-que hago para que me perdones?- preguntó Leonardo cuando subieron al auto después de terminar de desayunar.
-odio que desconfíen de mi, no es algo que pueda perdonar tan fácil- dijo sin mirarlo.
-si quieres que me ponga de rodilla lo hago- dijo con sinceridad y ella rio.
-no quiero eso- dijo ella.
-entonces qué quieres que haga para que me perdones?- le pregunto poniendo el auto en marcha para llevarla a su casa.
-no quiero que vuelvas a desconfiar de mí- dijo sería.
-no lo volvere ha hacer lo juro- dijo.
-ya veremos- dijo para después mirar por la ventanilla. Aquien quiero engañar ella también lo había engañado muchísimo, había intentado distraerse con él trabajo, pero solo funciono por pocas horas, pero lo había extrañado horrores.
-eso quiere decir que me perdonas?- preguntó sin poder ocultar su sonrisa.
-estas a prueba- dijo ella encogiéndose de hombros.
-es un avance- dijo con una sonrisa.
LLegaron hasta él departamento de la pelinegra en silencio,, en medio de una densa y fuerte atmósfera de deseo que explotó cuando la puerta del departamento se cerro detras de ellos.
-te extrañe, te extrañe tanto- le dijo entre besos desesperados que ella también contestó de la misma forma- no me separes de ti de nuevo- prácticamente le suplico tomando su cara entre sus manos.
-siempre y cuando tu cumplas con tu parte no lo haré- le dijo ella con voz agitada al mismo tiempo que llevaba sus manos por debajo de la camiseta del arquitecto.
-no volverás a tener una queja de mí- le aseguro mientras la alzaba por las piernas para que las envolviera en su cintura para después caminar hasta la habitación de la pelinegra.
LLegaron a la habitación dejando un camino de sus ropas, quedando solo en ropa interior cuando llegarona a la habitación. La acostó en la cama mientras llenaba su cuerpo de besos, sin dejar ni un solo espacio sin recorrer de su cuerpo.
La había extrañado tanto en esos días que se tomaría su tiempo para disfrutarla a profundidad. La pelinegra se removía debajo de él, mientras gemía sin parar.
-Leo- gimo mientras tiraba de su cabello y se arqueaba contra la cama, eso era justo lo que él quería que le rogara que lo necesitará tanto cómo él la había necesitado cómo en esos que lo mantuvo alejado de ella, la pelinegra apretó sus piernas a su alrededor cuando llegó su orgasmo, él cual Leonardo no tuvo ningún inconveniente en beber hasta la última gota.
-estas bien preciosa?- preguntó subiendo por su cuerpo mientras repartía varios besos por su cuerpo.
-si- dijo con la voz agitada para después jalarlo hacia él para besarlo.
Se acomodo entre sus piernas y brazos sintiéndose en casa, cómo tenía mucho tiempo sin sentirse, Lo había evitado, por la vida de su hija juraba que había intentado no sentir nada por ella, no quererla, no sentir ese sentimiento en su pecho, pero fue más fuerte que él.
En su pecho ardía su amor por Emely, un amor que no creyó darle a ninguna otra mujer, amor que pensó había enterrado con su esposa Elizabeth, a pesar de que él le había prometido que se volvería a enamorar, no quería, no quería hacerlo, no quería que ninguna mujer ocupara el lugar de su esposa, pero la pelinegra había pasado por alto todo eso.
Entro en ella de a poco perdiéndose en todas la sensaciones que le producía estar de ella de nuevo, entrelazo sus dedos entre los de ella, entrando en ella de con estocadas lentas sin prisa.
-Leo….más…- gimio.
-quieres más?- preguntó con malicia.
-siempre quiero más de ti- dijo ella.
Leonardo sonrió por sus palabras volviendola a besar al mismo tiempo que acelera sus movimientos contra ella, entrando y saliendo de su interior rápidamente.
Solo se escuchaba el choque de sus cuerpos como también los incontrolables gemidos de ambos llenos de placer por el momento que estaban compartiendo, temiendo cada uno silenciosamente que fuera él ultimo.
***********
-debo irme- dijo con la cabeza escondida en su cuello, eran casi las siete de la noche y apenas habían abandonado la habitación en todo el día.
-noooo- se quejo ella sujetando sus brazos para que no se apartará, él arquitecto sonrió con ternura por aquel acto- quédate a dormir, te vas mañana, tal vez- dijo y Leonardo rió abiertamente.
-es una propuesta muy tentadora, de verdad que si- dijo él besando su mejilla.
-Pero?- preguntó ella.
-no veo a mi hija desde ayer en la tarde y aunque me fasina estar contigo no me gusta descuidarla- le dijo y ella giro entre sus brazos para quedar frente a frente.
-sabes que te vez más sexi cuando estas en tu actitud de padre?- le preguntó haciendo pequeños círculos en su pecho.
-ah sí?- preguntó con diversión.
-sí- contestó simple dándole un pequeño beso en el mentón- pero tienes razón, debes ir a ver a tu hija- dijo saliendo de la cama.
-por que mejor no vienes conmigo?- le propuso.
-ir a tu casa?- preguntó sorprendida.
-por supuesto, en todo caso no sería la primera vez que duermes en mi casa- dijo sin levantarse.
-le contaste a tu hija que estábamos peleados? seguramente se puso feliz- comentó la pelinegra sentándose en la orilla de la cama.
-no le mencione nada de nuestra pelea a mi hija- dijo él sentándose- y ella prefiere no saber nada sobre las relaciones que tengo, siempre y cuando no se las presento, en ese caso me pregunta hasta cuanto calzas- le dijo encogiéndose de hombros.
-estara muy dificil para que algún día me acepte, verdad?- le preguntó.
-mi hija no es tan mala como pretende aparentar- dijo- la verdad todo es mi culpa, porque desde pequeña intente llenar el vacío de su madre y mis elecciones fueron terribles y lo único que provoque fue llenarla de decepciones-
-no debes culparte tanto- le dijo la pelinegra tocando su hombro- solo hacias lo que creiste mejor para ella, como cualquier padre lo habría hecho-
-eres muy comprensiva con respecto a todo esto- dijo él.
-bueno, recuerda que fui educada por un padre soltero, entiendo por todo lo que has pasado solo para cuidarla- dijo con una pequeña sonrisa.
-pues que suerte para mi de haberte encontrado- dijo él con una sonrisa besándola de forma casta.
-claro que la tienes- dijo ella con presunción besándolo de vuelta para después levantarse de la cama.
-por cierto, ahora que mencionas a tu padre, no es la próxima semana que vuelve a la ciudad?- le preguntó caminando tras ella hasta el baño.
-si el martes estará en la ciudad- dijo ella.
-le mencionaste nuestra pequeña discusión?- le preguntó.
-no, por suerte para ti estaba tan ocupada que apenas podía hablar con él cuando me llamaba, por lo que no sabe absolutamente nada de lo que ha pasado entre nosotros- dijo ella.
-si es una buena noticia para mi, me gustaria conocer a tu padre- dijo con una sonrisa que ella le correspondió- y no me has contestado si vienes conmigo- le recordó- di que sí- le susurro en su cuello haciéndola reír.
-está bien, pero vuelvo mañana en la tarde- le advirtió.
-ya veremos- dijo él antes de besarla.
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No Eres Un Capricho
RomansaLeonardo Drack, un gran empresario mercantil viudo de 32 años, junto con su hija, está cansado de las mujeres que llegan a su vida buscando su dinero, por lo que las ve a todas como unas caza fortunas. Emily Apple, una joven de 24 años trabajadora...