Sujeto: Beatrice Hope Cors
Edad: 40 años
Fecha: Domingo – 1 de Febrero de 1757
Hora local: 19:35:45
Clima: Cielos despejados
Ubicación: Ciudad de Grindavael. Territorio del caudillo. Distrito sur.
Vinieron por la mañana de aquel día, ni siquiera esperaron a que terminara la clase, me sacaron arrastras del aula dejando a mis estudiantes confundidos y horrorizados, recuerdo oír sus llantos mientras me llevaban arrastras, la verdad creí que iban a matarme en el acto y dejar mi cuerpo tirado pudriéndose en algún callejón, si van a matarme se están tomando su tiempo.
Me sorprendió que fueran los miembros de Rage quienes vinieran por mí, desconozco los detalles, pero al parecer el Dominio, los Lobos Plateados y Rage llegaron a un acuerdo, el Alfa no tuvo el valor de enviar a sus propios hombres a hacer el trabajo, así que permitió que las fuerzas del Caudillo se pasearan por su territorio, no debió ser una decisión fácil de tomar para alguien tan orgulloso.
La tortura es uno de los pasatiempos favoritos entre los miembros de Rage, dejando de lado la humillación del ser despojada de mis prendas, que mi cabello fuera cortado de forma dispareja para que fuera la burla de los presentes del lugar, el que me arrancaran las uñas de mis manos y los cortes superficiales entre mis antebrazos y muslos... pudo haber sido peor, las "caricias" del látigo no consiguieron hacerme hablar, y aunque hubieran conseguido doblegarme, no tendría nada que decirles.
Perdí la noción del tiempo, no sé cuánto tiempo he estado aquí, no recuerdo cuantas veces me he desmayado, solo tengo la certeza de algo, no soy la única recluida aquí, ocasionalmente escuchó gritos, gemidos, golpes y llantos proviniendo del resto de los cuartos, no quiero ni imaginar lo que ocurre ahí fuera, cosas como esas no me permiten conciliar el sueño, sino quedara inconsciente poco después de unos azotes lo más probable es que terminaría cayendo en la locura.
Cuando me entere que mi hijo... Mi Eitan, estaba vivo, tuve una sensación agridulce por las circunstancias en las que se dio, las noticias de la radio y el periódico afirmaban que había sobrevivido a la batalla del fuerte Díaz, pero que se había relacionado con los rebeldes, y que pretendían ejecutarlo por eso, la primera vez que oí de su presunta muerte casi me dio un infarto, sentí que moría por dentro, pero, de algún modo conseguí enfrascarme en mi trabajo lo suficiente como para no pensar demasiado en ello, mi vida volvía a tomar forma, hasta ese maldito día...
¡TAZZ!
Apreté los dientes para contener un alarido de inconfundible dolor, esa vulpeja que tengo por interrogadora se las ha ensañado conmigo desde el primer momento en que me vio, pero al que le temo es a su compañero, no aparta sus ojos de mi pecho expuesto, se exactamente lo que quiere y ha tratado de sobornar a su compañera para que nos deje un momento a solas, si aún no ha puesto sus manos en mí es por qué ella, además de mezquina también desea concluir lo que empezó, pero desde hace un tiempo, tengo el presentimiento de que desea algo más que verme agonizando, y eso me asusta, si a esos dos no les gustara compartir estaría a su merced, así de enfermos están.
El ambiente también contribuye a este suplicio, además de deprimente y húmedo, el hedor a sudor, sangre y podredumbre comienzan a afectarme.
-Te daré 100 por 30 minutos –Propuso él, ya sucumbiendo ante la desesperación.
-Ese precio es un insulto, además, vendrán por ella en cualquier momento, hoy es el día ¿Sí lo recuerdas, no? –Contestó ella indiferente ante su propuesta.
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El Lamento de los Héroes
Ciencia FicciónUn héroe yace tendido en el suelo a punto de exhalar su último aliento, frente a él su archienemigo saborea su victoria y se deleita con el sufrimiento de su rival. Antes de morir, nuestro héroe vera pasar su vida frente a sus ojos de principio a fi...