Capítulo nueve

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Jack se fue una hora después de que despertó luego de que durmiéramos cinco horas más, debía ir a su edificio para bañarse y luego ir a su respectiva clase. Si, dejándome en mi completa soledad nuevamente.

La verdad es que la pase muy bien, siempre la paso muy bien cuando Jack está aquí, es un excelente amigo y deseo que su amistad perduré por lo que me resta de vida.

Las cortinas están cerradas, como dije anteriormente, son cortinas oscuras así que a veces no permiten dejar entrar la luz, así que me encuentro en completa oscuridad, solo con pequeñas luces de pulseras que brillan en la oscuridad, no se notan mucho, pero tienen luz.

Yo amo mi soledad, en serio la amo. Disfruto de ella luego de estar acompañada y sin duda es algo que este año muchísimo. Sé que debo levantarme, bañarme y tomar aire para aliviar el estrés o liberarlo, no entiendo muy bien, pero es lo que me dijeron que tenía que hacer y por más que me cueste, es lo que hago. Me quito la cobija y luego de estar sentada otros diez minutos en la orilla de mi cama teniendo vacíos existenciales, me levanto y sin dudar mucho me meto al baño para ya saben, cagar y luego bañarme.

Porque no le voy a bañar primero y luego voy a cagar.

Así que eso hago, cago, me limpio y luego me baño. Y claro que voy a tardar lo que tenga que tardar porque nadie me está apurando, por primera vez nadie me está apurando.

Salgo del baño y me cambio, no sin antes hidratar mi piel. Parece que me golpean, tiene morados y algunas partes están verdes por las mismas inyecciones y el mismo medicamento qué pasa. Así que solo pongo crema en mi piel y luego me cambio de una forma muy cómoda. Un short que se estira un poco, pero se adapta a mis pequeños atributos y una camisa muy grande que logra tapar el short, la camisa es beige y no tiene nada escrito, pongo mis calcetines con orejitas de color café y me tiro a la cama.

Sé que debo levantarme para ir a comer, pero, tengo pereza.

–¡Samaraaaaaa! –Me sobresaltó por la manera en la que tocan mi puerta– Soy Paulo, abre.

¿Quién? ¿Qué? ¡¿Paulooooo?! ¿Mi Paulo vino a verme? ¿A mí?

Me levanto de un brinco y camino por la habitación, ¿estoy bien vestida? Claro que estoy bien vestida, este es mi estilo y debe gustarme a mí, no a él. ¿Qué hace aquí? ¡Vino a verme! ¿Qué le digo? ¿Qué querrá?

–¡Ya voy! –Gritó y en cuestión de segundos la puerta ya está abierta dejándome verlo.

Y ahí está.

Con una camisa sencilla color blanco que deja que se marquen sus brazos, unos jeans y unos vans. ¿Son vans? Y zapatos, zapatos blancos. Esta sonriéndome y levanta en su mano derecha una bolsa.

–¡Te traje comida! –Ríe al ver mi cara de sorpresa y entra a mi habitación. Estoy en shock. –Lamentó no haber estado cuando pasó lo qué pasó, quise estar ahí de todo corazón, pero tenía examen veinte minutos luego, pero te aseguro que apenas terminé, fui al hospital a verte. Estabas dormida y tu mamá me dijo cómo estabas, sentí un alivio al saber que te encontrabas estable, que te encuentras estable. –Suelta pero no redondo. Estoy en shock. –¿Debí avisarte antes? ¡Lo siento! Es que vine lo más rápido que pude y... así.

Habla muy rápido, pero en serio logro entenderle, es como si lo único que existiera fuera él. Sonrió por lo bajo.

–No te preocupes, yo entiendo. –Mi voz es dulzura pura.

–¡Pero te traje comida! Estoy seguro de que no has comido –Ríe y yo asiento. –Pues qué bueno que te traje comida.

Si yo muero hoy, moriré feliz.

¡Paulo vino a verme! Está preocupado por mí, Dios. Ya me imagino con tres hijos, una casa mediana... ¡Paulo como mi esposo!

–Adelante. –Dejó que pase. –Has traído comida, eres más que bienvenido.

–Tienes un desastre aquí, Sami. –Dice sentándose en mi cama. –Eres un desastre.

Carcajea y lo miro mal.

–Por si no lo notaste, casi muero ayer. Así que no, no me dio tiempo de ordenar mi habitación en mi agonía. –Contestó a la defensiva mientras me siento a su lado tomando la bolsa de comida para ver qué es. –No puede ser, ¡trajiste fingers! Oh, eres el mejor. Gracias, gracias.

Aplaudo como niña pequeña y el me revuelve el cabello como si fuera un perro.

–Lo que desee, mi lady.

–Que caballerosidad, me gusta. –Me gustas.

–¿Cómo te sientes hoy? –Me encojo de hombros porque no puedo contestar con la boca porque está llena de papas– Recuerda masticar, no quiero que te atores y mueras.

Trago.

–Tú serías el primer sospechoso. –Levanta las manos mientras lo señaló.

–Me encargaría de no dejar huellas, créeme.

La tarde sigue así, entre risas, pelea por quien debe comer más (aclaró que gane yo porque la enferma soy yo), trivias sobre desacuerdos y acuerdo que tenemos en común. La verdad es que tengo muchísimas cosas en común con Paulo, demasiadas, pero entre los dos, soy la única que lo nota.

Paulo me alegra la vida con solo sonreír y ahora me alegra la vida con comida, ¡este chico es perfecto!

Es que me gusta, en serio me gusta y daría lo que fuera para que se fijara en mí. Me gustaría que no solo viera a la chica enferma que arriesga su salud por tener el sueño de graduarse. Anhelo que vea a la chica que lo ve con ojos de amor, la chica que tiene temas interesantes de qué hablar y que está dispuesta a empezar una trivia con tal de ganar. Deseo que me vea, que vea quien soy y que sé de cuenta de que realmente valgo la pena. Me gusta, quiero decirle, pero... él no siente lo mismo que yo siento por él.

Ustedes dirán "si no le dices nunca lo sabrás", pero es que se nota. El interés se demuestra y en serio se nota. Yo pongo bastante interés, yo siempre estoy al pendiente de él y aunque él está aquí en este momento, sé que se irá y hará cosas más importantes, pero de igual forma, estoy encantada de que se haya tomado el tiempo de venir a visitarme, de traerme comida.

Le diré cuando muestre un poco de interés por mí. No ese interés de amigos, hablo de ese interés de querer ser algo más.

Porque, el amor no correspondido duele mucho. Sé que desperdicio el tiempo tratando de que me vea, aunque no hago nada, pero lo quiero a él.

–Gracias por venir. –Habló cuando él se levanta y se encamina a la puerta.

–No hay de que, estaré viniendo para ver que estés bien y estés comiendo. Te quiero, Sami.

¡Te quiere!

Y con eso, él se va dejándome como estatua frente a una puerta cerrada.

Nunca nadie me había traído comí... Jack. ¡No puede ser! Soy una mala persona.

Jack siempre me trae comida, se queda afuera de mi habitación cuando estoy mal y no quiero abrir porque son momentos de oscuridad, Jack me ama y... ¡Jack se quedó a dormir conmigo para cuidarme! Oh, soy una mala persona.

Estoy pagando un karma por no amar a quien me ama y amar a quien no debo.

El karma es real.

¿Será karma?

Pero es que tampoco es mi culpa. ¡Mi cabeza hace mucho ruido y no logro ordenar mis pensamientos! Amar a Jack no es imposible, enamorarse de él es muy fácil pero ya estoy enamorada de alguien que no me corresponde y no sé cómo dejar de amarlo. Yo estoy segura de que Jack me haría feliz.

Él es todo lo que quiero, pero no es a quien amo.

Mi corazón insisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora