¿Lo sentiste?

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     Perderse en un pueblo tan pequeño en el extranjero no era el plan ideal de Seokjin para esas vacaciones de ensueño que había planeado con su esposo para salir de la rutina. Pero ahí estaba, siguiendo a una camioneta que rechinaba por un camino desnivelado y despejado en medio de una larga carretera, escuchando la radio en un idioma desconocido mientras Namjoon intentaba entender cómo se encendía la calefacción en el auto rentado.

—Al diablo. —concluyó Namjoon volviendo a su lugar para abrazarse a sí mismo, Seokjin bufó y pasó otro bache.

En la camioneta de delante alguien sacó un brazo envuelto en una chamarra gruesa, sacudiendo en su mano un gorro de lana para llamar su atención y de ahí señalar que se irían por la izquierda —¿De verdad está tan lejos? Tengo tanto frío. —le habían prometido una ducha caliente, así que sus dedos congelados de los pies eran los que más le hacían desear ya hundirse en agua tibia.

—Dijeron que estaba en las afueras, pero no creía que tanto.

De repente el camino pasó de ser horizontal a elevarse en una pendiente curveada, así siguieron por minutos hasta que una monstruosa construcción apareció entre la nieve que caía del cielo nocturno, iluminaba por varias ventanas cuyas luces estaban encendidas —¿Es ahí?

Siguieron derecho hasta pasar un portón elegante con arbustos muertos cubiertos por suave nieve, los automóviles continuaron hasta pararse fuera de la casota de tres pisos. La pareja de esposos estaba bajando cuando la mujer extranjera tan amable se acercó a ellos continuando la conversación en coreano que habían mantenido en el hotel donde fueron rechazados por ser homosexuales —Como ven, es muy grande así que si quieren incluso podrían dormir en habitaciones separadas —agregó en broma, acompañándoles a tomar su equipaje y llevándolos a dentro por detrás del hermano mayor de ella, un hombre de barba tupida pero con rasgos coreanos más marcados—, entren por favor.

—Es hermosa. —y de apariencia tan cansada.

El hermano negó —Por supuesto que no, la casa se cae lentamente, es más vieja que los años que obtendríamos sumando todas nuestras edades —a pesar de las palabras dichas con molestia, le dejó una suave caricia al pasamanos desgastado de la escalera mientras ascendían—. Cómo sea, pueden quedarse las noches que quieran, sólo nos disculpamos por el ruido, estamos intentando reparar está casa.

—¿Incluso de noche? —cuestionó Namjoon.

—Es cuando la casa se siente más activa.

Apenas decidieron por cuál habitación ocuparían, una en la segunda planta, el hombre les dijo dónde podían ducharse y también dónde dormían ellos por si necesitaban algo. Solos, ambos estuvieron de acuerdo en lo suertudos que fueron de encontrar a alguien tan amable y generoso que les defendió mientras eran ofendidos en un idioma no dominado, la mujer fue la más voraz con los recepcionistas y luego la más gentil preguntándoles si tenían dónde dormir. Habían pensado pasar la noche en el automóvil rentado, pero eso sería aceptar congelarse con tanta nieve cayendo. Le invitaron la cena en agradecimiento a los dos hermanos, terminando por convencerse de que estaba bien aceptar el ir a su hogar.

—Esta casa es increíble —retrataba por todas partes lo vieja que era, Seokjin estaba tan maravillado de que incluso las puertas descarapeladas presumieran madera tallada con figuras—, me siento en un cuento.

—Podría ser.

Dijo y le abrazó por detrás, aliviando así un poco el frío que tenía en su cuerpo, agradeciendo que su esposo pasara las manos por sus brazos para darle más calor —¿Por qué no te acuestas y te tapas muy bien? Yo me voy a bañar muy rápido.

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