🩺CAPITULO CINCO🩺

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―No, claro que no ―hablaba Kate caminando por los grandes y oscuros pasillos del hospital. Y como habrán adivinado, yo estaba atrás de ella.

Parecía un perrito persiguiendo un hueso.

―La paciente lo pidió especialmente .― traté de justificarme delante de ella.

―Pues dile que no podrá estar en la cirugía. Ella es tu paciente y tú eres la doctora. Tú das las órdenes.

―Pero...

―Nada de peros. Él no va a estar en el quirófano y punto. ―me detuve de golpe cuando escuché el tono con el que lo dijo y por fin dejé que ella siguiera su camino para no fastidiarla más.

Tomé mi cabeza con ambas manos tratando de buscar una solución a mi problema .Esto no se podía quedar así . Tengo que encontrar una forma.

 Tal vez si le vuelvo a rogar a Kate, me de permiso. No, puede que me mande al diablo tal solo con abrir la boca.

¿Y si le pregunto a la doctora Ana? En fin de cuentas, ella es la especialista y cirujana a cargo de la operación. Ella era la que mandaba. 

Punto para Camille.

―¿Sabes dónde está la Dr. Luddington ?― pregunté a Rafael. El enfermero de turno.

El me cae mejor que todos los hombres en este lugar. Todos son unos idiotas que solo piensan en follar y llevarse a la cama a cada enferma en es hospital.

Son unos imbéciles .

―Si, creo que está en los cuartos, durmiendo. ― me respondió Rafael con una sonrisa, yo solo le asentí y vocalicé un gracias.

Genial, paso uno, listo.

Ya la había encontrado.  

Ahora lo más complicado, tratar de convencerla.

Cuando pude ver a Ana, ella estaba de espaldas con una taza de café en sus manos, su cabello pelinegro estaba en una coleta alta y debajo de su bata llevaba un vestido apegado de color rojo, casi vino.

Estaba a punto de acercarme para hablarle pero de pronto vi como ella se giraba un poco a la izquierda y unas manos fuertes la agarraron de la cintura envolviéndola en su cuerpo, ella dejó la taza en la mesa y puso sus brazos alrededor del cuello de esa persona.

Rápidamente me escondí atrás de la puerta pero asomé mi cabeza para ver lo que pasaba, después de eso vi como ella hizo un intento para besarlo, jaló la corbata del hombre y pegó sus labios a los suyos con un tierno beso.

Mi boca casi calló al piso, al ver que el hombre a quien besaba Ana era el Dr. Morgan, el jefe de cirugía cardio. El beso seguía cada vez más rudo, salvaje e intenso. Las manos de Morgan habían bajado a la cadera de Ana, dando un fuerte apretón, provocando que ella se estremeciera de placer en sus brazos.

Y justo cuando quise retirarme porque pensé que el asunto iba a pasar a mayores, ambos se dieron un último beso y pegaron sus frentes para que luego Morgan dejara un casto beso en la cien de Ana. 

Era casi imposible no notar la intensidad de como se veían uno al otro, los dos con ese brillo y fuego en sus ojos, como si los dos se perdieran en un mar de emociones y sentimientos.

Espera, espera ¿Tienen una aventura o era algo más ? y ¿Por qué lo tienen en secreto ?

Tomé un respiro rápido para poder tomar valentía y salir de mi escondite. Como si nada hubiera pasado .

Me oyeron: Todo esto nunca pasó caballeros, nunca pasó.

Me paré al frente de ellos pero aún no notaban mi presencia, seguían en la misma posición que antes ―¿Doctora Ana? ― Cuando ambos individuos escucharon mi voz se separaron por completo, sin saber que decir o hacer.

Mi MedicinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora