Narra Miles
Me levantaron a las seis de la mañana, y no de una manera bonita.
— ¡Levántate, inútil! — Me grito una mujer.
— No soy un inútil — Me talle los ojos.
— Si no lo fueras, no estarías aquí — Me miro —. Oh, así que tú eres Miles D' Agreste... Me han hablado de ti.
— Salte, nos vamos a cambiar — Ella rodó los ojos y se salió.
Escuche un leve quejido y después vi a Jacob despertarse.
— ¿Qué...?
— Me bañare yo primero.
— Está bien, mientras yo saco los uniformes de la lavandería.
¿Uniformes?
Lo ignore y me metí a la ducha.
[...]
No ponía atención a nada de lo que decía la maestra; sólo podía ver a ese hermoso muñeco de porcelana que estaba frente a mí, concentrado en su libreta.
— ¿Entendiste algo? — Me pregunto, sacándome de mis pensamientos.
— ¿Ah?
— ¿Qué si entendiste algo?
— Hum... No.
— Yo tampoco. Pero ya acabo la clase, así que podemos irnos.
— Sí... Vamos.
Al salir no nos esperaba una linda comida o un lindo baño; nos esperaba entrenamiento.
— Veo que hay nuevos rostros. D' Agreste, preséntate.
Todos me miraron.
— Ah, hum... Soy Miles D' Agreste... Y creo que eso es todo.
— Bien, Miles D' Agreste, ¿sabes por qué estás aquí?
— No.
— ¿No, qué?
— No, señor.
— Bien. Estás aquí porqué tú eres un irresponsable niño de papi que a sus diecisiete años hace berrinches para conseguir lo que quiera — Todos ahogaron una carcajada. ¿Qué mierda es esto?
— Eso no es verdad...
— Oh, ¿así que ahora yo soy el mimado y niño de papi? — Imito un berrinche y los demás estallaron en carcajadas. No pude evitar ponerme rojo de la pena que sentía —. Silencio — Se callaron de inmediato —. Bien, señor D' Agreste, aquí hay tres simples reglas que si tú no sigues... no sobrevivirás — Hubo una pausa —. Brown, primera regla.
Un chico de estatura baja y pelo negro lacio se ajusto la garganta.
— No se permite salir de sus habitaciones después de las nueve, señor.
— Muy bien, Brown. Gámez, la segunda.
— No está permitido hablar con su superior sin un permiso previo, señor.
— La última, Petróv.
— No está permitido lastimar físicamente a nadie a menos que se le de permiso, señor.
— Al principio, chicos, esas reglas no existían, pero por personas como Miles D' Agreste, fueron creadas. Ahora, pondremos una nueva regla. Anota, Liv — Una chica delgada y con pelo rubio se levanto de su asiento y saco una libreta —. No está permitido hacer berrinches.
Todos soltaron una burlona carcajada, y yo sólo pude salir corriendo de ahí, con lagrimas en los ojos.
Era verdad, soy un hijo de papi que hace berrinches para conseguir lo que quiere.
Dios, soy un desperdicio de semen.
[. . .]
— Ya deja de llorar, Miles... Ese maestro así es, les gusta humillarnos. Cuando yo llegue, les dijo a todos que soy gay y que no se me acercaran o los contagiaría. Supe luchar con eso, seguro tú lo harás.
Me dirigió una tierna sonrisa, y yo se la devolví. Me daban ganas de lanzarme sobre él y besarlo.
— Gracias, Jacob... Enserio. Supongo que podré lidiar con esto.
— Lo harás.
— Ah, y para que sepas, eso que dijo es completamente falso.
— Seguro que sí.
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I don't wanna lose you
Ficțiune adolescențiMiles es enviado a un internado debido a que en casa lo miman mucho, y eso ha sido causante de su comportamiento grosero y mezquino. Ahí, conoce a Jacob, un chico amable y simpático. Ambos se hacen amigos y así, con la ayuda de Jacob, Miles se hace...