El accidente más Bello

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En una pequeña casa se encontraba un pelimorado dando vueltas por toda la sala, estaba tan inquieto que no logró ocultar su preocupación hacia su acompañante.

- ¿Estás segura?, es que algunas veces esas pruebas no son muy efectivas - dijo mirando a la aguamarina que se encontraba sentada en el sillón.

- Querido estoy más que segura, me he hecho más de una prueba y el resultado de todas ha sido positivo. - Explicó ella con determinación.

El mayor no sabía como reaccionar, la noticia le había impactado más de la cuenta.  Al parecer su hermosa novia se encontraba embarazada, pero él tenía mucho miedo acerca de la decisión que tomaría ella.

Varias veces él había escuchado de situaciones en las que algunas mujeres abortaban o simplemente después del parto entregaban en adopción a las criaturas. 

Pero él estaba seguro que su Miku jamás haría algo tan inhumano como quitarle la vida a alguien y mucho menos al feto que crecía en su aún no notorio vientre, pero debía admitir que le aterraba la idea que la joven decidiera entregar al bebé a una familia.

- Miku, ¿Tú lo quieres? - Preguntó serio mirando directamente a los ojos de la chica.

- Gakupo, mi amor es más que eso - La aguamarina caminó directamente a él y lo abrazó cariñosamente, susurrando a su oído ella dijo - Yo desde que supe lo amo.

El rostro del samurái reflejaba asombro, sus mejillas estaban levemente sonrojadas,  su corazón palpitaba a un ritmo un poco más acelerado de lo normal, pero sus pensamientos estaban enfocados en ese pequeño ser que algún día sería su hijo o hija. 

Entonces en ese momento supo que jamás podría apartarse de la peliaqua, porque la amaba profundamente al igual que el sincero amor que empezaba a sentir por esa pequeña o ese pequeño.

- ¿Qué piensas tú? - preguntó algo nerviosa la joven a su amado, pues creía que tal vez él no tenía planes de tener un bebé y mucho menos tener uno de manera inesperada.

En ese momento la chica no pudo evitar empezar a soltar pequeñas lágrimas, pues no toleraba la idea que Kamui se fuera y la dejará sola con su pequeño bebé. Ella amaba demasiado al pelimorado y no quería que se fuera de su vida para jamás nunca regresar.

El mayor no tardó mucho en darse cuenta que su novia lloraba, pues su kimono se sentía húmedo y ella soltaba pequeños sollozos. 

- ¿Qué sucede cariño? - preguntó con preocupación, levantando el mentón de la chica.

- Gakupo, ¿Estaremos juntos siempre? - cuestionó ella viéndolo a los ojos aún derramando lágrimas.

- Pienso que el destino nos unió, para que nuestras vidas sean entrelazadas hasta el final de nuestros días. - Respondió él secando sus lágrimas. - ¿Pero sabes algo? 

Ella atinó a negar con su cabeza.

- Soy tan egoísta que a mi no me bastaría con solo al final de nuestra vida, el amor que te profeso es tan inmenso, que te buscaría por miles de mundos hasta encontrarte y estar a tu lado por el resto de la eternidad. - Contestó el sellando su promesa con un tierno beso en los labios.

A la joven no le quedó ni una sola duda de que él era, es y siempre será el hombre de su vida, de él se enamoró, ella lo eligió y él a ella. El destino quería que fuera así y como el dijo, a ella también no le bastaría con estar juntos al final de la vida, estaría completamente satisfecha por el resto de la eternidad.

-En cuanto a nuestro tesoro - dijo el samurái acariciando el vientre de su novia - te aseguro que lo amo tanto como lo amas tú, lo único que deseo es estar a su lado siempre.

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