[ emprisonnement ] ; 99

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Cuando Jaehyun llegó al apartamento después de una agotadora jornada de trabajo, presintió que algo no iba bien.

Doyoung normalemente no estaba allí si el apartamento estaba solo, principalmente porque se quedaba en la universidad haciendo trabajos hasta que su cuerpo le pedía tregua, o simplemente porque le gustaba salir a dar paseos por la ciudad mientras se fumaba un par de cigarros.

Él creía que Jaehyun no se daba cuenta, pero Jaehyun siempre estaba observándolo, preocupado por él.

Sin embargo, en ese momento el abrigo de Doyoung todavía estaba colgado en el perchero de la entrada, lo que significaba que no había ido muy lejos. ¿Probablemente a la tienda? ¿A arreglar la tumba de Tempête? ¿A hablar con su hermana en un teléfono público porque le avergonzaba abusar de la confianza de Jaehyun?

Era imposible hacerlo cambiar de opinión. Ni siquiera viviendo debajo del mismo techo, Doyoung era capaz de dormir con Jaehyun en la misma cama. Tal vez era la falta de confianza en sí mismo, la baja autoestima que tenía. Pero eso a Jaehyun no le importaba.

Él deseaba que el menor fuera lo primero que viera al despertarse todas las mañanas y lo último que sus ojos observaran antes de irse a dormir cuando ambos estuvieran enredados el uno en el otro.

Pero Doyoung todavía algunas veces se removía incómodo cuando Jaehyun lo abrazaba por atrás y no dejaba que él tuviera mucho tiempo sus manos en su cuerpo, sobre todo en su estómago.

Jaehyun deseaba tanto destruir a quienes fueran los responsables de que Doyoung se sintiera así sobre su físico. Deseaba encontrarlos, golpearlos, maldecirlos porque Doyoung no se merecía nada de eso. Doyoung era perfecto de pies a cabeza y todas sus imperfecciones lo hacían incluso más hermoso e interesante.

Pero entonces pasó una hora, y Doyoung no llegó.

Decir que el pecho de Jaehyun dolía por la preocupación, no era nada a comparación de lo que en realidad estaba sintiendo. Se removía por todos los lugares del apartamento sin poder concentrarse en algo en específico o distraerse. Aunque intentaba evitarlo con todas sus fuerzas, los peores pensamientos venían a su cabeza.

Como que lo habían lastimado, como que Doyoung había tenido un accidente grave y no había nadie a su lado para ayudarlo, o tal vez...

No, no, no. Él no iría allí.

La preocupación no dejó que siguiera allí parado sin hacer nada. Tomó su abrigo, el de Doyoung que apretó con todas sus fuerzas hasta que sus nudillos quedaron blancos y las llaves de su moto dispuesto a buscarlo por cielo tierra. Juraba por todo lo sagrado que le iba a comprar un endemoniado celular, Doyoung no podía volver a hacerle esto jamás.

Incluso le costaba respirar.

El elevador jamás había funcionado tan lento, pero cuando llegó al primer piso y tomó el pomo de la puerta para salir del edificio, vio una camioneta estacionada en frente. De allí salió Doyoung hablando con alguien en el interior del vehículo que Jaehyun no podía ver desde el ángulo en el que estaba.

Los fuertes latidos de su pecho finalmente se calmaron al ver al menor allí sano y salvo. Lo había extrañado muchísimo aunque hubieran sido tan solo unas horas.

Dios, estaba perdido.

Doyoung asintió con una sonrisa pequeña que no llegó a sus ojos, después cerró la puerta del vehículo que se fue dejándolo allí.

Jaehyun creyó que el iba a entrar al edificio ya que era considerablemente tarde y se veía más agotado de lo normal, pero Doyoung se quedó allí solo mirando la luna por unos largos minutos. Después se sentó en la acera y prendió un cigarrillo.

-Me tenías jodidamente preocupado -dijo finalmente Jaehyun acercándose a él antes de ponerle un abrigo encima. Ni siquiera era el de Doyoung, sino el suyo propio.

-Oh, hola -Doyoung le sonrió levemente viendo cómo se sentaba a su lado-. Lo siento, no pensé que tardara tanto.

-¿Qué estabas haciendo?

-Bueno -Doyoung tomó un enorme suspiro mirando el suelo donde todavía había un charco de la noche anterior y el cielo se reflejaba allí-. Dígamos que mi hermana y yo acabamos de mandar a Yoongi a la cárcel.

Y Jaehyun, entendió que la vida de Doyoung era peor de lo que imaginaba.

«Tú solo mereces todo aquello que pueda hacerte feliz...

Como yo.

Yo puedo hacerte feliz.»

99. EMPRISONNEMENT

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Sé que me he demorado demasiado con esta historia, pero es que se siente tan personal escribirla que simplemente no puedo hacerlo como en cierto horario o porque sí, sino que es cuando siento que debo escribirla, cuando estoy convencida que es el momento correcto.

Gracias por leer.

je te laisserai des mots ; jaedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora