Calamidad.

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Todas las tardes me paro en el balcón de mi cuarto a mirar el mar.

Amo mirar el bello color que el mar refleja del sol cuándo éste se oculta, mostrando una cálida imagen al ojo y que sin duda es un paisaje fugazmente deslumbrante, pero la razón por la que no podía dejar de mirar a esta misma hora y en este mismo sitio era un ser que llegué a divisar entre las rocas en mis tantas miradas hacia el mar.

Un hombre.

Un hombre que siempre se metía a esta misma hora al mar, o al menos eso creía, puesto que solo se ve la mitad de su cuerpo fuera del agua viendo hacia el sol.

Nunca logro ver cuándo camina hasta entrar al agua, solo lo veo todos los días en la misma postura en el mar alzando su brazo derecho en señal de despedida al sol y en ese momento, cuando su brazo termina de caer hacia su costado, se hace de noche.

Supongo que le ha de gustar nadar cuando no hay nadie en la playa quien pueda verlo «a diferencia de mí, claro» se ha de sentir cohibido. Ha de ser feo y no quiere que nadie le vea, o se ha de meter desnudo al mar y le da pena que le vean tal como vino al mundo, pero desde aquí, desde mi balcón no puedo distinguir más que su silueta masculina, no puedo saber más que eso.

Un día, aquella rutina se rompió. El hombre no salió a despedir al sol y ese mismo día, el sol no se escondió.

Me quedé mirando impaciente por la aparición del hombre en el agua, pero él simplemente no llegó, no apareció.

El día comenzaba a durar demasiado, pero esa misma tarde, tan de pronto, el cielo se oscureció gracias a un nubarrón negro cargado de furia, agua y relámpagos. El viento comenzó a soplar de repente con mucha fuerza y nada de esto había ocurrido antes hasta que el extraño hombre del mar decidió no presentarse hoy a cumplir con su rutina diaria.

Oía al rey gritarle a sus guardias órdenes de desalojar a todos los pueblerinos del reino puesto que el clima estaba demasiado descontrolado. El viento comenzaba a llevarse algunos árboles y a arrollar a algunos plebeyos que caminaban por ahí.

«Todo es culpa del hombre del mar» pensé.

Salí rápido de la habitación cogiendo la espada de madera que me obsequió uno de los sirvientes del castillo cuando jugaba conmigo en los jardines. Salí del castillo por mis escondrijos secretos que en veces utilizaba para escaparme a jugar con los demás niños del pueblo y corrí rápido hacia la playa, entre las rocas, en aquél lugar dónde acostumbraba a verlo.

El viento y los relámpagos hacían su espectáculo con fiereza y yo solo podía sostenerme de las rocas para que el aire no me llevara cuando de pronto le escuché.

Un canto en un susurro que, por una extraña razón, le podía oír con claridad aún con tanta calamidad.

Su canción no se lograba entender y su voz entrecortada salía a pequeños gemidos de dolor. Seguí la voz hasta dar con aquél hombre.

Pero... Eso no era un hombre.

Mi asombro fue demasiado al ver la extraña morfología del ser tirado en la arena. Cuerpo de hombre y cola de pez.

Me acerqué temeroso a aquella figura y me agaché cerca de él. Él apenas era capaz de respirar.

«Es apenas un muchacho» pensé.

Observé bien su figura con mis ojos bien abiertos y asombrados, pero se veía apagado; su piel estaba pálida y escamosa, tenía heridas en su cola y algunos rasguños en su rostro. Está muriendo.

—a... agua —le oí murmurar.

Tomé con mucho cuidado sus brazos y comencé a jalarlo hacia el mar. Sentía como mis pies y mis pantalones se empapaban con la fría y salada agua del mar y a pocos pasos de lograr meter a aquél hombre al mar, resbalé.

El mar estaba molesto y sentí como una gran ola me arrastró dentro de él.

No sé nadar.

El agua no dejaba de darme vueltas y sentía que cada vez me adentraba más y más en sus entrañas hasta que golpeé mi cabeza con una roca.

Sentí escupir todo el agua que había tragado y mis ojos se abrieron lentamente dando paso a mi vista, colores deslumbrantes y entonces le ví frente a mí... aquél mismo hombre a quién ayudé a llegar al mar y ahora me ayudó a salir de él.

Un hombre mitad pez de cabellera azul y una hermosa cola que hacía juego con su cabello.
Su cola, en conjunto con las gotas del mar y el sol, brillaba y emanaban muchos puntos de colores que se reflejaban entre la arena y las rocas. Me sentía embelesado al verle.
Sus pupilas color azul hipnotizaban a cualquiera que lo viera, tal como ha hecho conmigo.

Noté que me miraba preocupado y me ayudó a sentarme en la arena.

—¿q-uién eres tú? —pregunté al sentir como alzaba mis brazos y pasaba sus manos por mis costados y mi cabeza para asegurarse que estuviera bien, pero no podía hacer más que una que otra mueca debido a su cosquilludo roce «A pesar de ser alguien con escamas, sus manos son muy suaves» pensé.

Observé el cielo y todo estaba como antes; el sol brillando, el cielo en un maravilloso anaranjado y el mar tranquilo al igual que el aire. Todo parecía como si no hubiese sucedido una calamidad hace pocos minutos que intentó arrasar con todo el pueblo.

No respondió y me dejó un cálido beso en mis labios. Un beso suave y pequeño para mis pequeños labios.

—¡Mi nombre es Jimin! —gritó antes de meterse de nuevo en el agua y desaparecer con el sol.

Llegué a mi habitación siendo cargado por el rey y por la reina muy preocupados por mi desaparición de unas cuantas horas. Lo último que recuerdo fue que alguien me gritó que se llamaba Jimin, pero no recuerdo todo lo demás. Luego mi madre llegó gritando mi nombre y mi padre me cargó hasta traerme a mi habitación.

—YoonGi, hijo... ¿Qué hacías allá afuera? Eso fue muy peligroso —habló mi mamá, secando mi cabello —. Y hueles a pescado... Le pediré a Victoria que te prepare la tina con agua muy caliente para bañarte, te vas a resfriar.

Solo asentí y esperé al baño. No supe cómo responderle a mi madre, debido a que no recuerdo nada de cómo sucedió todo.

Al despertar, pequeñas imágenes de lo que pareció ser un sueño pasaron fugazmente por mi mente. En aquél sueño por lo visto hubo un hombre muy hermoso que se encontraba tirado en la arena y yo lo ayudaba a llegar al mar, pero el mar furioso, me tragó y de repente logré salir de ahí gracias al bello hombre. Desgraciadamente no logro recordar su rostro, pero era consciente que era alguien muy hermoso.

Al caer la tarde por inercia, fui al balcón a mirar la puesta de sol y entonces... ví a alguien ahí.
Alzando su brazo derecho y bajándolo lentamente hasta caer a su costado, dándole las buenas noches a la estrella gigante frente a nosotros... El hombre que despide al sol.

-Fin.



☆.。.†:*・゜☆.。†.:*・゜☆.

Quiero dedicar esta pequeña historia a mi linda amiga Good_luna-chan por ser tan linda siempre conmigo y por su gran apoyo en mis historias.

Espero te guste esta mini historia YoonMin, no voy a negar que tomé un poquito de inspiración de tu hermosa historia My Sweet Triton y con más razón quise dedicártelo.

Originalmente esta historia la escribí para una actividad en una comunidad de amino en la que estoy y la historia originalmente es TaeGi, pero creí que sería más bonito como YoonMin porque ¡vale! Me quedé muy apegada a la idea de Jimin mermaid gracias a tu historia hahaha.

ily🖤🤟🏻✨

-𝘋𝘦𝘯🦊

El Hombre Que Despedía Al Sol [YoonMin/OS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora