Muchos creen que el superar a alguna persona, algún trauma u otro tipo de pérdida te asegura el éxito en la vida, pero no es así, no hay nada que te asegure que no la vas a volver a cagar, pero de eso se trata la vida... ensayo y error para aprender. Hoy estoy enfocado en mí mismo, he hecho cosas nuevas, estudié un doctorado y ahora doy clases de psicología a los futuros psicólogos. He aprendido del valor de ayudar a otros, porque si bien mi trabajo se trata de ayudar a los demás, hay una ganancia distinta en darte a otros y ayudarles. Fue en uno de estos día de filosofía y solidaridad, en el que me llamó Susan, para invitarme a un matrimonio, ya que su novio no podía por trabajo y no pensó en nadie más que en mí. Me pareció una muy buena idea, ya que, al estar soltero, siempre te invitan a matrimonios y una fiesta es una fiesta, o sea no puedo negarme a un carrete con comida y alcohol gratis.
El matrimonio era como de película a orillas de la playa y todos vestidos de blanco, en lo personal no me gusta vestir de blanco, creo que es un color muy sucio, eso y sumado a que como cerdo me parece aún mas sucio, a pesar de todo eso me compré ropa blanca para no hacerle un desaire a mi amiga. Con la Su nos veíamos geniales, con el riesgo de sonar poco humilde éramos la mejor pareja del lugar, estuvimos en la ceremonia, la Su lloró y yo me burlé de ella, pelamos a la novia sobre que el blanco era para la virginidad y a la novia se le notaba que no aplicaba. Al rato de terminar la ceremonia nos llevaron a un resort en donde se realizaría la cena y la posterior fiesta, nos pusieron en una mesa con muchas parejas jóvenes a quienes no conocíamos por lo que tuvimos que hacer uso de nuestros mejores temas de conversación, perdimos como una hora solo en tratar de explicar que con la Su solo éramos amigos y amigos de juventud, casi hermanos. Habían dos puestos en la mesa que aun estaban vacíos, una de las parejas los conocían y dijeron que estaban por llegar, pues venían de Santiago, yo hice ademán de que si no llegaban luego me comería sus ensaladas y todos reímos.
Al cabo de quince minutos llegó la pareja que faltaba y para mi sorpresa no era nada más ni nada menos que la Tere junto a su nuevo novio, el típico zorrón que a todos cae mal, pero ella... ella se veía hermosa con su vestido blanco tipo jumper ajustado al cuerpo, no pude disimular ni tampoco ella, fue tanto que la Su me susurró que cerrara la boca y el novio de ella le preguntaba si me conocía por como no dejaba de mirarme, para salir de tan engorrosa situación le dije que sí, que fuimos compañeros de la universidad. El tipo me buscaba conversa y yo solo quería que la tierra me tragase ¿qué tan desgraciado es mi destino que me pasa esto? ¿Dios tendrá un sentido del humor tan retorcido que nos hace juntarnos otra vez? Ella estaba muy incómoda, a parte que el tipo no se callaba nunca y hablaba de sus negocios y lo genial que era ser ingeniero comercial, el resto de las parejas le sonreían al zorrón por compromiso, pero en sus caras se notaba lo desagradable que era. Tenía tanta rabia, la Tere es una mujer hermosa y muy inteligente ¿en qué universo terminaría saliendo con un estúpido como ese? Sí estaba celoso, pero ¿por qué? si lo nuestro había terminado hace un par de años, fui al baño a refrescarme la cara y cuando salí ella estaba esperándome.
- ¿A quién conoces aquí? - me preguntó.
- A nadie, solo me invitaron y yo acepté. - respondí con una risa nerviosa.
- Yo estoy bien, David, José es un muy buen hombre... - dijo a pito de nada.
- ¿Por qué me dices eso, Tere? es como si tu me estuvieses pidiendo permiso. - le dije haciéndome el que no me interesaba, pero por dentro me preguntaba ¿qué le vio a ése weón?
- ¡Ja! ¿permiso? no, era para contarte algo ¿y tú, estás con ella? - me preguntó.
- Nah, es la Su, mi amiga. - le respondía, cuando fuimos interrumpidos por el zorrón.
- ¡Ajá! ¿Poniéndose al día de tanto tiempo sin verse? - preguntó el tarado.
- Sí, algo así. - le respondí con desagrado.
- Sí, pero ya volvemos a la mesa ¿no queremos perdernos el postre cierto? - dijo la Tere muy nerviosa.
- Obvio, y yo me quiero comer el mío después. - dijo el imbécil mientras le daba una nalgada a una incómoda Teresa.
No les mentiré, pero mi primera intención fue ponerle un combo bien pegado por insolente e irrespetuoso, pero me controlé, no es mi problema, ya no estoy con la Tere. Luego del postre, siguió el baile, con la Su llevamos años bailando y eso se nota en nuestra química, el imbécil no sabía ni hacerlo, de hecho solo hacía movimientos de pelvis como un perro que se quiere aparear. De repente sonó una salsa, la Su no ha aprendido a bailarla en todos estos años, como que es negada para eso, pero en cambio Teresa, ella si sabe, las parejas de la mesa dijeron que bailemos como cuando éramos compañeros de universidad y nosotros les seguimos el juego, la miré y ella a mí, nos perdimos en el baile. No hicieron falta palabras nuestros cuerpos se movían solos, con una coordinación perfecta, rocé su cuello con mis labios y ella deslizaba sus manos por mi pecho, hasta que recordamos que su pololo estaba ahí, la canción terminó y nadie dijo ni una sola palabra, al parecer todos se dieron cuenta de que entre nosotros había pasado algo más, pero nadie quería hacer mención de aquello, hasta que el silencio fue interrumpido por la desagradable voz del tarado.
- Bailas bien. - dijo bastante enojado.
- Gracias. - le respondí y me hice el loco.
El resto de la noche fue más que incómodo, el tipo me miraba con ganas de matarme, la Tere no sabía qué decir, en un momento discutieron y él se puso a beber mucho, ya era avanzada la madrugada, yo evité acercarme a la Tere durante el resto de la noche para no incomodar más, la Su en un momento me preguntó si yo sentía algo por la Tere a lo que yo dije no y agregó "lástima, ella aún se muere por ti, Gato". El novio de Teresa terminó muy ebrio, tanto que tuve que llevarlo a su cabaña por insistencia de la Su, lo recosté en su cama, él le dijo a la Tere que se apresurara pues tenía ganas de su postre y luego comenzó a roncar. Yo salí de su cabaña y la Tere me acompañó.
- Gracias por ayudarme a traerlo. - me dijo.
- De nada, todo para que no sigas pasando vergüenza con el weón. - le dije riendo.
- Fue lindo volver a bailar contigo. - mencionó sonrojada.
- Sí, fue exquisito. No quería que se terminara ese momento. - dije con nervios.
- Yo tampoco. - susurró y me besó como antes lo hacía, yo respondí a ese beso con toda la pasión que tenía contenida, las olas solo hacían más romántico el momento, todo era perfecto, de no ser porque su novio gritó desde la habitación: "¡mi postre!".
Ése fue mi baño de realidad, ella está con otro, me fui sin volverme y me mortifiqué pensando que el idiota, más idiota, se iba a comer "su postre". Fui a la orilla de la playa donde me senté a mirar las olas en la madrugada, al rato llegó la Sú con una copa de vino, no dijo ni una sola palabra solo me sirvió una copa y se quedó a mi lado, para concluir con un consejo para la vida.
- ¡Ay Gato, Gato! Las mujeres somos orgullosas y no nos gusta reconocer cuando nos hemos equivocado, ella se equivocó y lo sabe, se le nota. No hagas nada, no la llames, este es el momento en que debes dejar que ella haga catarsis y deje atrás su orgullo para darse cuenta de lo que tú eres para ella. Cuando ella se de cuenta de eso, terminará pidiéndote volver a ser algo para ti.
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Lembranças
RomanceUn pequeño intento por hablar del reconstruir una vida puesta en clave de novela.