_¿Has vuelto a quedar?
_Sí. No podía más. Tenía que verlo.
_¿Y qué tal estaba?
_Mal, muy mal.
_¿No te habrás acostado con él? _Esperaba una contestación negativa. Busqué su mirada que rehuía de la mía. Cesé el paso y la sujeté por la manga para que parara_. ¡Venga, Carmela! ¡Le vas a hacer daño!
_No pude evitarlo... _Usó un tono mediocre con el que pretendió ofrecer pena.
_Estás siendo muy egoísta. _Comencé a caminar mirando hacia delante. Ella me siguió en silencio mientras sujetaba la correa de su caniche.
_Lo sé. ¡Pero lo quiero! _dijo angustiada.
_Sí, lo quieres, pero de distinta manera que él te quiere a ti. _Sacudí varias hojas que había en el suelo con la puntera del zapato.
Habíamos salido a pasear a su cachorro. Algunas veces buscábamos escapadas encubiertas para hablar con tranquilidad de temas que con otras personas delante no podíamos tratar.
Carmela era una amante del amor. Estaba enamorada del enamoramiento, de la juventud, de la vida nocturna, de las sensaciones mayores, de la inestabilidad, de la incertidumbre, del deseo, de la sociedad urbanita, de las aglomeraciones, de las fiestas, de la música tecno y de la vida loca en general. De semblante serio, carácter dócil, temperamento fuerte y serenidad moderada. Elegante al caminar y correcta en el habla. Era muy educada y comedida. Poco risueña, pero muy divertida. Lucía una sonrisa perfecta con una dentadura envidiable. Media ciento sesenta centímetros y pesaba cincuenta kilos. Los devaneos de los últimos meses la tenían consumida. Siempre había sido una persona delgada, los embarazos habían ocasionado que su abdomen no estuviera firme y le acomplejaba un poco, pero era más bien una obsesión, se la veía estupenda. Poseía una melena rizada con mucho volumen, en tono chocolate y reflejos castaño claro. Ojos grandes, nariz pequeña y labios bonitos. Era una mujer muy atractiva.
No teníamos mucho que ver, éramos muy diferentes, mucho, pero había algo entre las dos que nos unía de forma permanente. Los primeros años de relación fueron intermitentes. El tiempo que compartíamos en verano era muy intenso, pero los otoños e inviernos muy despegados. Aprendí pronto a descifrar la conexión que teníamos. Era distinta a la de las demás vecinas. Cuando nos veíamos, daba igual el tiempo que hacía que no lo hacíamos, volvíamos a encender la chispa como si nunca se hubiera apagado. Teníamos varios nexos de unión; nos gustaba la restauración, la lectura fluida, las películas de adolescentes, el mus... También muchos dispares, pero llevaderos.
Era madre de una niña adolescente y de un niño de diez años. La edad de mi hija menor. Otro nexo más. Estaba casada y feliz... en su primera vida. Tenía una segunda y una tercera.
_¡Carmelaaaaaaaa! _grité_.¡Carmelaaaaaa!
Había ido a Madrid centro con unas compañeras de trabajo. Paseábamos por la Gran Vía cuando me pareció ver a mi amiga a lo lejos. Me adelanté al grupo con el que iba y aligeré los pasos para intentar alcanzarla. Al principio desconfíe de que fuera ella, iba de la mano de un chico joven. Intenté acercarme todo lo que pude entre el sunami de gentío madrileño, pero no lo conseguí. Se esfumó de mi vista sin que pudiera remediarlo. Aquella noche no la escribí, tampoco la llamé. Opté por verificar lo que había presenciado antes de decirle nada. Tardé varios días en encontrarme con ella después de aquel avistamiento. Decidí no decirle nada y dejarlo pasar. Por cosas del destino, volví a encontrarme casi mes y medio más tarde con ella en Madrid. Había ido de cena con las compañeras de trabajo. La Navidad traía esas cosas de compartir mesa y me dejé arrastrar por ellas. Enfoqué varias veces para cerciorarme de que lo que veía era cierto. Comencé a sentir palpitaciones y no me pude aguantar. Me levanté de la mesa donde comíamos y me dirigí a la mesa donde se encontraba Carmela.
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Un barrio
De TodoLa vida de varias mujeres de distintas edades, se cruzan en algún momento del camino de la misma. Con el paso del tiempo consiguen crear un vínculo tan fuerte que su amistad estará por encima de todo. Aprenden a respetarse y a cuidarse las unas a la...