La Familia Valkrie - El Comienzo (Saga La Familia Valkrie 1)

Capítulo 2

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Diez años después...

Las Cruzadas habían disminuido su amenaza, pero no habían terminado. Aún podrían estarse llevando a cabo en Asia, pero la posibilidad que llegara a Europa y cruzara la distancia marítima hasta Inglaterra, seguía latente.

Por el momento, toda Gran Bretaña podía seguir disfrutando de un poco de paz y tranquilidad.

Y un par de jóvenes conocía eso a la perfección.

Con diecisiete años, Albión había logrado hacer realidad cada deseo de su padre. Con entusiasmo y dedicación, Albión había logrado dominar el arte de la espada a la perfección, superando a su propio padre. Mientras su padre se encontraba en la herrería, Albión lo ayudaba en todo lo que podía. En otras ocasiones, tomaba clases de esgrima con los soldados del rey. Curiosamente, algunos de los soldados más experimentados fueron capaces de atar cabos y relacionaron al mismo rey Alphonse con él y sus padres, pero mantuvieron todo en absoluto secreto.

Como cualquier joven de su edad, Albión no sólo forjó lazos de amistad con los soldados de su tío. En el pueblo mismo, Albión conoció a un joven de su edad. Durante su infancia, sólo se habían visto un par de veces. Pero el destino tenía pensado otra cosa para ellos. Cuando Albión comenzó su entrenamiento con los soldados de su tío Alphonse, se reencontró con aquel niño que sólo conocía de lejos.

Garnik Ryder, así como Albión, era el hijo único de un matrimonio que compartía la misma condición económica de la familia de éste. El padre de Garnik trabajaba como minero en un importante yacimiento de oro. La minería, así como la herrería, eran los rubros que entregaban mayores recursos económicos, seguidas por la carpintería y la agricultura, así como el área pesquera y la crianza de ganado.

Fue en el campo de entrenamiento real, donde Garnik conoció a Albión en persona, con quien terminó entablando una sólida y poderosa amistad. De vez en cuando, las familias Valkrie y Ryder se reunían, generalmente, para cenar. En aquellas íntimas reuniones, los jóvenes se deleitaban contando con todo detalle lo que les ocurría en sus jornadas de entrenamiento.

Un día, Albión y Garnik regresaban a sus casas después de una productiva jornada de entrenamiento. La primera parada que hicieron, como cada día, fue en la herrería, donde encontraron a Armand.

−Llegan a tiempo− les dijo Armand a modo de saludo.

Ambos jóvenes se miraron con curiosidad.

Armand se reunió con los jóvenes y les enseñó las partes de sus armaduras de entrenamiento que su hermano menor, personalmente, le había encargado forjar para ellos.

−Esto no era necesario, padre− le dijo Albión, sin tomarse la molestia en ocultar su sorpresa.

−El rey no piensa lo mismo− dijo Armand.

−¿Está diciendo que fue él quien pidió todo esto?− preguntó Garnik tan sorprendido como Albión.

−En persona− confirmó Armand.

Albión y Garnik se tomaron su tiempo revisando el trabajo que Armand había hecho.

−Tiene un talento impresionante, señor Armand− lo elogió Garnik, repasando los delicados tallados que decoraban la protección del torso.