Paz

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El sol se escondía manchando de naranja el cielo, las sombras en el pavimento se movían al compas de sus pasos. Tn caminaba sobre un pequeño tapial en la vereda haciendo equilibrio. Bakugou caminaba a su lado, sosteniendo su mano para evitar que cayera.

Un suave tarareo salía de los labios pintados de la chica, acompañando el sonido al caminar. La mano del rubio era grande y cálida, casi podía cubrir la suya, en algún momento, tímidamente, sus dedos se habían deslizado entre los espacios de estos hasta entrelazarse.

Cuando el tapial llegó a su fin, Tn bajó con un pequeño salto y amago con soltar la mano contraria, sin embargo esta no había aflojado el agarre en ningún momento.

Bakugou evitaba mirarla, mucho más avergonzado que ella pero sin intención de echarse para atrás. Tn sonrió y reafirmó el agarre, los músculos tensos del rubio se relajaron. Continuaron su camino, con los pasos alineados y sus manos unidas meciéndose. — Me gusta mucho cuando atardece, el cielo se pinta de unos colores preciosos. Y simplemente me siento en calma. — La miró de reojo mientras ella hablaba, se veía tranquila y bonita.

— Yo también me siento en calma, cómodo. Siempre me siento como una bomba a punto de explotar, con el pecho lleno de ira. Pero ahora estoy en paz.

Tn lo miró sorprendida, el cosquilleo en su estómago le recorrió el cuerpo y se detuvo en su pecho llenando de calidez y alterando el corazón. — Me gusta cuando estas así, pareces feliz y no hay rastro del enojo que siempre veo. Eso me alegra.

Cuando el sol finalmente desapareció se detuvieron frente a la casa de Tn, era sábado así que no volverían a la residencia. Sus manos se soltaron y la chica sonrió. — Estaba muy sorprendida cuando me invitaste a salir, debo admitir que también muy nerviosa. Pero la pasé increíble, gracias. —

Apoyó su peso en las puntas de los pies y se inclinó hacía el rubio, dejando un pequeño beso en la mejilla de este. — Nos vemos el lunes, Bakugou-kun. —

Antes de que pudiese darse la vuelta y entrar a su casa, un brazo musculoso atrapó su cintura y la acercó. Tn se vio envuelta en un delicioso aroma masculino, su cuerpo fue aprisionado contra el pecho de Bakugou. Se encontró con el rostro del rubio a centímetros, podía ver a duras penas sus poros y unos pequeños y casi imperceptibles granitos en su respingada nariz. La sombra de la barba que empezaba a crecer y sus ojos con largas pestañas que la atraparon de inmediato.

No tuvo mucho tiempo para pensar cuando algo cálido se poso sobre sus labios. Bakugou estaba deslizando sus labios levemente resecos por los suyos, con una delicadeza y timidez casi desconocida.

Como declararse a Bakugou sin morir en el intento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora