04 | Tanjiro Kamado

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—Bien, entonces ya me voy —dije preparandome para emprender rumbo al monte Fujikasane para participar de la selección final —¿no vas a desearme suerte, ni nada de eso? cruel. Si me muero allá te vas a quedar solo solín solito, debe ser horrible vivir el resto de tus dias sin tan maravillosa y encantadora persona cerca ¿eh?

El tío Daiki solo rompió en carcajadas y me abrazó.

—Confío en ti, enana —se separó y besó mi frente con dulzura —suerte.

Daiki era consciente de mi rango de poder en comparación al de los demonios que se encuentran encerrados en esa montaña. No corría ningún preligro.

Sonreí orgullosa, totalmente decidida y confiada.

—Vuelvo pronto, intenta no llorar ni nada de eso conmigo lejos —me despedí.

—Lárgo de aquí —dijo intentando fastidiar pero se le notaba a kilómetros la alegría y el orgullo en su voz, y no solo en su voz, irradiaba una vibra inmensa de emoción, lo cual me hizo sentir muy enérgica.

Voy a volver de esa montaña sin un solo rasguño.

Me despedí y enprendí camino.

Como futura cazadora, ahora mismo, lo único que espero es no tener que viajar sola todo el tiempo a misiones. Detesto estar sola, no lo soporto, el sentimiento de angustia es insoportable.

Al parecer llegué algo temprano, aún no eramos ni 10 personas.

Este lugar era bastante bonito, quien diría que aqui hay un montón de demonios esperando a que caiga la noche para darse festín. Esos malnacidos.

—¡Ey! —alguien llamó mi atención, sin embargo lo ignoré, pude sentir a la perfección la vibra de este tipo desde que llegué, es la mas fuerte de todos los de aquí, pero no precisamente me refiero a algo bueno —¿acaso eres sorda también? te estoy hablando —se acercó a mi. Dios mío, por qué.

—No estoy sorda, ni ciega. Lárgate, tu aura me repugna —respondí intentando que mis palabras no sonaran tan violentas, fallando estrepitosamente.

—¿A quién crees que le hablas así, mocosa? —se acercó más aún y empujó mi hombro —y por qué carajo llevas esa venda si no estás ciega, ¿eh? —la tomó y la arrancó tirándola al suelo. Estoy haciendo un esfuerzo sobrehumano para no desenvainar mi katana y cortarle las manos a este tipo.

—Oooohh, ya veo. Ufufufu, ¿te gusto, acaso? —abrí los ojos un par de segundos solo para regocijarme viendo su cara. Todo un poema —estás muy interesado... tal vez después de la selección podamos ir a dar un paseo, ¿que te parece? —sonreí sádica. No hay razón para llegar a los golpes, basta con pagarle con la misma moneda.

—Tú, maldita —alzó su puño para golpearme. Iba a dejarlo atacarme para hacerle una llave y tirarlo al suelo, pero...

—¡¡Ey!! —alguien lo detuvo. Que vibra tan peculiar... —¡¿Qué crees que haces?! ¡¿Piensas golpear una niña!? —reclamó aún sin soltar el brazo del tipo. ¡¡¿Cómo que niña!!?

—Y a ti que, maldito metiche. ¡Suéltame ya mismo! —forcejeó para soltarse pero el otro chico se negaba a soltarlo.

—Disculpate con ella —exigió molesto.

—¡No pienso hacer esa ridiculez! ¡¿Quién te crees?!! —siguió forcejeando haciendo que el otro chico hiciera más presión en su brazo.

Bueno, esto se está poniendo feo. No es que me moleste que le del una lección a este tipo pero tampoco quiero que este chico se involucre más de lo debido, el problema no es con él.

Riptide | Kimetsu no YaibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora