✨Única parte✨

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Una vez más, como cada mañana, allí estaba. Parado frente a la puerta de su propio departamento, tardando a postas más tiempo del necesario en poner la seguridad a su frío hogar antes de partir a su jornada laboral.

Su mirada viajaba desde aquella espalda elegantemente fornida, sus hombros anchos y bajando por cada bien distribuida curva terminaba siempre deteniéndose en su centro.. su boca temblaba al imaginarse morder aquellas nalgas de infarto. Y sus piernas, oh joder sus piernas, podría aceptar gustoso una patada suya en el estómago y estaba seguro que soltaría un gemido de placer y no de dolor, le daría las gracias incluso.

Y es que Kim Namjoon era el hombre más jodidamente caliente que Jungkook había visto en sus veinticuatro años.

Hacía la misma rutina todos los días, en algunas ocasiones como esa, ni siquiera se fijaba en cual momento su cuerpo había incluso volteado de frente hacía el hermoso hombre. Se suponía que estaba poniendo seguro a su puerta pero cuando salía de su trance estaba allí parado como pendejo mirándole el culo a su vecino.

Ese maldito traje negro entallado, lo odiaba.

Era como la manzana del Edén, esa que te invitaba a probar del pecado y Jungkook estaba más que dispuesto a comérsela toda si no fuese porque su vecino era mudo.

O eso era lo que él pensaba. Llevaban casi tres años viviendo frente a frente, puerta con puerta y nunca, ni una sola vez había escuchado su voz.

Namjoon era un hombre reservado, lo supo desde que lo vio por primera vez, un hombre culto y lo supo por su porte, una persona solitaria pues nunca vio a nadie entrar o salir de su departamento.

No era como si Jungkook lo espiara, claro que no, simplemente era un hombre curioso.

Tardó cerca de un año en dejar de intentar sacarle tan siquiera un "hola" al sujeto pero no pudo. Todas las mañanas le saludaba con un "Buenos Días" acompañado de una hermosa sonrisa característica suya y el hombre ni lo miraba, no volteaba, no se inmutaba y Jungkook llegó a dos conclusiones.

Su vecino caliente como las brazas del infierno era un hijo de puta antisocial o era sordo mudo. No sabía y tampoco se esmeró mucho en averiguar. Todo se redujo a observarlo desde su puerta y para su suerte, Namjoon cada mañana se detenía a revisar su celular y tardaba algunos cinco minutos parado allí antes de cerrar su puerta e irse con su elegante maletín negro.

Jungkook al principio lo odiaba porque tal vez lo estaba ignorando pero, ¿realmente puede alguien ser tan odioso como para hacer eso?

Luego de muchos intentos se hizo a la idea de su falta de voz y audición y lo dejó pasar. ¿Por qué? Porque una persona muda si puede tener voz pero no escuchar y si fuese ese su caso entonces Namjoon le habría hablado alguna vez en lenguaje de señas, entonces pensó que no tenía audición, ni voz y que era tímido, si eso era, nadie se resistiría a Jeon Jungkook.

Sacudió sus pensamientos y se volteó para terminar de cerrar su puerta e irse o llegaría tarde a su trabajo pero cuando volteó al frente nueva vez su respiración se cortó por leves instantes o él la retuvo sin darse cuenta.

Lo estaba mirando, maldita sea, sus ojos pequeños y afilados estaban sobre él y Jungkook no supo que hacer.

La saliva bajó por su garganta más pesada que de costumbre y casi se desmaya cuando creyó ver una torcida sonrisa en esos labios pomposos pero no hubo tiempo para decir algo, Namjoon simplemente guardó su celular en el bolsillo de su saco y salió caminando a pasos calmos por aquel conocido pasillo.

Silence Has A Sound... 🔥OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora