CAPÍTULO 3

1.2K 52 7
                                    

Alerta de crossover

Después de tomar un doloroso baño, lo único que hizo Black Hat fue descansar en su habitación. Lugar oscuro con una sola ventana roja, que dejaba pasar luz del mismo tono. Habían pasado horas, pero no sentía apetito ni ánimos de atender su corporación. No tenía la valentía de mostrar su cara tras todo lo que ocurrió. No era su culpa, ¿o sí? El doctor se aprovechó de él porque... él lo drogó.

Era su culpa. Él lo provocó.

Alguien tocó la puerta. Hat se sobresaltó y deseó que no fuera él. No quería soportar otra humillación, pero quien se asomó fue el adorable 505 con un plato de comida entre sus grandes patas cubiertas con un guantes blancos. 

—No quiero ver a nadie, vete por favor.

505 ladeó su cabeza tratando de se más adorable de lo que ya era y siguió adelante un par de pasos hasta llegar a la mesita de noche que estaba al lado de la cama de su amo. Dejó la charola que tenía el plato de comida y un vaso con agua y se retiró haciendo una reverencia antes de cerrar la puerta.

Sentía hambre, pero no podía levantarse y sentarse, era doloroso. Después de unos minutos, reunió fuerzas suficientes para sentarse, pero no pudo mucho tiempo y volvió a acostarse boca abajo.

—¡Maldición!

Justo cuando se había dado por vencido, la puerta de su habitación se abrió y el doctor entró con normalidad con un frasco entre las manos y una botella con agua. 

Black Hat al verlo sintió un hoyo en el pecho y la sangre bajando rápidamente. 

Estaba indefenso, débil. No iba a soportar ningún tipo de dolor, incluido el mental.

 Flug sabía que tenía aterrorizado a su jefe, pues sus ojos suplicaban piedad y sus delgados labios temblorosos le decían en silencio que se alejara. En cambio, el demonio no sabía qué estaba pasando, pues, el joven científico llevaba la bolsa puesta y no podía ver sus expresiones. 

De igual manera, agradeció que así fuera, pues, no iba a ser capaz de verlo a los ojos, esos grandes ojos color esmeralda que lo llevaron a su perdición.

—Estas píldoras son analgésicos que diseñé especialmente para su tipo de cuerpo, señor —puso el frasco y el agua a un lado del plato con comida—. Llamó aquel socio interesado en la droga, que llamé Lust Dust, y me pidió confirmar la cena de hoy y, como usted estaba descansando, la confirmé por usted.

Black Hat dejó de lado el dolor y se enfocó en su negocio.

—¿Por qué hiciste eso sin mi permiso? —trató de enderezarse, pero permaneció acostado.

—Porque es un buen negocio, le vi un futuro y oportunidades —respondió Flug sentándose en la orilla de la cama, cerca de su jefe.

—Retírate de mi vista, imbécil.

Flug rio y se levantó.

—Toma una píldora antes de comer para que estés bien para la cena —dijo mientras se dirigía a la puerta—. Si necesitas algo, házmelo saber, sabes el código de mi teléfono.

Tras cerrar la puerta, Black Hat se preguntó si de verdad el doctor confirmó la cena por el buen negocio o sólo quería torturarlo pasando vergüenzas con los socios. 

Volteó a ver el frasco transparente con las blancas píldoras dudoso, pues, ¿de verdad el doctor se tomó la molestia de crear un medicamento especialmente para él?

Ya al atardecer, cuando estaba por ocultarse el sol, Black Hat estaba como nuevo.

Salió de su habitación un poco soñoliento y entró a su oficina, pues están conectadas, recibido por un traje inusual perfectamente doblado en su escritorio. Se acercó a verlo y lo extendió. No le gustó, pues todo era de color blanco y azul celeste. 

De inmediato el nombre del científico vino a su mente, pues no cabía duda de que esa mala broma era obra de él. 

Puso los ojos en blanco y se dirigió a la cocina.

Casi al llegar, la puerta se abrió de golpe, dejando ver a una Demencia sonrojada.

Black Hat se paró de golpe y no quiso imaginar el contexto porque sabía que Flug podría estar involucrado. 

Pero tras observar bien a Demencia, esta se notaba normal, como cuando solía verlo con ojos de enamorada hacía unos meses...

Un momento, no se habrá enamorado ahora del doctor Flug, ¿o sí?

Volvió a verla para identificar algún rastro de violencia, pero estaba limpia, sólo esa estúpida cara de quinceañera enamorada.

Sin decir alguna palabra, entró a la cocina por un vaso con agua.

Flug lo estaba esperando.

—Señor Hat, el socio espera —dijo el joven al verlo. Estaba sentado usando su teléfono.

El demonio no podía creer lo que miraba.

Era Flug con una bata de laboratorio negra y guantes rojos. Debajo de todo había una camisa guinda con corbata negra y pantalón de vestir negro un poco ceñido. Traía su bolsa puesta. De inmediato imaginó su rostro y en especial sus ojos verdes.

¿Por qué chingados estaba pensando en eso? Ahora sabía por qué Demencia estaba rara.

Ladeó la cabeza para cortar sus pensamientos.

—Doctor, ¿qué significa el traje blanco sobre mi escritorio?

—Lo imaginé con él puesto y me agradó, pero si no lo quiere, use lo que le dé la gana.

Black Hat arqueó una ceja, tomó agua y se dirigió a su oficina. Vio el traje blanco y dudó, pero al final usó lo de siempre: traje negro.

En la limusina negra, camino al restaurante, el silencio llegó a ser incómodo. No había nada de qué charlar. Flug estaba en el teléfono texteando demasiado rápido, algo molesto. Cuando el demonio se animó a peguntarle un poco más de detalles del negocio, el teléfono del científico sonó.

—Escucha, no te necesito por hoy —miró a Black Hat y sonrió para sus adentros, luego regresó su mirada hacia la ventana—. Estoy ocupado, déjame en paz... no, si me vuelves a llamar juro que no me vuelves a ver —colgó.

El demonio moría de la curiosidad por saber de quién se trataba, pero, ¿por qué? 

El señor Nergal ya los estaba esperando en la mesa, con una sonrisa siniestra y la mirada fija en el maletín que el doctor Flug llevaba entre las manos.

¿Les agrada este socio?



Te necesito, doctor [PaperHat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora