Protagonista: Thor. (Si, ya lo había hecho en el libro anterior)
Spoiler: maldiciones, thor x oc.
Quise variar un poco, y como estamos en estos del terror, pensé en darle una oportunidad a ese fortachón. Me salió más corto de lo que pensé, veré si puedo darle un shot a Linux.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El era hombre grande, intimidante, alguien de temer, persona elegida por esas cualidades para ejercer los castigos contra los que sus superiores consideraban impuros, cuyos castigos siempre iban de la peor forma. Thor, un hombre bendecido con ese hombre, como honor a ese dios tras nacer en medio de una fuerte tormenta de nieve, cuyos rasgos más resaltables siendo, gruesas barda y cabello que eran de un fuerte color blanco, y una gran estatura y musculatura, hacían pensar que fue bendecido por su dios.
Siempre tenía que de forma indiferente ejercer el trabajo que se le entrego, no importa cuánto la gente le rogada, cuanto los viera sufrir, tenía que castigarlos, por el nombre de Hilda, pero sabiendo bien que si se sabía lo que él sentía por ella, el castigo seria él, tenía prohibido mirarla de alguna otra forma o seria apresado en un lugar estrecho, golpeado y seguramente castrado.
Ya no sentía nada, solo podía mirar sin expresión para cometer su juicio. En ese momento tenia a un hombre a su lado, castigo por ejercer la magia y la brujería, abandonando su masculinidad en el proceso, al ser siempre una practica dedicada a las mujeres, algo que normalmente se dejaría pasar, pero en ese momento se tenía la diferencia de haber llegado a un nivel extremo enfermizo. Llenándose con la magia oscura de entidades totalmente oscuras, demonios en todo el sentido, y era su trabajo ahora darle muerte. A él Alberich terciado. Un hombre que ese momento ya estada fuera de sus cabales.
- Déjate de mover. - Ordeno, moviendo su hacha de un extremo a otro, su cuerpo se retorcía de una forma casi inhumana buscando liberarse, escuchando de forma estrepitosa el sonido de los golpes contra las paredes, junto a los aullidos de lo que parecían lodos.
- Son Wendigos. ¿Sabes? No he logrado hacer poco en mi tiempo, tanto Hilda como tu morirán. - Sonrió de una perversa y sínica, notando como sus las corneas de sus ojos se empezaban a hacer totalmente negras, ensanchando una sonrisa. - Te sugiero, ten cuidado cuando te enamores, no sabrás que puede pasar. - Expreso de forma seca, su voz sonada casi tétrica, Thor estada buscando en todo el sentido mover su hacha y contarle la cabeza pero las plantas que se enredan en su cuerpo evitándole balancear su cuerpo contra este, sin llegar a notar que lo acaba de maldecir, un rápido prende y apaga de las velas en el cuarto donde estaban lo alerto, sin lograr notar de forma rápida cuando las puertas se cerraron y la nieve entro, sin lograr percatarse que Alberich había escapado.
- ¿Qué fue todo esto? - Su corazón latía de forma rápida dentro de su pecho, nunca en su vivía había pasado por algo como eso. Sus palabras lo volvieron en sí el resto de los días, donde no las pudo olvidar, ese hombre era un brujo entregado a seres peores que Loki, o los seres encerrados en el tártaro.
- "Cuidado de la persona que te enamores" - Eso le hizo pensar que algo le pasaría a la señorita Hilda, por lo tanto lo primero que hizo fue alertar a los guardias y sus compañeros, buscando la seguridad de esta, poniéndose todos a la acción, proclamando a Alberich un brujo y un traidor para toda la tierra de Asgard.
Para el suspiro de alivia de los ciudadanos nada paso con el trascurso de los meses, no obstante eso no dejo tranquilo a Thor, lo dejo peor de preocupado. ¿A que se refería? Con el paso del tiempo eran dubas y recuerdas que se iban disipando en su mente, hasta dejarles de prestar toda su atención, pero ese momento, seguía siendo referencia en sus pesadillas cada tanto.
El tiempo no es amigo de nadie, ni muchos menos, es una señal de total tranquilidad cuando una catástrofe fue avecinada.
De un momento para el otro fue casi como si corazón temiera lo peor, una mujer muy linda llego a su sentido de la vista al momento de abrir los ojos, su hombre era Sir, una curiosa pero no menos increíble coincidencia, el fue honrado con el hombre del dios del rayo, y ella con el nombre de una de sus esposas.
Sir era casi una ninfa, no estaba seguro de su origen pero estada seguro que no era una mujer común y corriente, encontrándola tras ser herido y darse por muerto, ella vivía acompañada de una mujer pelirroja; Towa, su compañera y el amante, o casi esposo de esta, un hombre similar a él, con varios cicatrices y un largo cabello pálido, de nombre Rasgado.
- Joven Thor, lo noto en otro mundo. - Le menciono, luego de haberle lanzada una bola de nieve en la cabeza para que le prestara atención, encontrándose uno junto al otro.
- Estoy bien, solo pensando mucho. Tengo miedo de cierta forma...
- ¿Miedo? Jaja. Lo siento, pero me sorprende eso, usted sería capaz de ganarle a un lodo. Es un hombre grande y fuerte, como Rasgado, pero no se cual este peor.
- Es lindo de tu parte pensar eso, lamento estar inmovilizado por estas heridas y ser una carga para ustedes.
- No se preocupe, yo lo llevare con Hilda cuando este mejor.
- Es un lindo detalle de tu parte.
Aunque dijera eso el miedo le recorría el cuerpo. Quería que solo sea la paranoia tras haber visto un demonio, que sean confusiones basadas en el miedo, que su corazón no haya quedado irremediablemente flechazo e hipnotizado por esa chica castaña, siendo esa la perdición de ambos. No quería ser que tenga que conocerse sea lo que lleve a alguno al final de su viva, no quería ser quien tenga que cometer ese castigo, pero con el remordimiento de pensar, si no hubiera sido ella, que cualquier otra hubiera pasado por el mismo camino.