El Avión de Papel

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En el medio del Bosque, donde lo mágico y lo ordinario se encuentran, donde lo común y lo maravilloso conviven, donde puedes encontrar las aldeas de los hombrecitos de piedra, de madera y de metal; también encontramos al pequeño y solitario hombrecito de cartón, quien a diario subía en su extravagante avioncito de papel a volar sobre el bosque y observar cómo se divertían los hombrecitos de piedra; estos entrenaban en el fuego, resistían altas y bajas temperaturas, eran fuertes, eran intrigantes, eran demasiados en número, el hombrecito de cartón miraba maravillado, pues, para él era imposible siquiera imaginar estar dentro del fuego o ser tan pesado para atravesar el pasto con facilidad. Siempre quiso ir allí y jugar con ellos, pero no se siente capacitado, su delgado y frágil cuerpo de cartón no podría soportarlo.

Luego al volar por encima del campamento de los hombrecitos de madera, veía con asombro como podían flotar en el lago, pescaban, jugaban en medio del mar; evitaban el fuego, pero no temían a la nieve, ni el agua; eran tan felices. El pequeño hombrecito de cartón también se preguntó: ¿Cómo sería nadar?, poder sentir sus pies en el agua sin que se deshicieran, otra vez lloró para sus adentros, se deprimió por no poder hacerlo.

Continúo volando por el bosque hasta que llego a ver a los hombrecitos de metal, estos eran lo más revoltosos, los más ruidosos y escandalosos, él los amaba, amaba ver como sonaba el metal cuando luchaban, amaba verlos jugar a las vencidas y como entrenaban fuertemente para defender al bosque de los peligros del exterior. ellos eran geniales, siempre quiso ser parte de su ejército, pero era muy flácido para hacerlo; no podía soportar las grandes olas, los fuertes tornados, se sintió triste por no poder llevar el peso del escudo y el uniforme de los hombrecitos de hierro.

Empezó a descender, su viaje de hoy había terminado, volvería pronto a casa como todos los días sin nadie más que lo acompañase, la oscuridad vendría pronto y debía protegerse en su alejada y solitaria casita; pero algo pasó, al llegar quedo sorprendido, muchos hombrecitos de todas las aldeas estaban allí, hombrecitos de hierro, piedra y madera estaban esperándolo: ¿qué es esto? -se preguntó. Estaba tan feliz de no encontrarse solo, pero su curiosidad aumentaba, un hombrecito de piedra hablo primero:

-¨hola hombrecito de cartón, ¿cómo te va hoy?; estoy tan celoso de ti, puedes volar esta cosa y mirar el panorama desde arriba¨ dijo señalando el avión de papel.

-¨siempre he querido saber que se siente ser tan liviano para poder volar sobre las aldeas, ir libremente planeando en tu avión¨- dijo

A lo que un hombrecito de madera siguió: - ¨tu eres tan afortunado por eso, siempre te veo en tu avión, pienso que no hay hombrecito más libre en el planeta que tú. ¡eres único! ¨-continuó

Luego un hombrecito de hierro continúo diciendo: =¨veo que tu casa es muy silenciosa, no haces ruido al caminar, no lidias con los sonidos extraños que se forman al correr o saltar, ¡¡¡ vaya que eres maravilloso!!!¨- expresó

Al recibir todos esos halagos el hombrecito de cartón comenzó a llorar, preguntándose ahora porque nunca antes había apreciado su propia vida especial, es cierto que había muchas cosas que no podía hacer, pues su cuerpo carecía de fortaleza, o muchas cosas que no tenía, pero tenía la oportunidad única de volar, ¿porque nunca fue feliz?, ¿Por qué nuca se sintió orgulloso de sí mismo?

Ahora tú ¿eres agradecido con lo que te hace único?

No envidies a los demás, recuerda que cada uno tiene sus propias luchas y defectos, que cada uno va a su propio ritmo, no eres más lento o más rápido, solo eres tú, agradece eso que te hace único.


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