Dunkelheit (Halloween 2021)

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Extracto del periódico "Der Stürmer von Krakovia" publicado el 31 de octubre


<<Kampfblatt Der Kaiserlichen Regierung von Groß-Krakovia>>

Si se les pregunta a los más ancianos qué es lo no se debe hacer la noche del 31 de octubre, su respuesta será muy similar en la mayoría de los casos

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Si se les pregunta a los más ancianos qué es lo no se debe hacer la noche del 31 de octubre, su respuesta será muy similar en la mayoría de los casos.

"Velas. No hay que prender velas. Nunca, ni una sola."

Las velas se han caracterizado desde siempre por tomar un indeseado protagonismo cuando la temida fecha de Mortum llega a imponerse en el corazón de nuestros compatriotas krakovianos más supersticiosos. Aunque, analizándolo de manera pragmática, no serían las velas las que alteran los ánimos de los agoreros, sino que el verdadero villano resulta ser el fuego. Y para descubrir el origen de tan peculiar creencia relacionada a la arsonfobia, basta con remontarse a los años de épocas pasadas.

Es de conocimiento general que la madera y el fuego nunca se han llevado bien, al menos fuera de lo que a temas culinarios refiere. Y precisamente era ese el material que predominaba en la construcción de la mayoría de casas de tiempos remotos. Por eso resulta sencillo adivinar qué es lo que sucedía cuando algún insensato prendía muchas velas para que sus débiles fulgores lo llenasen de valor durante la aterradora noche de Mortum. Su hogar quedaba muy bien iluminado, nadie podría negarlo, pero también terminaba reducido a cenizas, muchas veces junto a sus desdichados habitantes.

Desde tal perspectiva, sería lógico asumir que la creencia de que no se debe prender velas durante las horas nocturnas del último día de octubre debería ya pasar al olvido. Al fin y al cabo, hace aproximadamente quinientos años que las moradas de las personas civilizadas de nuestra insigne patria han dejado de ser de madera para decantarse por materiales resistentes al calor, tales como el ladrillo, el concreto o el acero. Los únicos que podrían verse afectados por los estragos de las velas serían aquellos adinerados estólidos que, al apostar por la "modernidad" y el "prestigio", se atreven a residir en esas blasfemas construcciones de plástico férreo que son tan populares hoy en día.

En pocas palabras, dejando de lado a los burgueses poco instruidos, las casas actuales son relativamente inmunes a los estragos causados por las velas, además de que son pocos los que las usan para iluminarse hoy en día. No obstante, es necesario señalar que Mortum no se destaca precisamente por ser una festividad que deje morir sus tradiciones con facilidad. Y todos sabemos a la perfección cuán adaptables son las energías malignas al momento de buscar perpetrar las más inconcebibles atrocidades contra los inocentes. Porque, a pesar de todos los avances arquitectónicos y tecnológicos con los que cuenta nuestra población, durante el 31 de octubre se llega a un pico inaudito de casos de incendios masivos.

"¿Por qué?", se preguntaría cualquier persona curiosa, "Si las velas ya no son el problema, ¿qué es lo que causa tales desgracias durante la festividad?".

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