TaeHyung abre los ojos y se encuentra con la luz medio entrando por la ventana, suspira mientras se gira y se encuentra con YoonGi dormido a su lado, no puede evitar sonreír y sostenerlo para acercarlo a él, el pelinegro suspira en medio del sueño y sin más se acurruca en su pecho, Tae suelta una risa y le besa la cabeza a la vez que cierra los ojos y se dispone a volver a dormir.
—Tengo que ponerme de pie o tu padre nos descubrirá —escucha entre sueño la voz de YoonGi, no escucha muy bien lo que le responde pero está seguro de que un quejido salió de su boca y sostuvo con mayor fuerza al pálido.
—No —logra soltar y escucha la risa de YoonGi.
—Amor —le recrimina y por fin el contrario del lado de la ventana abre los ojos, encontrándose con los ojos algo hinchados y nariz roja de su novio-, en serio tengo que irme —confiesa—, mamá me dijo que me iba a despertar temprano para ir a comprar las cosas para la fiesta de abuela Min.
TaeHyung hace un puchero y sin más se acerca al mayor y le besa los labios, YoonGi por su parte cierra los ojos y recibe gustoso el beso de su novio, el cual es lento y eso le encanta, no se contiene y una de sus manos baja por el pecho cubierto por la pijama hasta llegar a la cintura, Tae toma aire por la boca en cuanto siente la mano contraria acariciar la piel de esa zona, se acerca más al cuerpo de YoonGi, se separan y sus respiraciones están agitadas.
El pelinegro pasa de mirarlo a los ojos a sus labios y sin más desvía la dirección de sus labios a su mandíbula, en donde deja un beso, y eso hace que Tae cierre los ojos y luego de dar tres besos más YoonGi baja a su cuello y comienza a besar, eso haciéndole sentir un cosquilleo en la parte baja de su abdomen.
Y sin más Tae suelta un gemido, haciendo sentir su rostro caliente, pues YoonGi lo ha empujado de modo que ha quedado acostado por completo en la cama y está sobre él, lleva sin más sus manos al cabello ajeno y comienza a acariciarlo, ladea la cabeza en cuanto el pálido se acerca con la intención de besarle los labios.
Siente mucha calor, sus labios duelen un poco pero eso no le molesta en lo absoluto, suelta un jadeo en cuanto siente a YoonGi separarse y lo observa con los ojos brillosos, Tae se siente tan amado y tan bien cuando mira esas que él denominó estrellas en los ojos de YoonGi.
—Por cierto, buenos días —comenta Hyung dándole un beso en la mejilla, eso lo hace soltar una suave risa, esa misma que contiene felicidad y emoción.
—Buenos días, Hyung —le mira feliz, sin más alza el rostro para tomar entre sus labios los del pelinegro, YoonGi jadea y le trata de seguir el beso.
Cuando ambos se dan cuenta TaeHyung está sentado en la cama y YoonGi está con sus rodillas a cada costado de la cintura del menor, TaeHyung se separa lentamente y al ser consciente de la posición siente su rostro arder y observa el color rojo posarse en el rostro de su novio, muerde su labio inferior, debe confesar que no quiere que Hyung se aleje y acueste o siente a su lado.
—¿Sabes...? —Comenta YoonGi con voz suave acomodando el cuello de la camisa de la pijama que el castaño trae puesta, el menor la alza ambas cejas—, en su momento... envidié a Suk —le confiesa sin entrar en mucho detalle, llamando la atención del contrario.
—¿Cómo? —pregunta confundido, YoonGi suelta una risa al razonar un poco lo que va a decir.
Algo infantil, ahora que lo piensa.
—¿Recuerdas cuando Tanie se enfermo? —Plantea y Tae asiente—, bueno, cuando estuve aquí en tu casa, tus hermanos y madre regresaron y para saludarte Suk se acercó a ti y te abrazo sentándose en tus piernas y yo... —suelta una risa—, yo en ese tiempo ya tenía sumamente claro lo que sentía por ti y... simplemente pensé en que Suk era muy afortunada por poder sentarse de esa manera o abrazarte —confiesa con las mejillas sonrojadas, a Tae eso se le hace sumamente adorable.
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Amor por el baloncesto - MYG+KTH.
FanfictionTaeHyung se aísla de los demás sólo por ser catalogado como alguien "raro", pertenecer al club de periodismo no estaba en sus planes y mucho menos hacerle una entrevista a la estrella de baloncesto Agust, las cosas salieron tan extrañas ¡que hasta l...