Capitulo uno: "Mezquino"

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Narra Miles

Después de, a mis diecisiete años, hacer un berrinche, logre conseguir el teléfono que tanto quería.

— ¡Gracias, mami! — Le di un beso en la mejilla y la abracé.

— Miles — Hablo mi padre.

— ¿Ajá? — Hable, sin tomarle mucha importancia debido a que estaba abriendo la caja de mi nuevo teléfono.

— Tu madre y yo hemos decidido que a partir del lunes...— Deje de escucharlo y prendí mi celular; es tan lindo.

Después de iniciar sesión, instale todas las aplicaciones que usaba: WhatsApp, Spotify, Instagram, Tik Tok, Twitter, etc.

Después de hacer eso, asentí a lo que mi padre dijo (que no escuche), y subí corriendo las escaleras.

[...]

Llegue a la escuela y saque mi nuevo teléfono, fingiendo una llamada para así poder presumirlo.

— ¿Es el más nuevo de Apple? — Me pregunto mi mejor amigo, Mike.

— Sí, y no lo toques que lo dejas pegajoso — Guarde el teléfono en mi mochila y me senté.

— ¿Es tan bueno como dicen? — Me pregunto Sebastián, mi amigo.

— Mejor — Sonreí de lado y en ese momento llego el profe.

Después de cuatro infernales horas, por fin seguía descanso. Salí con mi teléfono en mano y me senté en nuestra banca. 

De inmediato comenzaron a sentarse conmigo mis amigos y chicas lindas que siempre estaban ahí. A suerte me cogía una esta noche. Yo era el tipico chico popular millonario que todo lo que quiere lo obtiene, incluyendo chicas lindas cuando quiera.

Siendo sincero, las chicas no me satisfacían en lo más mínimo. Sus agudas voces y gemidos me aturdían, y no me interesaban para nada sus pechos. Sólo era una manera de pasar el rato.

Si las chicas no me satisfacían... ¿Lo haría un hombre...? 

¿Pero qué estoy pensando? El chico más popular de la escuela no puede acostarse con un hombre.

Rodé los ojos por mis propias ideas y comencé a comer mientras todos hablábamos y reíamos juntos. 

Una chica de piel morena pero largo cabello rubio se me quedo mirando con ojos seductores. Está noche será mía. Con ella podré despejar las ideas homosexuales de mi mente.

[...]

— ¡Más duro, Miles! — Gemía la chica.

No me satisfacía escuchar su aguda voz pronunciando mi nombre, y mucho menos gimiéndolo. 

No dudo en venirse, y yo tuve que fingir hacerlo igualmente. Cómo siempre. Ni siquiera sé por qué lo hacía si no me satisfacía en lo absoluto estar con mujeres.

— Lo haces muy bien — Me dijo con voz lujuriosa.

— Ajá — Le hable, sin prestarle mucha atención.

— ¿Otra ronda? — Negué.

— Tengo que ir a mi casa. Mi papá me espera.

— Nada te va a costar...— Me tomo del brazo —. Te va a gustar.

— No lo hizo y no lo hará. Ya me voy, ahí por si quieres otra vez, no cuentes conmigo — Me termine de poner los zapatos y tome mi chaqueta.

— ¡No soy una prostituta! — Me grito antes de que yo saliera de la habitación.

— ¿Estás loca? — Me voltee hacía ella —. No lo eres — Me dirigió una sonrisa satisfecha, y comencé a negar con la cabeza —. Nadie pagaría por ti.

No espere su respuesta, sólo salí de la habitación.

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I don't wanna lose youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora