𝟐𝟏 - 𝐄𝐧 𝐞𝐥 𝐟𝐮𝐞𝐠𝐨 𝐜𝐫𝐮𝐳𝐚𝐝𝐨

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La cabra se balanceaba silenciosamente de un lado a otro, se sentó sola en la jaula y trató de encontrar la estabilidad interior, toda la incertidumbre le resultaba insoportable. Una y otra vez, se preguntaba cómo terminaría el día. Constantemente se peleaba consigo misma por mirar hacia el futuro, pero su resistencia interna siempre empujaba una cuña de advertencia antes de su plan.

De repente, levantó la cabeza. Hubo un sonido, venía de la puerta, como el rasguño de un cuchillo, se puso de pie apresuradamente y miró hacia adelante. Alguien estaba manipulando la cerradura, una sombra se movió debajo de la ranura de la puerta.

Un crujido hizo que la puerta se abriera. Primero, la cabra se sorprendió cuando vio una figura de pájaro en el marco de la puerta, justo cuando vio el destello de un cuchillo de plumas, una carga cayó de su alma.

-Shen.

Sin una palabra, el pavo real se acercó a la jaula y rompió el candado.

-¿Donde están los otros? - Preguntó sin preguntar por su bienestar.

-Estás muy sucio - dijo la cabra preocupada y empujó la puerta de la jaula para abrirla - ¿Dónde has estado?

Cogió una esquina de la bata de Shen y trató de limpiar una mancha.

-¡Pará! - Con ira, Shen le quitó la ropa - Estaba dando un paseo por el metro, arriba estaba demasiado lleno para mí ¡¿Dónde están los demás ?!

-Hasta donde yo sé, alojó a todos en el sitio de construcción donde estaba el palacio, el cual tú habías destruido.

Parecía un reproche, pero no quiso confirmarlo, ahora había cosas más importantes.

-Pero no te dejará acercarte  la puerta nuevamente.

Pero luego Shen se volvió y clavó su espada en el suelo de madera.

-¡Entonces primero tiene que pasar por encima de mi cadáver! - espetó el pavo real blanco.

La cabra suspiró con nostalgia - Shen, estoy seguro de que ni siquiera le importaría morir, al menos después de lograr su objetivo.

-¿Cómo quieres saber eso?

Miró la pluma azul que todavía sostenía en su casco - Siento que.

-Muy revelador - gruñó Shen con sarcasmo - Pero eso tampoco lleva más lejos la parodia.

Con eso, sacó la espada larga y se volvió.

-Buena suerte, Shen - repitió el adivino después de él - Espero lo mejor, para los dos.

Shen se detuvo y la miró con enojo - ¡¿Cómo puedes decir algo así ?!

Una sonrisa tímida, apenas visible, revoloteó sobre ella - Tal vez porque me recuerda a ti.

Shen frunció el ceño, pero no quería discutir con ella y la dejó con su ira.

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Para Shen fue muy sencillo escabullirse hasta el sitio de construcción del palacio sin que nadie lo viera. Sabía cada milímetro que se había quemado en su cerebro desde su niñez.

El sitio de construcción tenía tres pisos de altura, el trabajo de construcción no había avanzado, ya que había sido un trabajo duro retirar las ruinas del antiguo edificio, Shen sintió un sentimiento terrible cuando recordó cómo había bombardeado el palacio con sus cañones, solo para destruir al panda y sus seguidores.

Ese panda, gruñó Shen, pero se tragó su vieja ira de nuevo. No podía permitirse el lujo de distraerse con eso ahora, sus pensamientos estaban enfocados en una sola cosa.

𝐋𝐚 𝐮́𝐥𝐭𝐢𝐦𝐚 𝐕𝐢𝐜𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora