Martes, 7 de Diciembre de 1976

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El lunes había sido un día raro, el ambiente se siente diferente siempre que las fechas de las vacaciones se acercan. Los profesores dejan tarea para dichas vacaciones, pero al mismo tiempo insisten que pasemos el tiempo con nuestras familia.

Ayer por la noche, no podía dormir y por mi ventana vi que había luna llena, así que bajé a la sala común a escuchar al lobo, sonaba triste, sonaba melancólico y dolido, el bosque prohibido es su reino y la luna llena es su amante a quien le canta cada vez que puede y no puedo imaginarme que haría si lo tengo de frente.

Por otro lado, el profesor Flitwick ha pedido que todos los que vayan a quedarse durante las vacaciones se anoten en un lista, la mayoría son alumnos de quinto o séptimo, que están preocupados por sus exámenes. Pandora y yo, aún no nos preocupamos por eso, así que decidimos concentrarnos en estudiar mientras podamos con los libros de la biblioteca.

Quiero darle a Remus sus apuntes que me prestó el fin de semana, pero durante todo el lunes no pude verlo, me acerco a la mesa de Gryffindor y saludo a todos, Sirius me recibe con una sonrisa y un beso en la mejilla que yo respondo de la misma manera.

—¿Y Remus? —Sus amigos se lanzan miradas preocupadas, lo cuál me asusta más al ver su ausencia.

—Está en la enfermería. —Peter es el primero en hablar.

—Algo que comió le sentó mal. —James agrega

—Sí, ya sabes que es un fánatico de comer carbohidratos, hasta dos veces, ayer cenó de más y pasó toda la noche vomitando, no fue hasta la mañana que lo convencimos de que fuera a la enfermería. —Sirius toma mi mano y me hace verlo a los ojos. —¿Por?

—Es solo que quería verlo y entregarle sus apuntes que me prestó, supongo que lo veré en la cena ¿no?

—Esperemos que ya esté mejor para entonces, sí. Pero si fuera tú, lo dejaría descansar hoy. —Sirius trata de convencerme.

—Con más razón me gustaría verlo. —Digo. —Suena realmente enfermo.

—No creo que sea lo mejor Casiopea. Pero le diremos que preguntaste por él, si gustas darme su cuaderno, yo se lo doy. —Él estira la mano pero yo no le doy el cuaderno, para empezar no me gusta la forma en la que me está hablando.

Luego, como si fuera cualquier cosa, los chicos siguen planeando su última broma del año, puesto que todos pasarán las fiestas en casa de los Potter.

Yo me voy de ahí, muy molesta, no me gustó el tono en el que me habló, y luego me ignora como si eso fuera nada.

Después de un desayuno desabrido y con mal sabor de boca y de un día aburrido, estoy llegando a la última clase de mi día, Encantamientos con el profesor Flitwick, estamos a la mitad de la clase cuando uno de nuestro compañeros lanza mal el hechizo y sale disparado hacia atrás haciendo que me caiga, todos nos ayudan a pararnos, yo no estoy lastimada pero de inmediato me ofrecí a acompañarlo a la enfermería y a que también me "revisen". El profesor Flitwick sabe que ya he logrado el encantamiento de está clase y me deja ir aunque siento que sabe que no me ha pasado nada, tomo mis cosas y acompaño al chico mareado junto a mi con Madame Pomfrey. Ella le receta reposo y le da algo para el dolor, luego al verme y ver que estoy bien me dice que puedo irme pero le hago saber que estoy ahí por Remus. Se va a verlo para ver si él está de acuerdo conmigo viéndolo y luego me deja pasar.

—Hola. —Dijo en voz baja al ver a Remus en la cama. Se ve totalmente demacrado a pesar de que me regala una sonrisa. —Me dijeron que pasase una mala noche.

—Algo así. No fue del todo mala.

—Con la cena que te zambulliste, no lo creo. —Él me ve con cara de no entender.

—¿Cena?

—Ya sabes, James me dijo que cenaste demasiado y te la pasaste vomitando. —Él asiente.

—Claro, se me olvidó que fue lo que me trajo hasta acá. —Él sonríe.

En ese momento nos quedamos en silencio, puedo ver su cuerpo, está cubierto de pies a cabeza pero cuando estira su brazo para tomar un poco de agua lo veo, son vendas, los vómitos no te hacen usar vendas. Él lo nota y me da una sonrisa.

—¿Te ayudo con el agua? —Él asiente mientras yo finjo que no he visto aquello, pero es tarde, él lo sabe.

—Me salieron unas ronchas espantosas, estoy casi seguro que soy alérgico a algo. Mira —Y hace algo que no espero, me enseña sus vendajes, así que ronchas, eso sí es más creíble por un malestar del estómago.

—Lástima que estés enfermo del estómago porque te traje algo. —De mi mochila, saco un chocolate que estaba guardando para más tarde, pero me apena tanto verlo así que no puedo resistirme a dárselo. —Es chocolate, cuando te sientas mejor cómelo, o báñalo en leche caliente, y haz leche con chocolate.

—Muchas gracias, lo dejaré aquí. —Puedo ver que se resiste a dormirse.

—Creo que mejor me voy, debes de estar muerto de sueño, así te dejo descansar.

—¡No! —Me grita con urgencia. —¿Traes un libro que no sea de la escuela? —Yo asiento. —¿Puedes leerme un poco? Si me quedo dormido no lo tomes como grosería, es solo que no quiero quedarme solo. Si quieres, cuando veas que estoy totalmente perdido te vas. Espera, ¿qué horas son?

—Casi la una.

—¿No deberías estar en clase? —Debería, pienso.

—Tal vez, es solo que tuve un accidente en clase de Encantamientos pero estoy bien. —Es la verdad.

—Vale, ¿entonces no te molesta quedarte un rato?

—No me molesta, me gusta leer en voz alta. —Él asiente y yo comienzo con mi lectura.

Dan las 2 cuando veo que Remus se ha quedado completamente dormido. Voy guardando mis cosas y es cuando escucho varios pasos acercándose. Son el resto de los merodeadores, así es como se hacen llamar.

—Hola chicos. —Saludo mientras todos me miran con extrañeza.

—¿Qué haces aquí, linda? —Me molesta que Sirius finja como si lo del desayuno no hubiera pasado.

—Vine a la enfermería porque Flitwick me mandó, hubo un accidente en encantamientos pero nada muy aparatoso y aproveche para saludar a Remus, acaba de quedarse dormido, se nota que el pobre pasó una mala noche. —Yo ya tengo todo listo para irme.

Ellos asienten y dicen que esperarán a que termine, yo solo digo que sí y me dispongo a salir cuando Sirius me alcanza en la entrada.

—¿Estás bien? —Me pregunta extrañado.

—Sí.

—Te ves rara.

—Estoy bien, lo juro, es solo que, no sé, es un día raro. Ayer el lobo sonaba triste.

—¿El lobo?

—El lobo que escuchamos Pandora y yo, no lo sé, no me hagas mucho caso. —Él sigue viéndome raro. —No tiene sentido. —Él solo asiente no muy convencido.

¿Cómo le explico que yo me siento como ese lobo?¿Cómo le digo que no me siento amada? Qué quiero recibir más de él de lo que obtengo ¿Cómo le hago saber que me siento como aquel lobo que le aúlla a la luna sin recibir respuesta alguna de su parte?  

Par de Ases /Sirius Black/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora