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            Esa noche soñé con Sergio cogido de la mano con Rosana. Me desperté sobresaltada. Todavía no había podido darme a la idea de que ya no estábamos juntos. Él seguía siendo mi novio a mis ojos, pero se ve que me lo ha vuelto a hacer... Sergio ha cambiado muchísimo, y no va a volver a ser el de antes nunca más.

Estoy tumbada en la cama, mirando al techo, sin ganas de nada, ni siquiera de contárselo a alguien. Lo que me parece realmente increíble es que ayer se lo contase a quien menos me lo esperaba... a Mauro.

No es un mal tipo. Es atento y observador, pero solo me fijaba en que fumaba porros y se los pasaba a Sergio. No vi su interior. Ya no me cae tan mal.

Ayer me estuvo escuchando todo el rato y me intentaba dar su opinión sin querer entrar del todo en el tema, ya que Sergio es su amigo y no va a hablar mal de un amigo.

Me siento vacía. Vuelvo a tener la sensación de que me falta Sergio, pero que él está muy bien acompañado.

Por un lado, estoy tranquila porque sé que Rosana está con Gabriel y se ve que son una pareja que se quiere y no se harían daño; pero, por otro lado, recuerdo la complicidad que había entre esos dos desde el día en que la conocí, y me pongo histérica.

Mejor no contarle nada de esto a Sonia, porque me dirá de todo por haber vuelto a caer en las garras de Sergio hace cuatro meses.

Cuando le dije que había vuelto con él, no hizo falta que hablase porque su cara de asco ya lo decía todo. No obstante, acabó suspirando y diciéndome que estaría para cuando me volviera a dar el palo, porque afirma que tiene visto y comprobado que los mierdas como él no cambian.

Sin embargo, creo que por ahora es mejor que no sepa nada del asunto. Ni de Sergio ni de Mauro, porque entonces pensará de todo y me pondrá la cabeza como un bombo.

El móvil suena. Miro hacia la mesita de noche y vacilo entre cogerlo o no. Una parte de mí desearía que fuera Sergio, y la otra parte desea que sea una notificación de que va a llover.

Finalmente, cojo el teléfono y puedo leer un mensaje de Mauro preguntándome si quiero volver a salir con él esta noche.

Bueno, al menos es una distracción. Así charlo un rato y salgo a fumarme un par de cigarros para la ansiedad que tengo.

Suspiro y le contesto que sobre la misma hora debajo de mi casa de nuevo, como ayer. Él mantiene mi conversación abierta porque veo que el tic se vuelve azul nada más llegarle mi mensaje. Me confirma que va a venir. Ya tengo plan para esta noche. Será mi pequeña venganza personal.

Hoy decido arreglarme un poco más que ayer. Quiero sentirme guapa, aunque no me sienta bien conmigo misma.

No he comido nada durante todo el día. Tengo el estómago cerrado y no me apetece nada, solo estar tumbada en la cama mirando el techo con el sonido de la televisión de fondo.

He estado un rato con los auriculares puestos escuchando música, pero casi todas me recuerdan a cuando las cantaba en el coche de Sergio yendo a la playa. Todo me recuerda a él, y me deprimo.

Mauro tarda en llegar, y tampoco me manda ningún mensaje ni me da señales de vida. No creo que haya cambiado de idea y al final no venga pero, por si acaso, todavía no voy a ponerme los zapatos.

Llega más de media hora tarde. Bajo y me subo en el coche. Está raro, algo le pasa, pero tampoco quiero preguntar.

El silencio abunda en el coche durante el trayecto. No sé a dónde me está llevando. Entramos en un carril de arena y estamos subiendo un monte.

Fantasías ocultasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora