VI

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Cartas/Notas de amor

Advertencias/ recomendaciones: por favor no trate de encontrar sentido al siguiente One-shot. Posibles errores ortográficos y/o gramaticales.
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Deidara era molesto, un chico demasiado explosivo y extraño para la comprensión de sus simples mentes.

Para todos era fácil alejarse del bonito pero malhumorado chico al verlo llegar con aquella expresión de muerte al salón de clases, no importaban las razones, que si su arcilla había desaparecido de manera misteriosa o si eran los maze-gohan que aparecían casi por arte de magia en su taller. Y sin embargo la desastrosa aula de "akatsuki" lograban compartir un mismo sentimiento de pena al ver al colérico rubio desquitarse injusta y violentamente con Obito, el dulce y servicial kohai del artista.

La vicepresidente, Konan, volvió a limpiarse una lagrima falsa al ver a él sonrojado rubio sujetar con fuerza al azabache por el uniforme, gritándole una y otra vez que era un idiota mientras el otro solo atinaba a reír tontamente y preguntarle con fingida inocencia qué era aquello por lo cual pataleaba cómo un niño pequeño.

-Senpai, ¿Por qué Obito-san sigue haciéndole caso?- pregunto Ajisai a su lado, que al igual que ella, miraba con curiosidad la exótica escena, ambas rezando internamente por el pobre azabache.

Konan giró la cabeza con confusión, Ajisai tenia razón, aquello no tenia lógica. Obito era un chico alto y atractivo, con aquellas cicatrices que lo hacían ver mucho mas imponente y dominante de lo que el dulce chico jamas podría ser. Tenia a decenas de chicas, y algunos chicos, a sus pies. Simplemente un ángel demasiado puro y bromista en manos de un artista demasiado histérico, incluso llegó a preguntarse si no se trataba de alguna clase de brujería o chantaje para mantener apresado a Obito, un gélido escalofrió recorrió su espalda antes de que la profesora Anko entrara. Ya tendría tiempo de salvar esa pobre alma en pena mas tarde.

Mientras tanto, Deidara se retiró a su asiento con las mejillas coloradas y esa estúpida mirada que tanto lo irritaba siguiéndolo con burla. Ya se encargaría de tratar de ponerlo en su lugar más tarde.

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Todo se había ido directo al carajo. Pensaba el rubio mientras avanzaba a pasos torpes y desganados hasta su sala de tortura privada. Para su desagrado, su inocente dolor de cabeza ya se encontraba ahí, sentado alegremente mientras tarareaba una dulce y burlona canción para niños. Al verlo pasar sólo le dirigió una pequeña y dulce sonrisa antes de volver a voltearse a seguir contando un pequeño montón de coloridos y, a su parecer, desagradables caramelos.

Deidara siguió caminando, dejando pasar poco o nada el nerviosismo a su rostro. O por lo menos lo intento antes de acercarse con miedo al grupo de adolescentes que cuchicheaban con emoción al rededor de su escritorio. Cómo pudo, se abrió paso a través de la multitud para mirar con miedo y vergüenza el objeto de admiración y confusión de todos sus molestos compañeros.

Un pequeño sobre de colores pasteles adornado con decenas de corazones reposaba tranquilamente sobre su asiento acompañada de un bello lirio fresco. Todos se apartaron risueño al ver al joven y pálido rubio sonrojarse hasta las orejas.

En una de las esquinas y con letra desprolija se alcanzaba a leer:

"¡Que tengas un gran día, amor! Gracias por tu "cariñoso" regalo de hoy ;) "

-Tobi <3

-¡Vaya, Dei- chan! Pensar que incluso alguien cómo tú podría ser tan "cariñoso"~. Que no te de vergüenza ser así con nosotros- Pronunció Hidan mientras pasaba con confianza uno de sus brazos sobre los delgados hombros antes de ser jalado por el cuello por Kakuzu, que había logrado disipar la multitud con sus amargadas quejas cuando su alboroto había impedido que continuará contando su dinero.

Bombones | TobiDeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora