Capítulo 13: Estoy acabada ✅

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Pasar una semana alejados del resto del mundo y casi desconectados había sido la mejor idea que pudieron tener. Era imposible que alguien la escuchara quejarse de su vida, mucho menos de su faceta como madre. Su hijo era lo que más amaba en el mundo, pero también necesitaba de un tiempo para estar a solas con su marido y sentir que eran una pareja que recién comenzaba su relación.

Habían dividido su día entre paseos por la ciudad con interminables horas metidos en el mar, teniendo como único fin aprender a hacer surf como tanto le había rogado a Alonso, y noches de fiesta y sexo. Ahora, se sentía nuevamente renovada y con unas ganas infinitas de volver a ver a sus bebés.

—¿Cuánto queda, Alonso? Parece que no llegaremos nunca.

—Cinco minutos, tesoro. Relájate.

Rodeó los ojos y concentró la vista en la ventanilla mientras tamborileaba los dedos sobre su muslo. ¿Relajarse? ¡Necesitaba ver a su bebé! ¿Es que acaso era tan difícil de comprender para él? Habían sido unos días maravillosos, eso era evidente, pero como mamá, por más duro que fuera serlo, siempre extrañaba a su hijo.

—¡Mami! Mami, mami.

—Ven, mi Puntito —Miguel corrió hacia ella y no dudó en alzarlo del suelo y estrecharlo entre sus brazos. No le importó que estuviera mojado porque acababa de salir de la piscina, solo necesitaba volver a sentir su aroma y su suave piel. Besarlo y apretarlo mientras él se aferraba a ella como un pequeño koala—. Te extrañé mucho, ¿sabes? Me hiciste falta, Puntito.

—Yo taben tañé, mami —dijo su hijo en un susurro, rodeándola con sus pequeños brazos y escondiendo el rostro en su cuello—. No te vayas más.

Dirigió su mirada hacia Alonso y apretó a su bebé con más fuerza contra su pecho, sintiendo que los ojos se le aguaban y algo le estrujaba el corazón hasta hacerlo lo más pequeño posible. Había extrañado demasiado a su hijo y escucharlo decir aquello solo hizo que una sensación de culpa apareciera de repente.

—Mamá no irá a ninguna parte, Puntito —le aseguró, hablándole al oído mientras dejaba besos en su precioso cabello rubio—. No volveré a irme sin ti, ¿de acuerdo? Mami lo siente mucho. Te amo demasiado, ¿sabías?

—Shi —asintió con una sonrisa—. Utito taben ama a mami.

—Ay, mi bebé tan hermoso —Besó su pequeña nariz y volvió a apretarlo contra ella sin querer ni poder soltarlo.

—¿Estás bien, mi amor? —la interrogó Alonso, recogiendo con su dedo la lágrima que se deslizó por su mejilla.

Asintió y dejó que su hijo saludara a su padre, aunque con él no demostró tanta efusividad como lo había hecho con ella. Purpurina se les unió enseguida y, una vez la saludó, se adentraron hasta el jardín donde se encontraba reunida toda la familia de Alonso.

—No saben la felicidad que siento de que estén aquí —habló Ana María, la abuela de Alonso, acercándose para rodearla con sus brazos—. Estás preciosa, hija.

—Muchas gracias —Le sonrió—. Debo confesar que yo también necesitaba de este viaje. Ya hacía demasiado tiempo que no los veíamos y los extrañábamos.

—¡Demasiado tiempo! —exclamó la mujer—. Mi bisnieto ya es todo un hombrecito. Tan guapo como su padre y educado y respetuoso como su madre. Te felicito, cariño.

—En realidad, todo el mérito es de este hermoso bebé —Lo alzó de nuevo y apretó sus cachetes—. Nunca se enoja, no hace berrinches... Es muy fácil ser buena mamá con él.

—Permíteme que lo consiente un poco más y mientras saludas al resto de la familia —dijo, estirando los brazos hacia su hijo—. Ven, Miguel, vamos a buscar una de esas galletas tan ricas que preparó tu tía Vanessa.

Eterna Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora