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la firma de abogados de la familia jeon era famosísima en toda corea del sur. se encontraban en los reportes semanales de las revistas más prestigiosas del país. ganaban cualquier caso que se les atravesara en el camino y, por supuesto, sus honorarios no eran los más bajos, costeándose una enorme fortuna edificada a través de los años, por cuatro generaciones y ahora se hallaban en el auge de sus carreras.

además de los jeon, los park y los kim formaban parte de ese importantísimo bufete de abogados, hasta los rumores de pactos hechos con el diablo rodeaban a la firma por su éxito. puras marranadas se inventaban hoy en día.

el presidente jeon escuchaba atento al más joven de sus colegas; kim taehyung exponía el caso al cual se había enfrentado una semana atrás ¿y todo esto para qué? para una retroalimentación y, por supuesto, alardear de lo difícil que fue ganarlo en limpio, llevándose aplausos y uno que otro suspiro por la única mujer que navegaba en ese mar de hombres; park dara, privilegiada al ver una sonrisa geométrica por parte del menor.

otros casos fueron presentados por park jimin, kim namjoon, kim seokjin y la esplendorosa mujer, quien no se dejaba opacar nunca con su actitud empoderada, le afloraba con naturalidad.

por consiguiente, el presidente de la firma estaba preparado para ser el próximo en hablar de su engorroso caso que, en su momento, pensó que no ganaría.

a veces no era sencillo defender a los hijos de padres adinerados que buscan la manera de librar a sus engendros del demonio de las garras de la justicia y por eso los buscaban. eran buenos en su trabajo. jamás perderían, aunque casi se esfuman sus esperanzas hasta escuchar al juez decir inocente.

su deber como abogado era interceder hasta el final por sus clientes, ganar sus nombramientos como inocentes era pan comido cuando esto era real, pero cuando sus defendidos eran una mierda debían hacer de tripas corazón y continuar. nunca era fácil y trabajar con el estado no era una opción ya que la avaricia de los titulados allí sentados era mucho mayor que cualquier otra cosa.

la atención del presidente jeon regresó rapidito cuando la voz gruesa y calmosa de su secretario le llegó directamente a los sentidos, revolviéndolos por completo.

—. aquí está, presidente jeon — entregó el de piel nívea la carpeta bien organizadita con el caso de hace un par de días.

—. gracias, yoongi — le enseñó una sonrisa, chiquita, antes de que el joven se retirase de la sala de juntas con un ligero asentimiento al igual que una sonrisa de par en par, dejando a jeon con la mirada clavada ante su figura que, para su suerte, pasó de ser percibida, excepto la ojeada sin escrúpulos del abogado park, por lo que tosió, poniéndose en pie para comenzar con su presentación.

el presidente jeon no supera los veintiséis años. alto, de hombros anchos y carnosos al igual que los brazos gracias a su rutina minuciosa de ejercicio, llevándola a cabo todos los días después del trabajo. la piel bien bronceada contrastaba a la perfección con su abundante cabello castaño, principio lacio y terminación ondulada ya que él mismo se daba esos retoques con el rizador, era simplemente majestuoso, pero no tanto como sus manos. delicadas y venosas. ciñendo su cuerpo en un traje gris de corbata azul. zapatos muy brillantes y un carísimo reloj de pulsera en su muñeca izquierda. era, además de inteligente y audaz, uno de los personajes más codiciados, junto a los que estaban bordeando la mesa de juntas.

podrían asegurar que jeon estuvo a nada de llorar sintiéndose asqueado ante su propio caso; un joven de veinte años señalado por cometer abuso sexual a una de sus compañeras de universidad que se hallaba completamente ebria a la media noche en una fiesta en el campus y, nada justifica tal atrocidad, el abogado convenció al jurado con su excelente jerga y muy buena manera de llegar a todos los allí presentes, además de que no hubo forcejeo ni maltrato físico porque parecía consensuado, más no por la chica en medio de su trance. no olvidaría nunca el llanto lleno de zozobra de la madre de la joven por tal acto de injusticia.

mi secretario [ kookgi ].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora