Capítulo 2

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                                                                                             ~2~

Son las seis de la mañana, tengo un sueño horrible, y para el colmo ayer programé mi despertador con una canción para nada tranquila, no voy a decir que you shook me all night long, no me gusta, de hecho me encanta, pero tener una jodida persona dándolo todo en un escenario, de fondo, mientras intentas no caerte al suelo de lo dormida que estas, no es muy agradable.

Mientras me pongo los pantalones a toda prisa, me dirijo al baño dando saltitos con mi pierna libre. He elegido unos vaqueros negros con una camiseta ancha y blanca. Me desenredo mi desastroso cabello rubio con un cepillo de frozen, nunca entenderé porque conservo este peine, es el único que tengo, probablemente sea ese el motivo por el cual lo sigo usando, pero en serio que no se porque no me compro otro, ya le faltan unas cuantas púas azules que se han debido quedar en el interior de mi pelo, y es cuestión de tiempo que se acaben de salir todas las púas.

Bajo lista para desayunar. Cojo lo primero que pillo de los armarios blancos de la cocina, y me dispongo a comer mis cereales con leche, en la encimera de madera que está justo en medio de toda la cocina. Intento no cerrar demasiado los ojos mientras me voy metiendo cucharadas cargadas de cereales en la boca. Volver a la rutina no me va a acabar sentando bien, voy a empezar a tener ojeras por quedarme hasta tarde leyendo, y no soy lo suficientemente responsable como para tapármelas todos los días por la mañana cuando estoy medio atontada, suficiente que hoy he conseguido hacerme el e-liner de abajo sin sacarme un ojo.

En cuanto me termino el desayuno, mi madre entra por la puerta de la cocina saludándome amablemente. Se acerca a comerme a besos mientras que me desea un buen día.

-Mamá, paraaa-. Me aparto de ella un poco para que me deje volver a mi habitación para hacer la mochila y echar una cabezadita antes de que me lleve al insti. Le agradezco un montón que me anime por las mañanas, para que me lo pase bien, y no vaya con cara de asco al colegio, de verdad, me gustaría tener el suficiente control de mi cuerpo en estos momentos para abrazarla y agradecérselo, pero hay dos razones por las cuales no lo hago. La primera, si lo hago mi madre no parará de abrazarme probablemente hasta dentro de dos años. Y la segunda, sencillamente es que tengo demasiado sueño como para quedarme en la cocina con mi madre, y mis músculos no son capaces de levantar mi brazo lo suficiente como para darle un abrazo. -Te quiero- Me despido mientras salgo por la puerta de la cocina, la lanzo un beso con la mano y desaparezco por las escaleras.


-Britney Paige ¡Baja!- Mamá se pone histérica de verdad cuando sabe que voy a llegar tarde, por el contrario, yo me lo tomo con calma. Saco una pierna del calentito edredón, y junto a ella el cuerpo entero, cojo mi mochila y me reactivo un poco para poder bajar corriendo las escaleras, lo último que quiero es a mi madre enfadada a estas horas de la mañana, se pone insoportable cuando lo está, no quiero ni pensar como sería el camino hasta el instituto con ella en un plan agresivo.

-Ya estoy, exagerada- La digo cuando termino de bajar los escaloncitos poniendo los ojos en blanco mientras muevo los brazos señalándome para que vea que estoy lista. Llego a donde está mi madre con los brazos en forma de jarras. Lleva un pantalón de pijama y una camiseta puestos, claro, así si que está lista tan rápido.

El camino se hace agradable, conversamos de muchas cosas, tenemos una muy buena relación, a mucha gente se le hace raro que le cuente mis cosas a mi madre, pero es muy revelador, sobre todo porque ella no me judga como una adolescente, si no con el punto de vista de una adulta, lo cual ayuda mucho. En cambio otra parte del camino nos la pasamos escuchando la radio, ese programa que siempre ponen por las mañanas de gente contando su vida, no se ni para qué llaman a ese programa, pero se me hace divertido y reconfortante escuchar como a las personas les ha llegado a ir incluso peor que a mí.

Contigo y sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora