Alexandra
Luego de que la clase de literatura terminó y fui capaz de esquivar las inquisiciones de Aiden, me encontré con Katt cerca de su casillero solo para que me dejara plantada por ir a hacerle ojitos a Jake, algo que nunca se había sentido tan molesto como hoy.
Miré de reojo a Katt hablar con Jake, quien no había dirigido su mirada hacia mí en toda la semana, y la gente ya comenzaba a sospechar de que algo sucedía, pero por el bien de ambos, no sería Jake quien soltara información.
Mi amiga había vuelto a redirigir su obsesión a Jake luego de lo que sea que hubiera pasado con Rhodes en Key West, y si bien no era mi problema, Jake Garret oficialmente había superado a Ashley Rhodes en mi lista negra; Katt y él no eran una alternativa con la que estaba cómoda. Luego de lo que había pasado en el estacionamiento, no creía volver a ser la misma. Cada vez que miraba a Katt me carcomía la culpa, y a pesar de las innumerables veces que me había repetido que lo que sea que se le haya cruzado a Jake por la cabeza la noche del baile no tenía nada que ver conmigo, no podía evitar sentirme avergonzada; incapaz de contarle a Katt que Jake se había propasado en la peor manera posible, no porque de alguna forma pensara que hubiese sido mi culpa, sino por la posibilidad de que Katt lo creyera de todas formas.
—¿Qué es lo que te sucede con Jake? —preguntó Katt cuando Jake estuvo fuera de nuestra vista—. Lo miras con esa cara...
—¿Qué cara? —pregunté más golpeadamente de lo que pretendía.
—Esa... esa cara de asesinato, una que no te veo a menudo con tu sonrisa de paz mundial habitual.
—¿Qué? Nah, estás delirando, solo estoy un poco preocupada por las cosas en casa.
—¿La señora King sigue igual de exigente que de costumbre?
—Las cosas no cambian.
—Raramente lo hacen.
Caminamos juntas hacia nuestra última clase del día, sin volver a tocar el tema, y quizá eso era lo mejor por ahora.
El día pasó lento y agotador. Casi me desgarro todos los músculos del cuerpo en un entrenamiento que fue más exigente de lo normal en all Stars, y para cuando terminamos, pasé tanto tiempo intentando recuperar la sensación de mis piernas que perdí la noción del tiempo y llegué media hora tarde al partido, pero como era de esperarse, los Raiders ya llevaban una ventaja de un touchdown y un gol de campo en apenas un cuarto.
La mayor parte del juego pasó como una película en cámara rápida. Incluso Aiden se volvía borroso de vez en cuando en mis pensamientos tormentosos. Lo único en lo que podía pensar era en la culpa y la tragedia, y en la pequeña esperanza que tenía de que este fin de semana se llevara todos esos sentimientos lejos para siempre.
Estaba pensando aún en eso cuando el arbitro pegó el silbatazo que terminó el partido, así que me escabullí rápidamente entre la gente antes de que fuera imposible salir del estadio hacia mi camioneta. Le texteé a Aiden para decirle que lo encontraría en su casa, pero no le dije que había estado viendo el partido solo por verlo a él e intentar olvidar mis problemas porque solo haría todo más extraño.
Pasó un rato antes de que el estadio se vaciara. Aiden me encontró a eso de las diez, ya bañado y vestido.
—Hey, princesa.
—Hey, quarterback —le sonreí, haciendo todo lo posible por no acosarlo con la mirada—. ¿Estás listo?
—Por supuesto —extendió su mano, pidiéndome las llaves—. Si tú manejas llegaremos mañana.
Rodando los ojos, le entregué las llaves y me subí en el lado del pasajero.
Incluso con la monumental camioneta, Aiden ocupaba la mayor parte del espacio con su porte.
—Tu camioneta es genial, Alex —mencionó, mirando con admiración el panel.
—No me gusta tanto —me encogí un poco de hombros—. Papá quiso comprarla porque era la más segura del mercado.
—Pareciera que todas las decisiones las toman por ti —me dijo Aiden, y había un toque de decepción en su voz.
—Yo... solo quiero mantener a la familia cuerda.
—Con todo respeto, Alex, pero tu familia no está cuerda en absoluto.
—Solo quieren evitar que termine como mi hermano —murmuré en voz baja.
—¿Y qué es eso tan terrible que hizo tu hermano? ¿Dejar la universidad? No puedo creer tanto alboroto por algo como eso.
—No es solo eso, es todo lo demás. Travis se fue para jamás volver. No ha pisado nuestra casa desde que mandó al demonio a mis papás.
—Pero vuelve por ti.
—A penas. A veces casi siento que lo hace por mera culpa. ¿Qué clase de hermano te ve una vez al año y solo llama para la navidad? Me cuesta trabajo creer que eso es culpa de su trabajo, del cual por cierto nunca habla.
—Sigue sin ser excusa para la forma en la que actúa la señora King.
—Solo quiere lo mejor para mí...
—Ni siquiera suenas convencida cuando dices eso, Alex.
—Yo... bueno, ¿quieres hablar de familiares despectivos? ¿Qué hay de ti, Reed?
—¿Yo qué?
—Vi la forma en la que abrazaste a tu madre el día en que la conocí. Casi parecía que estabas obligado a hacerlo.
—Lo estoy.
—¿Por dinero?
Aiden me miró como si lo hubiera ofendido.
—¿Por dinero? Piensas poco de mí, princesa. Claro que no es por dinero.
—¿Entonces?
—Papá es enfermero, Alex, con un corazón que solo busca ayudar a las personas, incluso a las personas horripilantes que abandonan a su hijo. Jamás haría algo para lastimarlo, y si eso significa tener que aguantar a mamá, bienvenido sea.
—Sigue siendo bastante malo.
—A veces hacemos cosas por no lastimar a nuestros seres queridos, y otras veces hacemos cosas para demostrar ser alguien que no somos.
—¿Qué quieres decir con eso? —medio chillé. Enseguida, la palabra "falsa" revoloteó en mi cabeza.
—No quise decir nada, Alex.
Parecía tan seguro que perfectamente pude haberle creído, pero no quería que Aiden siguiera golpeando en mi carcaza, así que cambié de tema rápidamente.
—Espero que el camino no se haga tedioso. Son 45 minutos de aburrida carretera —comenté luego de unos segundos de silencio, justo mientras entrábamos hacia la ruta 73.
—¿Por qué no pones algo de música?
—¿Algo en mente?
—Lo que quieras.
Luego de 45 minutos con música amena y conversación poco profunda de fondo, llegamos a la casa del lago que había pertenecido a mi familia desde hace tres generaciones.
La casa no había cambiado desde el verano, la última vez que habíamos estado aquí. Nunca había venido con alguien que no fueran mis amigos o mi familia, y definitivamente no había esperado que si traía a un chico fuera a ser Aiden. Aun así, la sorpresa era bienvenida.
Era extraño cómo había intentado durante tanto tiempo aparentar ser perfecta, y cuando estaba con Aiden... no tenía que aparentar nada. Él veía debajo de mí como nadie, no había nada que fingir, y tampoco había expectativas. Aiden no me soportaba, y a veces hasta creía que me aguantaba más cuando no estaba siendo mi yo normal.
—Es un lugar bastante acogedor —mencionó mientras se bajaba de la camioneta.
—Lo es, solo un poco frío en invierno. Nada que la chimenea no pueda solucionar.
Caminamos dentro, prometiéndonos que sacaríamos nuestras cosas del auto en un rato.
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The wrong side of town - Parte I y II
RomanceAlexandra King es una reina; la reina de la escuela, la reina de toda la ciudad. Hija del alcalde de Sylver Valley y capitana de las porristas, se encuentra en la cima de la pirámide social, pero tiene un pequeño secreto. Está enamorada de quién no...