💌Capítulo 28💌

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Llegué a casa con los pulsos a mil por hora

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Llegué a casa con los pulsos a mil por hora.

—¡Hija! —mi madre advirtió su presencia.

Me arreglé las leves arrugas de mi camisa y me arreglé el cabello con los dedos.

—Madre... e-estás en casa —mencioné. Ella venía con los brazos abiertos para darme un abrazo. Lo recibí de buena manera.

Me di cuenta de la presencia de una señora estaba sentada en el sillón.

—El mes que viene, irás con Axel a una boda que nos han invitado a mí y a tu padre —comunicó.

«Debía verlo venir. No está en casa, al menos que tenga algún interés.»

—Exacto, te han invitado a ti y a mi padre ¿por qué tengo que ir con Axel?

—Porque la boda es de la hermana de Axel.

—¿Axel tiene una hermana? —pregunté.

—Nada de preguntas. Yo me encargaré de tu maquillaje y de tu vestido.

—¿Por lo menos puedo elegir el color? —me quejé —. ¿Un rosa? No me digas que no es femenino, es lo más femenino que verás de mi parte.

Si alguien se preguntaba sobre la existencia de una chica con padres que cuentan con recursos económicos, que nunca había ido a una gala o a un evento formal importante con ellos. Pues, esa chica sí existe, porque soy yo. Todo debido a mi conducta "ejemplar".

—Yo me encargaré de todo, Leyla. Hoy te harán las medidas para tu vestido. Extiende tus brazos —respondió tajante.

La señora que estaba en el sillón caminó hacia donde me encontraba con mi madre.

—¿Por qué no me dejaste escoger el diseño? Ya no tengo cinco años como para que escojas lo que tengo que ponerme—le reclamé a mi madre.

—Tu comportamiento es peor que una niña de cinco años, así que es casi lo mismo —justificó —. Enderézate. Las medidas tienen que ser exactas; ni un centímetro menos, ni un centímetro más.

Tenía la disposición de ejecutar un debate con mi madre acerca de que la perfección no existe, pero sé que será una discusión llena de tenacidad.

—Ya terminé, señorita —avisó la costurera. Bajé mis brazos y suspiré cansada.

—Leyla, anda a tu habitación —ordenó mi madre —. Espero que esta gala, te sirva para que aprendas a cambiar tu conducta.

Rodé los ojos y me fui corriendo.

Ingresé a mi habitación, dando incontables vueltas lentas hasta tirarme sobre mi cama y emití un suspiro, enamorada.

Por Dios, estoy en problemas.

—Leyla, despierta —me advertí y me tiré una almohada en la cara.

P.D. Simplemente te amo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora