ahora mírame por fin! - Él le espetó - Sigo siendo tu ex marido.

Furioso, rasgó parte de su ropa.

Gimiendo, mantuvo sus manos protectoras frente a ella - ¡No, no puedes hacerme eso!

-Oh, no te preocupes - la calmó Xiang en un tono siniestro - Eso no es lo que tengo en mente, -he planeado un papel completamente diferente para ti.

La tiró y ella aterrizó de nuevo con brusquedad en el suelo. Luego le puso un pie en la espalda y puso todo su peso sobre sus pulmones  ella jadeó por aliento. Habría tenido la fuerza suficiente para defenderse, pero el terror psicológico de Xiang la paralizó aún más que sus actos de violencia.

Él la miró imperiosamente, asegurándose de que ella lo estuviera mirando.

-No verás más a la mañana siguiente - amenazó con frialdad - Y él tampoco.