El Plan Perfecto ✓

23. No Lo Sé.

Llegamos a un lago no tan grande, aunque tampoco muy pequeño.

— ¿Qué? ¿También me compraste un bote? — Río, bajando del auto.

— Mucho mejor. — Susurra.

— ¡Oye! ¡Yo te regalé un bote! — Me quejo.

— Lo siento, es el mejor regalo que me han dado, en serio. — Se disculpa.

— Bueno ya ¿Cuál es mi regalo? — Me cruzo de brazos.

— Ay Alli... — Ya empieza con los apodos de nuevo.

Se para detrás de mí y me abraza.

— Ése es tu regalo. — Señala un faro no tan alto como el de su padre, está encendido.

— ¿Un faro? — Frunzo el ceño, sin poder creerlo.

— ¿No te gusta? Sé que es más pequeño al que ya te he llevado pero...

— Me encanta. — Sonrío. — Me compraste un faro. — Susurro.

— Me compraste un bote. — Jason susurra muy cerca de mi oído.

— Estás presumiendo de tu dinero. — Me quejo.

— ¿Eh? — Pregunta, viéndome confundido.

— ¡Es un faro! — Señalo al faro.

— Lo es. — Asiente.

Me gustaría traer el bote y navegar por el lago, pero es invierno, si nos quedamos congelados ahí nadie nos encontraría.

— ¿Quieres entrar? — Pregunta.

— Debemos volver a casa. — Susurro.

— ¿Tienes frío? — A veces me molesta que me conozca tanto.

— Un poco. — Digo.

— Claro. — Sonríe.

Entra al auto y vuelve a mí con un abrigo, me lo pone en los hombros, arropando mi torso.

Suspiro.

Esta sensación con él es demasiado distinta.

Me encanta.

— Ven, vamos a casa. — Me ofrece su mano y yo la tomo.

Subimos a su auto y él baja el techo plegable.

Nos conduce a casa, con el viento pegando en nuestros rostros.

Al llegar a casa, lo más conveniente para Jason fue ir a su casa, ya que la mía tiene a tres personas borrachas.

Quizás terminen haciendo un trío.

— Toma, te traje esto. — La puerta se abre un poco, la mano de Jason hace presencia en el baño, con una camisa gigante.