Hoseok era el chico del río. Se la pasaba flotando por horas y horas, solo viendo como el tiempo transcurría a su alrededor... Entonces en una de esas ocasiones le encontré, y fue inevitable el no sentir curiosidad por alguien como él.
Pero había un...
En serio muchas veces me había preguntado si estaba loca o algo parecido, pero quedé en shock cuando aquel hombre de ojos preciosos se levantó y tan solo dando un paso fuera del agua pareció comenzar a desvanecerse con la suave brisa que pasaba por el lugar.
Mis párpados se juntaron repetidas veces intentando procesar lo que había visto.
—No eres un pez, pero definitivamente un humano no hace eso que acabas de hacer.
—Lo sé...
Guardamos silencio unos cuantos segundos. La situación no llegaba a ser incómoda, pero era así porque era de una naturaleza tan rara que no habían palabras para describir cómo estaba el ambiente. ¿Tenía miedo? ¿Por qué no salí corriendo apenas vi que su mano se desvaneció lentamente en el aire? Eso no era normal, común, trivial o como se pudiera decir.
—¿Acaso... tienes un nombre?
—N-no lo sé —él parecía más asustado e inquieto. ¿Yo era la verdadera rareza?—. Puedes decirme el chico del río. Una vez alguien me nombró así.
El chico del río. No era un apodo muy común y si lo pensaba bien, le iba.
—Bien, yo soy Jihae. Eh... ¿Es un gusto?
Todo era muy surreal. Estaba hablando con un ser que por poco desparece frente a mí, que por lo visto no podía salir del río y que para más tenía unos ojos que de alguna extraña forma parecían hipnotizarme. Y si bien estaba buscando nuevas experiencias, no esperaba encontrarme con él en medio del bosque.
—El gusto es mío —se dirigió a mí un tinte de timidez en sus palabras—. Por cierto, ¿a qué has venido aquí? ¿Te vas a quedar en el sector o estás de pasada?
Darle esa información no parecía lo más seguro, pero ya todo era tan raro que responder sus dudas parecía algo insignificante. Si él mismo me había demostrado que no podía salir del río tampoco me pareció un peligro potencial. Perfectamente podía escapar y perderlo de vista, literalmente.
—Me voy a quedar en una cabaña cercana para despejarme de la rutina de siempre. Mi familia antes venía aquí por las vacaciones, pero ya todos olvidaron este lugar, así que es perfecto para que nadie me encuentre.
Él me observó y una suave sonrisa se coló en sus labios. Sí, definitivamente ese hombre no era humano.
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