Ilustración: @KaorisCoffee (en Instagram y Twitter)
Título:"El Olor de las Anémonas"
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—¡Gabi! —Sentía un par de manos sujetando sus hombros, pero no podía escuchar con claridad lo que le decían. — ¡Gabi! ¡Maldita sea, es urgente! —Volvió a gritar alarmado, quien fuera, seguía sacudiendo su cuerpo inerte en la cama.
—¿Qué sucede? —Preguntó la joven al entrar corriendo a la habitación.
Bastó un rápido vistazo al hombre pálido y sudoroso en la cama para entrar en alerta, corrió hasta él y le tomó el pulso, va demasiado rápido, pensó. Revisó su temperatura: estaba ardiendo.
Para él había mucha agitación en esa habitación a oscuras.
—¡Ve por Onyankopon y un médico! ¡Pero ya!
Ante la falta de respuesta de su joven prometido, la chica volvió a gritarle la orden haciéndole reaccionar por fin.
—¡Falco! ¡Ya!
—¡Sí!
Desapareció por la puerta, dejando detrás el sonido de todas las cosas con las que chocaba en su acelerada carrera en busca del médico. Gabi centró su atención en el enfermo.
—Vamos viejo, no puedes hacernos esto, ¿recuerdas? Tenemos que volver a casa.
Comenzó por quitar las sábanas y las mantas que lo cubrían para así poder examinar sus heridas. Pese a haber sido el hombre más fuerte de la humanidad, el hecho de que sus capacidades Ackerman desaparecieran lo habían sometido a una larguísima y tortuosa recuperación.
Pero de un momento a otro, cuando creían que estaba recuperándose a pasos de gigante, que su salud como la de cualquier humano normal había por fin superado todo el daño de la guerra... había recaído en picada, acabando en el mismo estado que cuando todo había recién terminado.
No es un secreto que existen heridas más profundas que las físicas. Heridas emocionales y traumas... pérdidas y dolor acumulados con los que simplemente no es fácil lidiar. Todo se había desencadenado al fin con el detonante del retorno a la isla. Un lugar que ya no podía sentirse seguro de llamar "su hogar".
