60

1.6K 116 21
                                    

Cuando Mía llegó acá no le gustaba celebrar absolutamente nada: ni navidad, ni año nuevo, ni San Valentín, ni su cumpleaños

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando Mía llegó acá no le gustaba celebrar absolutamente nada: ni navidad, ni año nuevo, ni San Valentín, ni su cumpleaños. Cuando la traje era una niña muy solitaria, algo callada y casi nunca sonreía.

Su inteligencia era tremenda, pero no podía entender como una niña que media menos de metro y medio podía hacer grandes cuentas matemáticas, aprender idiomas, tocar más de tres instrumentos y que le gustase el deporte, para mí era realmente impresionante.

Algo que nunca le dije a nadie es que antes odiaba a los niños, esto para el Gilbert del pasado hubiera sido una buena broma en el bar con los chicos de siempre. Siempre pensé que eran absolutamente molestos y que era muy difícil saber que necesitaban y querían, así que me limité a conocer a los niños de los amigos de mis hermanos y cosas así. Pero cuando vi a Mía fuera de mi bar, algo loco se me pasó por la cabeza y todos los años anteriores son historia.

El punto es que poco a poco la fui ayudando a Mía a seguir adelante con pequeños pasos como la navidad, año nuevo, el conejito de pascua, y su cumpleaños.

Y vaya que le encanta su cumpleaños. Diría que es su día favorito en el año, lo espera con tantas ansias que cada vez que compró una agenda, calendario, o cualquier cosa con días, Mía se encarga de poner mi cumpleaños y el suyo.

Y adivinen que: hoy mi pequeña está de cumpleaños y yo no podría estar de lo más contenta.

Llevamos haciendo la cuenta atrás más de dos semanas y puedo apostar que no ha dormido nada.

Así que entro silencioso a su habitación, esperando no hacer ruido, con la bandeja del desayuno en mis manos, y comenzando a cantar la canción de feliz cumpleaños.

Ella inmediatamente salta de su sueño y se sienta en la cama, esperando a que le ponga la bandeja en la cama y a para que al terminar de cantar pueda darle el tan esperado beso de cumpleaños.

—¡Pancakes!—exclama de la emoción.

Yo me siento a su lado y le doy otro beso.

—Feliz cumple pequeña mía—tras darle un par de besos más la miro—¿Estás emocionada por hoy?

Ella asiente.

—¡Claro que sí! Va a venir, Olivia, y todos mis casi tíos, ¡Y por fin voy a tener mi conejo!

Yo intento tragarme todos mis pensamientos antes de que alguno se escape de mi boca y haga sentir mal a mi pequeña.

Pero debo decirlo aunque sea en mis pensamientos: ¡Maldito conejo!

No sé dónde Mía sacó la idea de tener un conejo, y pasar a insistirme día sí y día también de que quiere uno. No quiero ninguna animal en mi casa, y menos un conejo. Creo que destrozaría mis zapatos, muebles y objetos valiosos que tanto me ha costado obtener.

Sé que se va a desilusionar un poco, pero es un no rotundo. Así que por eso me destacaré más en decoraciones, actividades y otros regalos, para que centre su total atención en ellos y no en el conejo que no va a recibir.

Además de que sería el primer cumpleaños en el que solo invitaría a Sadie y a Olivia tras lo ocurrido hace meses.

—Cuando acabes aquí, te vas directo a la ducha y a cambiarte, te quiero lista para cuando llegue el maquillador y el estilista.
—¿Va a cortar mi cabello?—pregunta preocupada.
—Cariño, lo llevamos conversando toda la semana, serán solo las puntas, te peinará y se irá, nada más.

Ella suspira resignándose, yo también adoro su cabello, pero si está dañado, hay que ayudarlo un poquito.

×××××××

—¡Te deseamos todos, cumpleaños feliz!—ella sopla feliz las velas de la tarta y todos aplaudimos al final.

Su sonrisa me dice todo lo contenta que está, y yo no podría estar de lo más alegre. No puedo creer lo grande que está, ¿Quién me lo hubiera dicho?

Tras comer la tarta, llega el momento regalos, a lo que yo tiemblo. Menuda decepción se llevará al no ver un conejo en los regalos.

—Espero te guste—le dice Olivia.

Ella lo abre ilusionada y es un ukelele nuevo. Le da la gracias y así pasa a abrir mis regalos, quedó un poco triste al no ver al conejo, pero siguió sonriendo y abriendo sus regalos y dando las gracias a todos, hasta que llega el turno de Chase.

Le entrega una caja grande con un gran moño de color blanco y ella lo abre y cuando pega un gritito de la emoción yo casi me desmayo.

Chase le ha regalado un conejo. UN CONEJO. No le pienso contar más nada al cabrón.

—¡Gracias tío Chase!—dice alegre dándole un abrazo—¡Me quería engañar papi! Que me lo ha dado el tío Chase.

Yo le doy una sonrisa y cuando él me voltea a mirar yo lo miro seriamente con la mirada.

Cuando Mía se pone a jugar con el conejo junto con Olivia y Sadie, yo aprovecho de hablar seriamente con él.

—No me puedes hacer esto.
—Mira a la niña, está súper feliz.
—Chase, tenías que preguntarme antes. No puedo hacerme cargo de un conejo, y ahora tendré que soportarlo hasta que la niña se vaya a la universidad.
—Venga hombre, no te enfades conmigo. Que tu niña quería uno y yo se lo di.
—Te dije expresamente que me estaba volviendo loco con lo del conejo y que no se lo iba a comprar, y viene tu de "tío cool" a darle uno, ¿Estás chiflado?
—Lo siento—dice con todo cansado.
—Dejalo así, ya no le puedo quitar la ilusión.

Y me doy media vuelta a ver qué tal el bendito animal.

—Le puse Quicky como el de mi chocolate.

Yo río y lo dejo estar. Mi niña es feliz, es todo lo que me importa. Podía ser feliz sin el animal ese, pero es lo que me tocó y tendré que cuidarlo.

××××××××

Holi! Bienvenidos de nuevo :)

Me tarde un poco más de lo esperado xd, pero aquí está, espero les guste :)

Intentaré estar más activa, los quiero mucho, Lili 🦋✨

Pequeñas lecciones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora