Carolina despertó algo confundida en su asiento del avión y tardó un buen rato en recordar en donde estaba. En ese momento, los altavoces a su alrededor se activaron y el piloto dijo a través de ellos que se abrochasen los cinturones, ya que, estaban próximos a aterrizar.
—¿Qué es lo que pasa, Conejito? –Preguntó Kornelia a través de la pantalla del celular.
Con solo verla, Carolina recordó absolutamente todo. La fiesta en la casa de los Aleeksve, Kornelia contactándola por Snapchat al tiempo después, ellas conversando todos los días llegando a intercambiar fotos y llamarse casi todos los días, para después avanzar aún más y terminar conversando por noches completas o quedarse dormidas frente a las cámaras... Justo antes de que hablara el piloto, Carolina dormía mientras era vigilada cariñosamente por Kornelia a través de la cámara del celular.
—No es nada, Lobito–respondió mientras se abrochaba el cinturón y se desperezaba–, ya voy a aterrizar–avisó mientras alzaba el celular para mirarla de cerca–. Nos... Veremos cuando aterrice.
—Está bien–respondió ella con una sonrisa–, nos veremos en un rato... Te quiero mucho.
Carolina se sonrojó ante la repentina confesión, pero decidió bromear.
—Yo también me quiero–respondió.
—Eso me lo vas a pagar cuando nos veamos. Te estaré esperando en la salida oeste, llevare una chaqueta celeste. Te quiero, Conejito–le respondió riéndose y colgó el celular.
Cuando aterrizaron a Carolina le hicieron los respectivos controles, se dirigió nerviosamente hacia la salida oeste. Por un lado, se moría de ganas de correr por aquel largo pasillo y encontrarse con Kornelia... Y por otro, se moría de deseo de que el pasillo se hiciera eterno. Durante los seis meses pasados, no solo se habían conocido... Según Kornelia, ya eran novias.
Y era la primera vez que Carolina tenía una novia... No sabía cómo actuar.
— ¡Lina! –La llamó sonriente la muchacha que le esperaba detrás de un cordón negro custodiado por un solo guardia del aeropuerto.
Carolina corrió los pasitos que le faltaban para llegar a su lado y se quedó ahí... Tiesa y sin saber que hacer. Para su suerte, Kornelia dio el primer paso y la abrazó cariñosamente, al tiempo que le acariciaba la espalda; cuando se separaron, la miró a los ojos y le dio un beso en los labios. Carolina correspondió, primero con los ojos abiertos... Y lentamente, los fue cerrando, al tiempo que se paraba de puntitas para rodear el cuello de su novia.
—Te dije que ibas a pagar por ese yo también me quiero–le dijo al separarse y le dio un beso en la frente–, vamos por aquí–agregó.
Mientras andaban, Kornelia tomó la mano de Carolina con una mano y la maleta con la otra, tras andar por un largo pasillo, que a diferencia de la salida no estaba tan vacío, al fin salieron a la calle.
Allí las esperaban al menos, doce hombres vestidos de negros que cargaban pistolas en los cintos, al ver a Kornelia acercándose hicieron una reverencia muy respetuosa.
— ¿Qué auto? –Preguntó Kornelia.
—Número dos, ama Kornelia–respondió el hombre–, hicimos un registro completo de doce kilómetros a las redonda, no hay absolutamente ningún auto sospechoso, pero tal y como ordenó su abuela, estamos listos para responder a cualquier atentado.
Kornelia asintió y le entregó la maleta a Carolina, al tiempo que le abría la puerta del segundo de los autos de una larga caravana de automóviles de color negro. Luego de que Carolina subiera, subió ella mientras y cerró la puerta.
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LOBO Y EL CONEJO
RomanceGUIÓN LIBERADO DEL ESPECIAL DE ACUERDOS MATRIMONIALES Y OTROS RELATOS, ESCRITO POR ECLOVER Y DHE.SCARECROW