Capítulo 42

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-Rubén... ¿Rubén apagaste la alarma?- preguntó un adormilado Samuel.

-Ci... era ruidosa- murmuró volviendo a conciliar el sueño.

-Doblas ¿Qué hora es?- sentía que no había descansado nada y rogaban porque aún le quedara algo de tiempo para descansar, al menos una hora más.

El menor simplemente se removió en su cama y balbuceo algunas cosas inentendibles.

-Cabezón que mi móvil se está cargando al lado del tuyo- dijo estirándose pasando por sobre el contrario para tomarlo y ver la hora- ¡¡¡Ostras!!!- se puso de pie casi de un salto- ¡¡¡Doblas son las ocho menos cuarto!!! ¡¡¡Levántate!!!- exclamó buscando su ropa.

-¡¡¿Qué?!! Mierda, mierda, mierda- Rubén se puso en pie igual de rápido que Samuel para empezar a vestirse, adiós hora del desayuno- ¡¡Ricardo cabrón!! Hoy no me despertaste con tus besos babosos de buenos dí... días- se quedó en silencio deteniendo sus movimientos, ya no habría más besos de Ricardo. Samuel lo miró- es que él... cuando yo apagaba la alarma medio dormido... solía saltar a la cama y darme lengüetazos por toda la cara para que me levantara- suspiró atando su calzado.

-Doblas-.

-¿Hmn?- se giró para verlo.

Sintió su cara arder cuando un besó sorpresivo por parte de Samuel le borraba los sentimientos tristes.

-No es un beso baboso, pero, buenos días- dijo el mayor acariciando su cuello, mientras Rubén estaba estático en su lugar asimilando lo que había pasado- está bien, está bien- murmuró el mayor y paso rápidamente su lengua por la mejilla derecha del menor, dejándole una pequeña lamida. Se puso de pie nuevamente y salió de la habitación.

-¿JAAAAA? ¿BOBO O QUÉ DE LUQUE?- salió a los gritos de su habitación con su cara en color rojo neón.

Aquella mañana no pudieron desayunar antes de salir a clases, pero sus horarios se acomodaron durante el resto de la semana, Samuel acompañaba a Rubén hasta su universidad y luego caminaba un par de cuadras más hasta la suya.
A veces volvían juntos a la librería del padre del mayor, momentos en los que Rubén aprovechaba para tomar la mano de Samuel, el mayor nunca se negaba a su tacto y eso lo hacía feliz. Ya que creía que Samuel quizás lo rechazaría luego de ver aquellas fotografías.
Algunas noches aun lloraba por la partida de Ricardo mientras Samuel lo abrazaba en silencio, acariciando sus cabellos, animándolo para que dejara salir las lágrimas y que ya no lo dañaran; juntos hicieron y pequeño recorrido en el pasillo con fotos que Sam había tomado de Ricardo aquella primera vez que hablaron.

-Es cierto- murmuró Rubén con una de aquellas fotografías, donde Ricardo salían saltando con la boca abierta a punto de cazar una libélula- sino hubiese sido por él, no habría tenido el valor para hablarte ese día- dijo colocando la foto en un marco y ubicándolo en la pared.

-Doblas, ese día... ¿estabas esperándome?- preguntó sorprendido.

-Bueno... ya te había visto con anterioridad en ese lugar y...- balbuceo- la idea era sólo saludarte... me tomó algo de tiempo juntar el valor para charlar contigo- se había puesto nervioso y es que nunca le había contado aquello al mayor. Colocó la última fotografía, una selfi donde estaban los tres juntos y sintió al mayor abrazar su talle y apoyar su mentón en su hombro, podía sentir las cosquillas que le generaba la tupida barba de Samuel en su mejilla.

-Me gusta esta foto-.

-Y a mi- sus manos acariciaron los antebrazos del mayor.

-Gracias Ricardo- dijo Sam mirando aquella fotografía- y no te preocupes, yo cuidaré de Doblas en tu lugar- dijo dejando un beso en el cuello del menor, mientras este se giraba para sollozar en "su lugar"- ya no va a estar solo... ya no vas a estar solo Doblas- susurró antes de atraerlo y besarlo.

Mi trébol de cuatro hojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora