Dulce beso

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Detuvo su paso sintiendo cada músculo tensarse de puro gusto, el estómago burbujeaba al recordar que hace unos meses solo era capaz de imaginar que Bakugou le tomaría la mano. Pero contra todo pronóstico, ahí estaba el rubio, entrelazando sus dedos por segunda vez.

Se sentía mucho mejor que antaño había idealizado, Bakugou tenía la mano grande y su piel era tan dura como podría serlo las escamas de un dragón. Con un atisbo de vergüenza, Tn subió la mirada y recorrió las clavículas que la camisa abierta dejaba a la vista, el cuello blanco, la barbilla que ya no tenía rastros de la creciente barba, los labios resecos que no llegaban a ser demasiado gruesos y las mejillas con pequeños granitos de la edad. Contrario a sus manos, la piel de aquellas zonas se veía tan suave que estuvo tentada a acariciarlas.

Cuando Bakugou le soltó la mano, cayó en cuenta de que estaban por llegar al aula.

El resto de la clase se lo pasó pensando, mientras la mañana avanzaba el sol se oculta entre nubarrones llenos de agua, el cielo se ha pintado de un nebuloso gris y el viento susurra contra las ventanas, a veces con tranquilidad y otras con fuerza.

Un escalofrío le recorre la piel, la ropa ya no la abriga ante el descenso de temperatura. Estira la manga de la campera que tiene sobre el uniforme para cubrir sus manos lo más que puede, la circulación de sus piernas se relatiza y los pies se le enfrían. Esta lloviznando cuando la clase de All Migth empieza, pero finalmente la suerte le da la espalda y un chubasco cae sobre ella mientras es su turno en el entrenamiento del día, el aguacero dificulta su quirk por las cantidades de agua que viajan al transportar algo o a ella misma. Le va pésimo y el mal humor le presiona la nuca, ya de por sí le es difícil dar la talla al lado de sus compañeros.

Al finalizar el entrenamiento vuelve a los dormitorios con tal expresión en su rostro que nadie le dice una palabra. Tiene agua en las botas y solo quiere ducharse hasta desvanecerse bajo las gotas. Se ha calmado para cuando el pelo comienza a secarse.

Esta dispuesta a bajar a beber un té y ahogar su mal humor en la taza de porcelana cara que la mujer de su padre le obsequió, junto a una caja decorada por ella misma llena de las mejores infusiones. Pensar en ello le relaja y la boca produce más saliva al pensar en el exquisito sabor de un té rojo, o quizás en el dulce sabor de un Darjeeling.

Es entonces que con la mente en una tetera, abre la puerta y se encuentra con una camisa negra. Bakugou se queda con el puño en el aire y la palabra en la boca. Inmediatamente, tal como cielo que se despeja luego de una tormenta, su mal genio se desvanece y se pierde en sus ojos. Bakugou trae el pelo húmedo por lo que es difícil creer que aún este todo puntiagudo. Esboza una sonrisa de lado a lado que siempre se presenta al verlo. — ¿Por qué no pasas?

Le gustaría invitarlo a bajar a la cocina y beber un té, pero sabe que todos sus compañeros andan merodeando por allí bajoneando cualquier cosa que encuentren luego del arduo entrenamiento. Y que eso, volvería a Bakugou más tímido y callado. Prefiere la intimidad de la habitación, donde pueden hablar sin preocupación y menos vergüenza.

Bakugou no le contesta, pero avanza pasando por su lado y echa un vistazo disimulado. — ¿Se te pasó la loca? Creí que matarias a alguien.

Tn soltó una risa. — No te preocupes, no se me pegaron tus costumbres.

Su perfume de recién bañado queda flotando en el aire y la desconcentra, su mente embotada no es capaz de procesar lo siguiente que hace.

Se encuentra abrazando a Bakugou por la espalda, presionando las manos contra su pecho musculoso a través de la fina tela de la camisa. El dulce aroma la cautiva, descansa el rostro en su espalda fuerte y cálida. Las manos del rubio se deslizan sobre las suyas, apretando suavemente en un lindo gesto. Tn se aleja un poco y él aprovecha para darse vuelta.

Se trata de un segundo, solo un momento y una mirada naufraga que enciende todos sus sentidos, cuando la besa se siente como un estallido de sensaciones. Hundió los dedos en su cabello, las hebras rubias le acariciaban la piel. Unas manos se ciñeron sobre su cintura, con tal tacto que podía sentir el roce de su piel aún sobre la remera de dormir.

Bakugou atrapó su labio inferior con los dientes y succionó buscando sentir mejor aquel sabor dulzón que encantaba su lengua. Subió una mano hasta la nuca de la chica y presionó suavemente, intensificando el beso.

Como declararse a Bakugou sin morir en el intento Donde viven las historias. Descúbrelo ahora