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Abyss se encontraba nervioso. Nervioso porque Wil le había conseguido una cita con Penélope. Una primera cita. Su primera “primera cita”, la verdad, no lo había meditado antes. Ahora sí que los nervios lo consumían. No debía estar así, era lo que se repetía a sí mismo, pues Wil le había dado suficiente información de ella como para estar en una gran desventaja así que se continuaba diciendo que no debía tener miedo alguno. ¿Pero qué pasaba si la ansiedad le ganaba y metía la pata?, entonces esta sería su última “primera cita”, se juraba a sí mismo. Era una lucha interna por hacerlo o no, aunque en el fondo sabía que no podía rendirse sin siquiera haberlo intentado. De todas formas, era su única oportunidad.

 -Vamos, ¿en qué estás pensando? -Sig le dio una palmada en la sien

-E-en nada -respondió Abyss, como desconectado de cualquier cosa

-Seguro que en nada -dijo Sig, sabiendo claramente en que pensaba su amigo-, es obvio que estás nervioso por tu cita y divagas en el asunto. Debo admitirlo, viejo, cuando yo partí con eso de las citas también estaba como tú, solo y desamparado

-Sig, tus únicas citas han sido con tus primas para las fiestas de Halloween -respondió Abyss y ocasionó la risa del resto de los que se encontraban en su grupo de actividades

-A propósito, ¿me organizas una cita a mí con la del año pasado?, estaba que te muerdes las uñas -le dijo Roy, uno de los del grupo, lo que solo aumentó la risa

 Sig no podía estar más colorado e incómodo pero, como siempre, intentaba tomarlo con gracia. Botó “sin querer” un vaso precipitado al suelo, lo que sirvió para desviar un poco el tema, lo que los hizo retrasarse un poco en el proyecto de aula pero aún así llevaban ventaja al resto de los grupos. Todos dentro de ese grupo, compuesto por los amigos que se habían hecho durante los dos años anteriores y que era con quienes solían pasar el tiempo, sabían ya de la cita de Abyss y solo Wil, que se encontraba junto a Saturn un par de grupos más allá, de fuera de aquel grupo también lo sabía. Por lo mismo, el grupo de Abyss había puesto todo su esfuerzo para terminar pronto y que Abyss pudiese salir antes de lo estimado de la clase porque Penélope tenía aquel bloque libre y le había mandado a decir con Wil que era el único momento que le quedaba libre dentro de esa semana. Y justamente es lo que habían hecho. Los chicos le habían mostrado su trabajo al profesor de química y pociones, y ya le habían dado la señal con la mirada a Abyss de que era su oportunidad para salir e, inclusive, tener tiempo para arreglarse algo más. Pero la vida no es tan dulce.

 -¡Profesor! -dijo una voz entre la multitud de estudiantes

-Dígame, señor Crescenzo -devolvió el profesor con toda su pulcritud de siempre a la voz que irrumpió de entre los asientos

-¿No sería una mejor idea, y mucho más justo, que los integrantes del grupo que ya finalizó la tarea ayudasen al resto que estamos teniendo claramente más problemas que ellos para así poder también gozar de la misma suerte que ellos?

-¡Por supuesto! -asintió con gran felicidad de parte de la maravillosa solución propuesta-, señor Arcane, por favor, si es tan amable de contener su ímpetu y volver al interior del aula a prestar su ayuda a quienes más la necesitan

 Abyss se detuvo en seco y no dijo ninguna palabra. Simplemente se giró 180 grados y se dirigió al grupo de Wil, el cual le entregó un gesto de resignación mientras Abyss empezaba a conversarle. Pronto Sig se les unió y dijo que no sabía por qué era tanto alboroto si el trabajo que ellos hicieron fue apenas para cumplir, el resultado había sido completamente mediocre. Entonces Abyss comprendió algo: la persona que dijo eso también debía saber de su junta con Penélope o no hubiese esperado a ese momento exacto para hablar. Preguntó quién había sido y Wil señaló al otro lado de la sala. Entre un grupo de batas de laboratorio se encontraban mirando un par de ojos dorado refulgente, un color que daba la impresión de mirar en tu alma y reflejar tu mayor debilidad. De cabellos lacios y castaño claro, casi rubio bajo el cénit solar, se encontraba Sal Crescenzo. Abyss no dejaba de pensar en por qué había decidido alzar la voz en ese preciso instante; quizás había sido mera coincidencia o no, puesto que era alguien que venía del otro curso y podía de lo mejor haber sido en el pasado novio de Penélope. Pero aún así no encajaba del todo el cómo sabía él de su cita. De cualquier forma, ya solo le quedaba aguantar hasta el final de la hora o que todos los grupos hubiesen terminado.

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