Me gustas [UsUk] [America x Nyo!Inglaterra] [Hetalia - Nyotalia]

Me gustas.

América: Alfred F. Jones
Nyo!Inglaterra: Alice Kirkland

Juntó la valentía suficiente para cerrar la puerta a sus espaldas. Suspiró. Le haría falta aún más valentía para lo que estaba dispuesta a hacer. Cerró los ojos y se encaminó al café frente al parque.

La noche anterior, Alice se había prometido declararse a Alfred; ya llevaba demasiado tiempo con eso en su corazón y si aguantaba un poco más sentía que explotaría.

Aceleró su paso, repasando en su mente cien formas de declararse. ¿Debería darle indirectas? ¿Decirlo de una vez? ¿Besarlo...? No, no. Eso último por ningún motivo, que vergüenza.

La británica levantó la mirada mientras esperaba el cambio de semáforo, y vio a un hombre, la estaba mirando fijamente. Ella levantó sus manos hasta tocarse las mejillas, estaban ardiendo, con razón ese tipo la miraba tan raro.

Cruzó la calle y vio la hora de su celular, se hacía tarde; era obvio que Alfred ya estaba ahí, en el umbral del café, esperando. Ella no quería ser una molestia para él: era lo que menos quería ser.

Empezó a caminar rápido, a trotar, a correr. No le importaba la posible expresión que llevaba en el rostro al preocuparse, ya no le importaba nada, solo llegar. Sentía su confianza al máximo. Ya pasó la laguna, no debía

quedar demasiado que recorrer.

Su mente estaba llena de frases y pensamientos que iban de un lugar a otro.

"Me.. Me gus... Oh, vamos, no puede ser tan difícil" Tomó aire y siguió corriendo.

"T-tú me... Tú me gus..."

"Tú me gustas, tú me gustas..."

"Tú me gustas, Alfred. Alfred, me gustas."

"Me gustas demasiado"

Antes de seguir pensando, pudo ver una cabellera rubia a lo lejos, bajo el umbral de la tienda de café. Sí, seguía ahí.

Jadeando, Alice llegó a su lado, sonriéndole; el americano se extrañó un poco por esto, inclinándose para ver mejor a Alice.

-Wow, ¿Estás bien? Te ves un poco cansada. -no, Alfred no la había visto correr, atravesando todo el parque.

La chica asintió rápidamente. No sabía que Alfred había crecido tanto. Levantó su mirada, conectando la con los ojos azules de él. Hubieron momentos de silencio, rodeados por el tumulto de la ciudad.

Alice se aproximó al rubio, quien ya podía sentir el aire cálido que salía de la boca de la chica. Y entre respiración agitada y jadeo logró decir...

-Alfred... tú... me gustas... -Alice siguió sonriendo como si no hubiese dicho nada de lo anterior.

El chico tardó varios segundos en tan solo pronunciar palabra. El ruido de la ciudad se silencio, al igual que los latidos del corazón de la inglesa. Su sonrisa desapareció. Solo leyó los labios de Alfred.

Decían "lo siento".

Vio después como se alejaba, dejando la sola en aquel umbral del café.

Y supo que lo que realmente debía temer no era la forma de declararse, sino la respuesta que recibiría.