¿Creíste que era el final? Apenas esta comenzando. Lo que al principio parecía una luz que guiaba a un final feliz se convirtió en una oscuridad ahogada que podría poner en riesgo un amor como el de ______ Miney y Joel Pimentel, tantos secretos, tan...
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— ¡Lamento decepcionarte mamá pero no soy tu hija perfecta!
— Max...
— Me callé por tanto tiempo que ya no quiero más mamá, siempre me has tenido tan adoctrinada y me has dado el mejor estudio y los mejores tutores, la mejor educación y demás claro que te lo agradezco por que de no haber sido así yo no fuera la mejor de mi clase o una gran bailarina pero por una vez quiero hacer algo por mi misma y es que me gusta Lukyan y estar con él es lo que quiero.
Trague en seco, — Dije que no y es mi última palabra ya no eres una niña, solo lo eres cuando te conviene dijiste que eres una mujer pues actúa como una.
— Podre actuar como una mujer pero créeme que no lo hare como tú por que para mi tú no eres nadie, has hecho de mi vida lo que has querido y eres una pésima madre es irónico por que hablas de lo increíble que fue la abuela y tú eres su némesis, entonces mi respuesta a eso también es no.
Mi corazón se hizo chiquito en ese preciso momento, mi hija me había dicho que yo no era nadie para ella y que no me comparaba a su abuela... para ella yo era una pésima madre.
Trague en seco, — No estoy dándote una opción Maxine Dione Pimentel.
Sus ojos se llenan de lagrimas, — ¡Te odio mamá y tú también te odias por eso quieres que no sea feliz!
— ¡Estoy haciendo todo lo humanamente posible para salvar tú vida, Max! — logre decir antes que la puerta se cerrara en mi cara.
Me quedo parada frente a su habitación un momento, me sentía destruida hoy más que nunca, unos pasos hacen presencia a mis espaldas en ese momento y no puedo decir una sola palabra...
— ¿Qué pasa? — dice mi esposo quien acaba de llegar a casa.
Me quede en blanco.
— ¿Amor?
— Nuestra hija me odia... — susurre.
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Todo era mejor cuando se golpeaba jugando y lo primero que hacía era buscar de mi...
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— Ya esta mi amor... — susurre abrazándola con fuerza.
Sus lágrimas mojaban mi camisa mientras su rostro presionaba contra ella, — Me duele mami...
— Ahora dolerá ¿Si? Pero no dolerá para siempre. — tranquilice.
