3.2 Encuentro

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¿Dónde estas, JiMin?— preguntó la castaña.

Un suspiro corto escapó de sus labios. —Hoy mis padres me hicieron una celebración por estar a unos meses de graduarme, me hablaron de lo orgullosos que están de mí y como no debo de descuidar mis estudios por ser el último año— hizo una pausa, aunque su amiga ya tenía en claro que todo esto llevaba a un problema. —en la mañana desobedecí a Min frente a toda la clase, él va a expulsarme...— en ese momento, el llanto contenido salió con un grito de frustración.

—JiMin, cariño. No puede ser tan malo, he desafiado a Min demasiadas veces  como para saber que no tiene el poder suficiente para expulsarte, eres, por lejos, uno de los mejores estudiantes de la academia. Expulsarte sería muy estúpido.

—No lo entiendes, en el examen lo hice ver como un idiota, lo desobedecí, tiene todas las razones para echarme, no puedo permitir que eso pase.— pellizcó el puente de su nariz con fuerza.

—JiMin, no entiendo que quieres decir.

—¿Sabes?, me había dado por vencido con él, quería superar esa etapa, pero..
Es por las razones correctas.

El silencio en la llamada se sintió pesado para ambos. —Pásame la dirección, te esperaré allí.

—Noona, no es necesario.— quiso protestar.

—Claro que si, y el tema se cierra aquí.— Sintió ganas de gritarle, aunque la mayor estaba siempre un paso frente a él y había cortado la llamada. 

Un minuto después su telefono comenzó a timbrar sin parar, era su amiga, exigiendo saber en qué lugar estaría y aunque pensó en ignorarla, la voz de su interior le demandaba hacer caso a mayor. Él iba a necesitar su compañía cuando todo eso terminara.

Texteó rápidamente y entró en aque lugar.

—Buenas tardes, señor, ¿tiene reserva?

Con sus nervios delatandolo respondió. —N-no, vengo a ver a M-Min YoonGi.— la mujer hizo una pausa para escanearlo despectivamente con sus ojos.

Aquella actitud molestó al joven, ¿Quién se creía para mirarlo de esa manera? preguntó su parte de niño malcriado.

—¿Y bien? ¿Él está o tengo que esperar una señal divina?— habló levantando su frente, demostrando que no dejaría pasar ese gesto.

—Disculpe, pero debo anunciarlo, por políticas del hotel.

—Haga lo que tenga que hacer, pero hágalo rápido.— soltó mordaz. Miró el lugar con desinterés mientras la recepcionista hablaba por teléfono.

—El señor Min quiere decir algo.— le dijo tendiéndole el teléfono. Lo tomó con incertidumbre, la voz gruesa le dictó un código y cortó.

Ascensor, piso catorce— le indicó la mujer, señalando en dirección del objeto.

Caminó decidido, marcó el número y casi entró en pánico cuando se dio cuenta de lo cerca que estaba de cometer una locura. Solo lo verás, le dirás que esto es una estupidez y... y seré expulsado, decepcionaré a mis padres, todo los años de estudio serán en vano, y no me aceptaran en ninguna otra academia de baile. Gritó silenciosamente, y solo entonces se cayó en cuenta de que el elevador no estaba funcionando. Observó el panel de controles, y el texto que exigía un código, el cual digitó rápidamente.

Las puertas se abrieron, el lugar lo deslumbró, ¡estaba en un maldito penthouse! y no uno cualquiera, él había visitado varios, definitivamente Min tenía buen gusto. Anotó ese detalle en su lista mental de "cualidades de YoonGi" para restregarle en la cara a sus amigos.

—Llegas tarde.— habló a su espalda.

Se estremeció en su lugar. —¿Lo hice?— contestó arrogante, lo cual era completamente actuado, ya había llegado unos minutos antes de lo acordado. —Es un lindo lugar.— comentó observando al mayor a través del reflejo en los ventanales, vestía una camisa blanca, los dos primeros botones estaban sueltos, un pantalón formal negro y zapatos del mismo color.

Se acercó lentamente hacia él, se detuvo a unos escasos centímetros, podía sentir su pecho firme. Sus grandes manos hicieron un suave recorrido desde su pecho hasta su cintura, allí trazó su cinturón de cuero hasta su espalda baja. Rozó sus dedos por encima de los bolsillos traseros de su pantalon, hasta quitarle su teléfono, lo apagó y respondió:

—Conocerás cada rincón de este lugar.— su voz ronca, su dulce aliento chocando en su cuello, sus manos paseándose sigilosas por su cuerpo; todo aquello lo excitaba y eso significaba un problema.

—Señor Min, yo vine a hablar con usted, y llegar a un acuerdo que nos convenga, a ambos.— dijo firme en su lugar.

—Tu quieres quedarte en el instituto hasta terminar tus estudios y yo te deseo, suena bien para ambos.— recalcó la última palabra.

—Suena bastante injusto, profesor.

—Te aseguro que no lo és, soy parte de la directiva, nadie puede expulsarte ni hacerte perder la asignatura sin pasar primero por mí. Tienes tu carrera, y para inclinar más la balanza, tendrás asegurado un puesto como profesor de danzas. ¿Qué dices?— dejó cortos pero eróticos besos en su cuello.

Aumentó la intensidad de los besos mientras guiaba al menor hacia la gran cama.

—Señor Min— trató de resistirse pero... ¿a quien quería engañar? En unos momento estaría suplicando que no se detenga.

Le quitó la camisa y lo giró, estaban frente a frente. JiMin trató de ser fuerte, no quería corresponder a esos fogosos labios, no quería jadear con cada toque pero el pálido parecía saber de memoria sus puntos débiles.

Lo tiró en la cama y atacó nuevamente su boca.

—Es mi primera vez.— soltó entre besos.

—No mientas.— contestó de la misma forma.

Comenzó a bajar sus besos al delicado cuello del rubio. —No estoy higienizado— lo escuchó decir entre jadéos.

Lamió su pezón izquierdo y repitió: —No mientas.

Bajó hasta la hebilla de su cinturón entre calientes besos. Con ágiles movimientos quitó todas sus prendas, dejándolo a su merced.

—Tengo infecciones sexuales.— nuevamente habló entre jadéos.

YoonGi pasó su lengua por el glande del estudiante. —No tiene sabor a infecciones sexuales.

—Ah~ profesor— gimió al sentir la fría boca del pelinegro engullir su miembro.

No era la primera vez que tenía sexo, pero él parecía conocer todo lo que le gustaba, y como tenía que hacerlo.

Minutos después, cuando sintió llegar al orgasmo, el mayor se detuvo. Gateó hasta sus regordetes labios, se posicionó entre sus muslos y presionó sus entrepiernas juntas, besándolo profundamente.

—No lo hagas— susurró en tono de súplica.

Se apartó unos centímetros, solo para contemplar aquella obra de arte. Jodidamente hermoso, dijo en su cabeza, tenía el cabello alborotado, las pupilas dilatadas, los labios entre abiertos, jadeantes e hinchados por los besos, su pecho subía y bajaba irregularmente, sus manos se aferraban a las sábanas, su piel levemente transpirada, los dedos de sus pies contraídos, su pene erecto; todo era digno de la mejor escena erótica de su vida.

JiMin se apolló sobre sus codos, observando como el pálido se deshacía de sus prendas con tortuosa lentitud.

—¿Lo quieres?— preguntó socarron, orgulloso de su virilidad.

—¿Está esperando que le ruegue? Déjeme decirle que eso no es suficiente.— desafío el rubio.





-CPM

Mascota del profesor (Yoonmin) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora