Peca 13

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Día 13: Comparten un paraguas. 


Tal vez debió esperarlo.

Su madre se lo había advertido antes de salir de casa más temprano y las nubes en el cielo también eran una clara evidencia de la tormenta que se avecinaba, pero Midoriya era una persona positiva, se había levantado de buen humor y algo dentro de él le decía que tanto su madre, como el cielo, como el señor que daba el clima en las noticias de la mañana, habían cometido un error y en realidad iba a ser un día lleno de sol y una suave brisa cálida.

Claramente no había sido así.

No pudo evitar soltar un quejido en voz baja, mirando como delante de él, el cielo se caía en una tormenta que nada tenía que envidiarle a las que ocurrían en las películas de terror. Las gotas de agua chocaban contra las baldosas y el aire agitaba con brusquedad las copas de los árboles. Tenía la piel de los brazos erizada por el frio y no podía usar su chaqueta porque la había olvidado en la biblioteca y a esa hora ya la habían cerrado, por lo que regresar a buscarla era inútil en ese punto.

Se encontraba de pie delante de la entrada del instituto y muy probablemente era la única alma que rondaba por la escuela en aquel momento, porque todo el mundo se había ido a una hora razonable como las personas normales que eran. Izuku, por supuesto, no formaba parte de ellos y decidió que era una buena idea quedarse estudiando hasta que lo corrieran de la biblioteca y esa era la razaón de que ahora se encontrara en aquella desastrosa situación.

Con el sonido del agua estrellándose contra el piso de fondo, todo lo que el peliverde podía hacer era rezar para que los truenos no hicieran acto de presencia también, porque entonces sí que estaría jodido. Lo ultimo que necesitaba era tener que buscar un lugar para esconderse y alejar el miedo que lo llenaba de temblores cada vez que una tormenta eléctrica decidía azotar su ciudad.

Se estremeció solo de pensarlo.

Gracias a los dioses, el movimiento de una persona a su izquierda distrajo su atención de lo que seguramente hubiera sido una tormenta de emociones cayendo en picada.

Izuku se sobresaltó cuando unos ojos violetas, adornados por un par de profundas ojeras debajo de ellos, se cruzaron con los suyos. El hijo de su profesor de literatura, si no se equivocaba, estaba de pie a un costado suyo.

El chico lo recorrió con la mirada, sin cambiar en lo absoluto la aburrida expresión que mantenía en su rostro, e Izuku dio un paso más hacia la derecha, tratando de tomar distancia de él. Un poco más que incomodo con el escaneo silencioso.

El desconocido torció sus labios, en un gesto imposible de interpretar, apartando la mirada. Su rostro se mantenía tan serio y monótono que su simple presencia conseguía intimidarlo. Incluso más que el pesado silencio que solo era roto por el sonido de la lluvia cayendo agresivamente contra el suelo. Definitivamente era hijo del profesor Aizawa. Tenían la misma aura imponente que te hacia sentir que medías dos centímetros.

Izuku regresó a la realidad y palideció instantáneamente ante el primer rayo rompiendo el cielo. Una espantosa luz reflejándose en las ventanas detrás suyo, advirtiendo del sonido que pronto perforaría sus oídos con fuerza.

Tragó saliva dificultosamente, mirando de un lado a otro y detrás de él, con el corazón latiéndole en las sienes ante la idea de no tener un lugar donde esconderse.

Odiaba las tormentas.

Más específicamente, odiaba a los rayos.

Le daban pánico. La ansiedad le cerraba la garganta cuando estaba fuera de casa y el cielo se iluminaba de aquella manera tan siniestra, sin darle la oportunidad de esconderse entre las mantas de su cama y cubrirse la cabeza con la almohada para amortiguar el sonido que hacían al romper el cielo.

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⏰ Última actualización: Oct 21, 2021 ⏰

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