Mientras se toma la primera copa de vino de muchas – Mu Qing jamás ha bebido, pero sabe que hoy se terminará la botella solo – recuerda la primera vez que le habló a Feng Xin cuando tenían 8 años.
Ambos con las rodillas raspadas, llorando a mar tendido y con las mejillas rojas de tanta lágrima y gritos, sus madres mirando a la otra con una mezcla de vergüenza y un cariño interminable por sus hijos. Y ellos aun peleando por quién tendrá el último caramelo en la fiesta de cumpleaños de Xie Lian.
Los padres de Xie Lian terminan dándole una bolsa de golosinas exactas a ambos. Y lo saben, porque revisaron a vista y paciencia de los asistentes mientras el cumpleañero contaba cada uno de los dulces. Y de ahí no paró la competencia entre ambos.
El vino le calienta la garganta cuando las memorias siguen fluyendo por su cabeza.
Cuando competían por sus notas: Feng Xin le iba mejor en matemáticas y ciencias, Mu Qing le agraciaban las letras y la historia. Ninguno era bueno para lengua extranjera así que allí dejaban salir su peor cara.
Los dos tomando deportes distintos aunque igualmente haciendo par de sus logros y triunfos. Las medallas por esgrima de Mu Qing a nivel regional y nacional mientras Feng Xin seguía con sus lazos y trofeos por arquería.
Los temblores cuando la familia de Xie Lian tuvo que huir – tenían 14 y no entendían qué era un cambio de gobierno, que el papá de Xie Lian era ministro y lo perseguían así que debían esconderse y huir, que Feng Xin y Mu Qing debían olvidarlo para que no estuvieran en peligro, de cómo la mano de Feng Xin le apretaba la suya cuando vieron el auto partir con su amigo del alma.
De como a pesar de todas las cosas entre ellos, Feng Xin fue a verle cuando su madre murió, mojado como un trapo y agarrando a Mu Qing de las solapas de su chaqueta y lo dejó llorar por horas y horas. No importó que la lluvia cayera a monzones y que Feng Xin siempre tuvo problemas con la lluvia.
Ese día se quedó dormido en el pecho de Feng Xin y supo en ese instante que...
Al servirse su segunda copa de vino, una mujer se sienta al lado de Mu Qing, interrumpiendo sus pensamientos.
-No esperaba verte en este estado ¿Desde cuándo bebes? – Ella abre su cartera sin preocupaciones. EsJian Lan, la ex novia de Feng Xin y amiga en común de ambos. Ella le quita la copa y la bebe con cuidado. Jian Lan siempre fue una buena amiga con él, incluso cuando salía con Feng Xin y ahora que no sale con él sigue la misma disposición de siempre. No sabe por qué no están juntos pues no ve las lágrimas o las discusiones que suelen acompañar los quiebres amorosos. Se siguen hablando como siempre, como si en cualquier momento se fueran a agarrar de las manos y le dijeran a todos que les han gastado una broma.
Pero han pasado semanas y ninguno tiene deseos de volver con el otro ni se llevan mal. Y siguen pegados al otro. Y verles le revuelve el estómago a Mu Qing.
Es parte de por qué está bebiendo.
Y no, no lo va a reconocer.
Al menos no sobrio.
-Pues se me ha dado la gana. A ver si se me pega algún vicio, qué sé yo. – Mu Qing le responde mientras se pone de pie y saca otra copa de vino de una de las mesas cercanas a ellos y nuevamente se sirve. – Toda la vida sin mancha alguna. Termina aburriendo. –
Jian Lan se ríe por lo bajo.
-¿Y desde cuándo te ha importado lo que piense el resto de ti, Mu Qing? Déjales hablar y que se vayan al carajo todos ellos. – Es el turno de Mu Qing y su risa cómplice. Sigue mirando las facciones marcadas de Jian Lan y todavía se pregunta cómo es que Feng Xin no está con ella.
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in vino veritas
FanfictionCuando Mu Qing quiere sacarse algo del pecho, decide comprar una botella de buen vino y emborracharse solo. Lo que no sabe es que su velada puede terminar mejor de lo que cree.