Venezuela

2.1K 318 553
                                    


Eran las cinco de la tarde, me quedé a cocinar espagueti por que era la única ahuevonada receta que me sabía.

Escuché la puerta abrirse, Iraq entrando con comida China en la mano.

- Ay ya llegaste - tome la sartén y la tire a la basura - Que bueno que trajiste comida no prepare nada.

Asentó las llaves en la mesa como si no me hubiera escuchado. Me acerqué, viendo su oreja sangrando.

- ¿Iraq? - le troné los dedos en su oreja - Estás sangrando, ¿estas bien?.

Dejo la comida en la mesa, cubriéndose las orejas con los brazos.

- ¿Te zumban? - lo jale del la camiseta - Ven conmigo al baño, te voy a limpiar tu oreja.

- Me duele - me susurro apretando los ojos.

- ¿Que te pasó?.

- Pase a lado de una construcción - se masajeo la sien.

- Ay Jesusito bondadoso - lo tome del brazo jalándolo al baño - Ahorita me encargo de tu oído.

Me senté en el lavabo para llegar hasta su oreja, sacando cotonetes y alcohol. Él se apoyó del lavabo tambaleante, seguro le estaban zumbando demasiado.

- Voy a meter el cotonete, no te pongas histérico -
Le advertí.

Lo introducí para limpiar la sangre de adentro.
Él respiraba hondo para evitar gritar o romper el espejo como la última vez.

- ¿Que vamos a hacer contigo? - susurre viendo su oreja - Creo que ya está limpia.

- Gracias - se levantó, yendo a la cocina para sacar la comida de la bolsa.

- Oye Iraq - lo llame siguiéndolo - Deberías comprarte los aparatos para los oídos.

- No... estoy bien así - saco unos fideos y se los comí desde la caja como un animal.

- Tranquilo la comida no se va a ir a ningún lado - le di palmadas en la espalda.

Se limpió con la manga de la camiseta, mirándome con los ojos cansados.

- ¿Mucho trabajo en el hospital? - me cruce de brazos preocupado.

- Si... muchos niños... llorando y eso - se sentó para estar a mi estatura.

- Entonces no fue una construcción lo que te hizo sangrar fueron los niños - suspiré - ¿Por que me mientes?.

- No te miento - bostezó.

- Okay hora de dormir - lo levante de la silla - Vamos vamos.

- Tengo que.

- Cállese no tiene que hacer nada - lo interrumpí jalándolo al cuarto - Vamos vamos.

Sentí como me tomaba de las piernas y me levantaba en su hombro como si fuera un saco de papas. Acercándose a la cama y tumbándome en esta.

- Quédate ahi - Iraq me amenazo - Ahorita vengo.

- ¿Okay? - tartamudee viéndolo salir del cuarto.

Me senté en chinito preocupado.
Este hombre tenía que atender su salud mental y no lo hacía por su trabajo.

Regreso al cuarto con una bolsa pequeña, asentándola enfrente mío

- Para ti.

- Oh wow... pero todavía no es navidad - Tome la bolsa.

- Es... regalo por que si - se encogió de hombros.

- Gracias cuate la neta no era necesario - abrí la bolsa, viendo las llaves de un coche.

Me quede en silencio examinándolas, luego voltee a verlo, mientras él me sonreía cálidamente.

- ¿Me compraste un coche? - pregunte nervioso.

- Un Jeep.

- ¿ME COMPRASTE UN JEEP? - tartamudee aún más nervioso - ¿Por que?.

- Vi que... estabas viendo revistas con fotos de jeeps... supuse que te gustaban - se rasco la cabeza.

- ¿BROMEAS? ¡AMO LOS JEEPS MALDITOS COCHES HERMOSOS! - mi sonrisa se desvaneció preocupado mientras más lo pensaba - Dios y yo no tengo un centavo para comprarte algo igual de caro.

- No... no me compres nada, tu compañía basta - se levantó de la cama - Voy por la comida, ¿quieres ver una película?.

- S-si - asentí nervioso, viendo las llaves del coche.

En una mesa para cama, puso la comida, acostándose para poner una película.

- ¿Por que me regalaste un jeep? - lo mire mientras agarraba fideos.

- Necesitas un coche para moverte por aquí - acomodó el control en la mesa para luego tomar pollo a la naranja.

- Si pero... es mucho dinero y yo... no se siento que te lo voy a pagar después, ¿esto es plan con maña o algo así? - balbuce nervioso.

Se comió el pollo como un muerto de hambre, suspirando cuando terminó y recostándose para dormir.

- Responde mi pregunta - insistí.

Mire su oreja, que volvía a sangrar poco a poco.

- Oye... tu oreja... otra vez - la apunte.

Giró su cara hacia mi, viendo su nariz sangrar igual.

- IRAQ - le tome la cara - ¡¿IRAQ POR QUE TE ESTAS DESANGRANDO?!.

- Con razón estoy mareado - susurro cerrando los ojos.

- MIERDA MIERDA PUTA PUTA - me levante de la cama quitando la mesa y yendo por alcohol y papel.

Me acerqué, limpiándole la nariz y la oreja, checando que no fuera nada grave.

- La Guerra me dejo así- balbuceó.

- Lo se ya me lo habías dicho.

- Perdón... por desquitarme contigo cuando me enojo.

- No pasa nada - negué con la cabeza - Para eso soy tu puta, ¿no?.

Soltó una risa sincera, la primera risa que hace por uno de mis chistes malos.

- Me preocupas... me preocupa tu salud mental y física, necesitas ayuda, Iraq - sacudí su hombro.

Abrió los ojos lentamente, viéndome con tristeza

- Soy un veterano de guerra... nada me puede ayudar.

- Yo creo que si - insistí.

- Me tienes mucha fe.

Puso su mano en mi cara, limpiándome una lagrima de rabia que se me había escurrido.

Me aparte limpiándome las lágrimas.

- Perdón por preocuparte - se sentó para verme.

- Recuéstate - le ordene, a lo que él siguió sin preguntar - Mañana nada de ir a ningún lado te quedarás aquí a descansar, no es pregunta.

- Okay...

Me acosté a su lado haciéndome bolita en su pecho.
No podía perder a mi amigo, no podía perder otro amigo más.

- Estoy bien - le abrazo, poniendo su barbilla en mi cabello.

No lo estaba, solo no quería que me preocupara, pero ya era muy tarde para eso.
Ahora tenía que ser su terapeuta, enfermero, amigo y seguro... algo más.

Me dio un beso en la cabeza, acercándome más a él antes de dormirse.
Si... soy su puta y pendeja y todo.

Representantes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora