3.Secretos que Guardan los Troncos

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La primavera era la época favorita de la castaña, amaba el verde que los arboles tenían en esta época, pero más amaba el aviso que la llegada de la estación anunciaba. Con el comienzo de el calor, venía el recordatorio de que estaba cerca de tener un aniversario con su pareja, era una alerta de que debería comenzar a preocuparse por qué debía regalarle al Uchiha.

Para Rin, la primavera era lo más hermoso que podía existir después  de Obito, y solo era hermosa porque parecía que con la llegada de esa época también había llegado su amor.

O eso le gustaba aparentar.

Hace un día exacto, Minato había enviado a su equipo a una misión, o a los que quedaban, es decir, ella y Kakashi, y a Yamato recién integrado; era una misión considerablemente sencilla, llevar un tratado de paz a la Aldea de la nube, la única complicación que podría surgir en el trayecto sería algún atraco, algún disturbio de la naturaleza, o la mala suerte.

Por ahora, el recién integrado equipo decidió descansar en las cercanías fronterizas de Yuugakure y Kumogakure, y justo ahora se encontraban recibiendo al rocío de la mañana, cada uno haciendo alguna tarea diferente. Rin se encontraba rellenando las cantimploras con agua de un rio cercano, mientras Yamato daba su segundo estirón y Kakashi acababa de revisar los alrededores, asegurándose de prevenir cualquier altibajo.

Al volver a su improvisado asentamiento, el platinado pasó por detrás de la castaña, y como un coqueteo despistado, se posó a su par y pasó su brazo por detrás de la mujer, sin previo aviso, dándole un apretón de culo. 

—Bonito día Nohara— saludó, en un tono que ambos sabían a que se debía, sin embargo la de morado no hizo más que sonreír y relamerse los labios.

—Creo que deberíamos empezar a movernos— habló Yamato haciéndose el de la vista gorda

—Pero no hemos desayunado— habló por otro lado la fémina, la cual se encontraba entregándoles sus cantimploras correspondientes a ambos.

Sorprendentemente, no hablaba con falsa inocencia, no sabía que el segundo hombres al mando ya se encontraba despierto, Yamato era silencioso, caudaloso, independientemente de la situación, por lo que no era de sorprenderse que no hubiera hecho ni un murmullo al momento de despertar. Sin embargo, Kakashi era un tema diferente, el si se había dado cuenta de que su compañero estaba despierto, y había hecho aquel acto casi de manera intencional para ser visto por él, pero ¿Por qué? Bueno, lo que había iniciado como un jugueteo había escalado a más, y le estaba cansando tener que guardar apariencias con medio mundo en cuanto a su "relación, que no es precisamente una relación" pero que "ellos entendían" según las palabras de la propia mujer que ambos hombres compartían, sin que al menos Obito lo supiera.

—Podemos comer en cuanto lleguemos, ¿No? Kakashi— una mala mirada apareció en cuanto los ojos del castaño se movieron de la mujer al varón que se encontraba parado a la par de ella, lo juzgaba con ayuda de sus de una u otra forma horríficos ojos.

—Claro, a parte, cuanto más rápido regresemos mejor— el platinado colocó la  palma de su mano en la espalda de la mujer, como intentando alentarla, calmarla, relajarla, muchas cosas que Yamato podía y sabía como describir, porque era lo mismo que Obito hacía.

—Además, ¿Ya casi es su aniversario, no?— inquirió, el castaño, ahora observando a Rin, la cual, tras pasar saliva, asintió rápidamente—Seguro tiene preparada alguna buena sorpresa, siempre se encarga de que media aldea se entere— retomó su palabra recordando el aniversario pasado de los aparentes dos enamorados.

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