capitulo 1

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El verano empezó ya hace unas semanas y las vacaciones empezaron.

Hoy era un día lluvioso y el sonido de la lluvia resonaba en mis oídos, estaba acostada en mi cama estando boca arriba, llevaba ya un rato estando absorta en mis pensamientos, mi cuerpo se sentía débil y mis ganas de existir eran escasas. Mis parpados se sentían pesados por llorar casi toda la noche, un nudo en mi garganta apareció con tan solo pensar en la razón de mi colapso anoche. Una parte de mi quería salir de esa cama eh ir a hacer algo productivo y la otra parte era estarme tumbada lo que queda del día y pretender que no estoy ahí. Mi mirada se centro en la ventana de mi habitación, la lluvia había disminuido y ahora estaba chispeando. No quería estar todo el día tumbada mientras me sumergía en mi miseria. Al levantarme mis músculos se sentían entumecidos, el único lugar al que quería ir era ir a Petit Dejeuner.

Petit Dejeuner es una cafetería francesa que esta en la calle de Landburn, el negocio lo dirige Madame Amelia, una señora de 63 años que aun no se jubila, ella dice que no puede estarce sin hacer nada en todo el día y que necesitaba tenerse entretenida para así sentirse que es alguien productiva, por supuesto tiene ayudantes, Sasha, una mujer de alrededor de 20 años y ah estado ahí desde hace 2 años y luego esta Arnold, ya va en la universidad y no esta muy a menudo en la cafetería pero llegue a verlo unas cuantas veces. Descubrí la cafetería hace tres años y pienso que es mi lugar seguro, el negocio no es muy reconocido por así decirlo pero agradezco profundamente que sea tranquilo, este lugar define la tranquilidad.

Al ya estar levantada de mi cama me dirigí al baño a tomar una ducha. Al salir me arregle para poder dirigirme a Petit Dejeuner.

Al terminar de bajar las escaleras un silencio profundo se apodero de la sala, de pronto caí en cuenta que no había nadie en la casa. Suspire hondo y me encamine hacia la concina para agarrar mi libro, los audífonos que deje ahí al llegar anoche a casa. Ya después de haber recogido mis cosas tome un paraguas al llegar a la puerta.

Al salir de la casa sentí una brisa fría y refrescante en mi rostro. Tome mi bicicleta y me encamine hacia Petit dejeuner. No tomo ningún transporte público o algún carro desde aquel incidente, desde entonces no me eh acercado, ni mucho menos tocado un auto. Pretendo siempre disfrutar del camino y tratar de memorizar los rostros de las personas ya que me cuesta recordar de estas después de cierto tiempo, simplemente los recuerdos que tengo sobre personas que apenas conozco sus caras se vuelven borrosas, lo que mas me preocupa es que con las personas con las que vivo mi día a día y si no los veo por un largo periodo de tiempo simplemente no recuerdo sus caras y de vez en cuando puede llegar a ser exasperante.

A tan solo unos 10 metros de la cafetería ya podía oler el olor del café y canela. Al llegar posicione mi bicicleta en el apartamiento afuera del negocio. Al entrar sonó la campanilla que Madame Amelia había puesto ahí para poder así estar atenta de quien entra y sale. La cafetería no es nada del otro mundo, tiene dos pisos y para subir hay una escalera en espiral con adornos de hojas y monitos raros, Madame Amelia dice que son tiernos y bonitos pero tanto como Sasha y yo pensamos todo lo contrario. Nunca eh subido al piso de arriba ¿Porque? no lo se pero no es que me muera de curiosidad por saber como es arriba. En la parte de abajo las paredes eran color gris oscuro con dibujos en ellas, cerezas, café de grano y café ya preparado en una taza. Hasta el fondo de esta es donde preparaban los pedidos y al rededor del local había mesas, el lugar tenia un ventanal enorme donde había mesas pegadas. La mesa del fondo era el lugar donde mayormente paso mi tiempo.

-Pero mira quien llego, ¡si es nuestra clienta exclusiva!

Sasha.

-Buenos días para ti también Sasha. - ironice haciendo un ademan de ir a sentarme a la mesa del fondo.

-Oye antes de que te vallas ¿Qué vas a querer ordenar?

-Ya sabes que es lo que voy a pedir.

Ella me lanzo una mirada divertida.

-Lo se, pero uno nunca sabe si quieres cambiar el pedido o no, no soy adivina mi querida Cisi.

Odiaba que me llamaran Cisi y ella sabia perfectamente aunque solo Mamá, Madame Amelia y...Katie...La ignore y me dirigí hacia la mesa del fondo.

Espere pacientemente que trajeran mi pedido mientras observaba encantada las gotas de la lluvia que caían en el ventanal. Madame Amelia llegó con una bandeja y dejando un café americano con azúcar y leche Madame Amelia procuraba ponerle las medidas exactas en mi café, también una tartaleta calientita.

-Hola cielo, lamento que apenas te traiga tu orden pero llegaste más temprano que lo normal y apenas había puesto las tartaletas al horno cuando llegaste.

-Oh no hay porque disculparse, además no tiene porque darme las tartaletas recién horneadas no importa si están frías con tan solo probar las maravillosas tartaletas de Madame Amelia hacen que mis problemas desaparezcan.

-¡Pero si no es ninguna molestia! Además las tartaletas saben mejor calientitas y se que te encantan así, además yo se que mis tartaletas son las mejores de todo Londres - dijo con una gran sonrisa.

En eso Shana iba pasando cuando vio de reojo mis tartaletas y se acercó con una gran sonrisa en los labios.

-¿Las acabas de sacar del horno? - Pregunto a Madame Amelia mirando las tartaletas con gran deseo.

-Si pero no son para ti, si quieres ve a agarrar unas de ahí, pero tienes que pagar por ellas - dijo firmemente.

-Pero... ¿¡Porque!? ¿A ella no le vas a cobrar?

-Ella va a pagar.

-Pero ella siempre tiene descuento porque ella es clienta exclusiva.

-Así es.

-¿Y yo que? ¡Soy su empleada! Trabajo muy duro cada día y debería tener descuento - se detuvo un momento para esperar a que Madame Amelia dijera algo y no obtuvo la respuesta que ella esperaba más que un simple no - ¡Alice dile!

-Yo... eh...

-No es necesario que te metas cielo - se giro hacia Sasha - y tu vete a trabajar.

Sasha la miro con cara de enfado y poso sus ojos en mis tartaletas aún calientes. En un abrir y cerrar de ojos ella salía corriendo con la tartaleta en mano mientras Madame Amelia le reclamaba.

-Esta muchacha, no sé ni cómo la aguanto.

Solté una risotada aún divertida por la escena.

-Te voy a traer otra tartaleta Cielo - me dijo ya más calmada.

-No es necesario tengo otra y con una estoy más que satisfecha.

Madame Amelia me sonrió por ultima ves para así atender a los pocos clientes que había.

Ya ah pasado una hora y todavía no quiero ir a casa, sabia que mama ya había llegado, pero por ahora no quiero saber nada del mundo.

Dé repente sonó mi teléfono, indicándome que era un mensaje de mi papá.

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2023 ⏰

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