Capítulo 28|Pensaba que eras tu.

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Cuando abro los ojos me encuentro con las blancas paredes de mi habitación.

¿Que a pasado?¿Que hago en mi habitación? Esa última pregunta es muy tonta, mejor me olvidó que la hecho.

Eso es lo único que pienso en estos momentos...

Los recuerdos son mínimos, pero lo que bien recuerdo es que Izan se presentó en mi casa y que me dio un buen puñetazo.

Igual es un sueño...

Me levanto lentamente de mi cama y cuando mis pies descalzos tocan el frío suelo de parque, me levanto de la cama, al mismo tiempo que la puerta de mi habitación se abre dejando ver a un Ian sin camiseta.

— ¿Que haces de pie?— Pregunta frunciendo el ceño.

Acabo de abrir los ojos y ya se está enfadando conmigo...¿Es en serio?
En verde decir; ¡Oh! Abristes los ojos, ¿Como te encuentras, Emma?

— Voy a mirarme al espejo.— Le indico y el niega rápidamente.

— No puedes mirarte.— Dice firmemente y arqueo una ceja con curiosidad, por saber el, ¿Por que?— Yo no quiero que te mires... además el espejo está roto.— Miente descaradamente, ya que el espejo está detrás de el y está perfectamente.

— Yo lo veo bien, así que voy a mirarme.— Demando pasando por su lado, pero el me agarra de la cintura.

— Yo no lo veo bien, así que mejor siéntate aquí...— Dice llevándome a la cama y dejandome de nuevo sentada en esta. Va hacia donde esta el espejo y lo estampa contra el suelo, luego lo levanta y me lo enseña con todo el cristal roto.— Ves, no esta bien.— Dice con una sonrisa inocente.

— Lo acabas de romper...— Señalo, intentado analizar su raro comportamiento.

— Ya no te puedes ver.— Sentencia seriamente.— Acuéstate en la cama, descansa y comete los sándwiches que te he traído.— Ordena, cruzandose de brazos y señalando con un gesto de cabeza los dos sándwiches que reposan con una servilleta encima de la mesita de noche que hay al lado de mi cama, osea a mi lado.

— Bien.— Acepto.— ¿De que son?— Le pregunto.

— Uno de jamón York y queso.— Explica.— Y el otro de atún con olivas.— Dice mirándome fijamente a los ojos.— Era para que eligieras.— Informa.

— Están bien los dos.— Le digo, cogiendo el sándwich que parece ser de atún con olivas.

Me meto un bocado del delicioso sanwich y observo como Ian me mira fijamente, hasta que pasan unos segundo y comienzo a ponerme nerviosa.

— ¿Que miras?— Le pregunto.

— Ese maldito...— Susurra, pero lo escucho perfectamente.

— ¿Que maldito?¿Izan? El estuvo anoche aquí, pero después del puñetazo que me dio no recuerdo mucho.— Le confieso y el gruñe como un animal enfurecido.— ¿Por que gruñes?¿Eres un lobo?¿Soy tu mate?¿Eres alpha, beta o omega?— Le pregunto entusiasmada.

Me encantan los lobos.

— No soy nada de eso y deberías mirarte ese problema de lo lobos.— Dice sonriendo.— ¿Solo recuerda que te dio un puñetazo?— Pregunta y asiento, mientras mastico el último bocado de sanwich.

— Y que vino borracho a mi casa.— Le digo, empezando a comerme el de jamón York y queso.

Estaba muerta de hambre...

— Duendecillo, ¿Por que abristes la puerta de era ya muy tarde?— Pregunta y me sonrojo de solo pensar el porqué lo hice.— Contesta, preciosa.— Dice cuando no lo hablo.

— Pensaba que eras tu.— Digo flojito y mirando hacia el suelo.

Que bonito y limpio está el suelo...

— Podías haber mirado por la merilla.— Dice.— O no sabes que la puerta tiene un agujerito pequeño que deja ver quien está llamando.— Dice con sarcasmo.

— No lo pensé...— Digo apenada.— Solo abrí y me encontré a ese borracho.

— Ten más cuidado la próxima vez...— Dice, claramente enfadado.— Si no hubiese llegado a tiempo...— Gruñe.

— ¿Que le hicistes?— Pregunto.

— Nada, tranquila.— Dice, pero se que detrás de sus palabras ahí una mentira.

— ¿Me veo mal?— Pregunto.

Me mira con ternura y luego dice.— Tienes el labio partido, el ojo morado y la ceja también está partida.— Explica y ahogo un grito.

— Quiero verme en un espejo.— Digo en voz alta, para llamar su atención.

— No.— Dice serio.— Hasta mañana, nada de espejos.— Contesta.

— ¿Que hora es?— Pregunto algo desorientada.

— Ya son las diez de la mañana.— Responde.

— ¿Te quedarás conmigo, hasta mañana?— Pregunto y el asiente.

— Descansa.— Dice haciendo el intento de irse, pero lo agarro de la muñeca y le digo.

— Descansa conmigo.

Hago un hueco en la cama y le doy unas palmaditas con mi mano al colchón, invitándolo a que se acuesta a mi lado y después de unos segundos, acepta y se acuesta a mi lado.

— Buenos días.— Le digo, cerrando los ojos.

— Buenos días, duencecillo.— Dice y siento como me da un dulce y cariñoso beso en la frente, luego pasa su brazo por mi cintura y me pega a su cuerpo.

Espero no estar tan mal mañana...

La Chica De La Apuesta.✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora