ᴄɪɴᴄᴜᴇɴᴛᴀ

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Draco camino hacia atrás, hasta que estuvo a casi metro y medio de distancia. Totalmente fuera de su alcance.

Sus ojos brillaban.

Pareció inseguro. Ambos lo parecían. Como si ya no supieran como interactuar entre ellos. Las manos de Draco temblaban mientras la mantenía a sus costados.

¿Quien eres en realidad? Dicen los ojos de Diana mientras lo mira. Su alma está adolorida y aturdida pero aún tenía el latido ardiente de confianza en él.

Soy el mismo al que perteneces. Le responden con brillo lejano y sangriento. Lleno de dolor y de un sentimiento agonizante. El gris de sus ojos, en todas sus tonalidades, estaba rogándole a Diana que volviera a confiar en él.

La pena y el dolor entre ambos se había reafirmando junto una suave sensación de necesidad, las sensaciones se instalaron, arrastrándose como olas furiosas de mar.

—Deberías dormir. Descansar. Han sido días intensos...Para ti.— dijo después de un minuto, —Los libros que usabas antes estarán aquí contigo en cuanto se los pidas a Middy.

Él había crecido. En estatura y mentalidad. Ahora era más fatal, cruel.

Su voz nunca temblaba cuando estaba con ella. Y si lo hacía, Diana apenas lo había notado. Pero ahora el temblor se dibujaba fuertemente seguido de un espasmo en sus manos.

Ella lo miró, respirar dolía tanto que su garganta tarareaba. Le ardía el alma.

—No te vayas.— su voz fue aguda pero real. La petición le salió del alma. —Por favor.

Él se congeló. Pareció enfriarse por completo.

"No te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas, no te vayas..."

Lo golpeó como una maldición cruciatus directamente en el pecho.

—Quédate.— su pecho tarareó —Por favor, quédate. Mis recuerdos están fuera de orden, pero tengo esa sensación de que si te vas, t-tú podrías morir. —Ella tragó —Hago lo que quieras, no quiero estar sola, quédate. Dormiré en la bañera si es lo que quieres.

Miró hacia abajo, su cabello se deslizó levemente por uno de sus hombros.

Estaba preparada para que él retrocediera y la apartara de un empujón. Ella tragó, mordiendo todas sus ganas de derrumbarse y avanzó unos pocos pasos con cuidado hacia él.

Todo estaría bien.

Respira.

Solo respira.

Lo conoces.

Es él.

Él.

Él.

Quien se ha declarado como tuyo una y mil veces.

Él.

Tú Draco.

Su mente le proyecto la noche en que él la encontró sangrando y se quedó con ella. En ese entonces, todo parecía ser tan facil.

Su alma se fracturó al darse cuenta de que pudo haber tenido una historia de cuento de hadas.

"No en esta vida" se repitió así misma.

Y el futuro le respondería. De la manera más cruel.

No podría tener un cuento de hadas. Ella tenía una maldición y Draco parecía odiarla. Estaba segura de que ella no moriría por eso, pero la sensación de perderlo se hizo presente. Cada. Momento.

Éternel; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora